Política

Milei a marzo

El presidente logró unir en la calle a los que lo aborrecen con los que lo votaron. La revancha de la ley Bases y la lección de China a los paleolibertarios.

NOTA DE DIEGO GENOUD EN LA POLÍTICA ON LINE

Martín Lousteau salió del Comité Radical de Alsina, a una cuadra del Congreso de la Nación, con un grupo de senadores y diputados de su partido. Quiso avanzar por Yrigoyen y tardó casi una hora en atravesar la plaza de los Dos Congresos. Emiliano Yacobitti salió de la Facultad de Ciencias Económicas, el bastión desde el que construyó su poder, con una columna de autoridades de la UBA y llegó hasta Rivadavia y Callao, donde no pudo avanzar más. Después de tardar dos horas en recorrer cuatro cuadras, decidió ir solo hasta el escenario montado para la dirigencia en Plaza de Mayo.

Con la movilización histórica contra el ahogo presupuestario en las 65 universidades públicas de todo el país, el radicalismo de Lousteau y Yacobitti vivió la victoria más importante en muchísimo tiempo. La sociedad de radicales porteños se reunió con 18 rectores de universidades que dirigen la UCR, alentó la movilización y se impuso sobre la postura de los gobernadores de su partido con el apoyo del senador y ex rector de la universidad de Catamarca, Flavio Fama.

El dúo que para sus rivales todavía es sinónimo de Enrique «Coti» Nosiglia advierte que Alfredo Cornejo y Gustavo Valdés se mueven como si fueran militantes de Milei. Tienen miedo de que el presidente se enoje y combine la asfixia del ajuste con la descarga de una furia viral sobre sus cabezas. Como si asumieran que el año que recién empieza terminará a puro éxito para el gobierno, buscan congraciarse para que La Libertad Avanza no les plante un candidato propio en sus provincias en 2025.

Con una convocatoria transversal y transgeneracional, producto de un proceso de discusión en las facultades de todo el país, la clase media salió de sur a norte a ponerle un freno a la política de Milei. En un país con más de 2 millones de estudiantes universitarios, las nuevas generaciones protagonizaron su primera experiencia en la escena pública en rechazo al recorte del 60% en partidas que se destinan en su enorme mayoría a pagar sueldos de profesores y administrativos.

La marcha incluyó a sindicatos y movimientos sociales pero también a jóvenes de sectores populares, primera generación de universitarios. Según datos oficiales de 2022, en las universidades del conurbano bonaerense, estudian más de 370 mil alumnos: son casi tantos como los que tiene la UBA, la más grande de Argentina.

En el mar de manifestantes, había opositores acérrimos al líder de la ultraderecha argentina, pero también decenas de miles que lo apoyaron para evitar que Sergio Massa llegara a presidente. En las provincias donde Milei arrasó, sectores de clase media no peronistas se apropiaron de las calles para decirle basta al presidente por una larga lista de motivos. La defensa de la universidad pública fue el detonante, pero todos tenían razones adicionales: el aumento de las prepagas, el tarifazo que afecta a los hogares y a las pymes, el regreso del Impuesto a las Ganancias, la certeza de que la clase media es sinónimo de casta en el diccionario de Milei.

En Córdoba, la movilización fue heterogénea y reunió a distintos partidos y corrientes, pero lo que saltaba a la vista era la confluencia de radicales de todas las eras unidos por la identidad de Franja Morada. Entre ellos se distinguían el abucheado Rodrigo De Loredo, el ex funcionario de Alfonsín y De la Rua Carlos Becerra y el rector de la Universidad de Córdoba, John Boretto. Ex decano de Ciencias Económicas, ex funcionario municipal de Ramón Mestre y ex presidente de la Federación Universitaria de Córdoba, la trayectoria de Boretto tiene alguna similitud con la de Yacobitti. Pero le lleva 10 años, su perfil es de mayor reconocimiento académico y su historial es muchísimo menos conflictivo. Como Yacobitti, Boretto es proclive al acuerdo con el peronismo y sobrevivió sin traumas al sacrilegio de ser el vicerrector de la kirchnerista Carolina Scotto en la UNC.

En Rosario, como en Buenos Aires, la marcha fue tan masiva que para muchos resultó imposible ir directo por la calle San Luis desde la Plaza San Martín hasta el Monumento a la Bandera y tuvieron que moverse por las calles aledañas.

Un funcionario cordobés de varios gobiernos dice que más de la mitad de los que estaban en la protesta que reunió a entre 80 mil y 100 mil personas habían votado a LLA. Hace apenas cinco meses, Milei aplastó a Massa 74 a 25 en la provincia que gobierna Martín Llaryora. Además, hubo movilizaciones sin precedentes en Villa María y Río Cuarto, las sedes de las otras universidades nacionales.

Un dirigente peronista, graduado de la Universidad Nacional de Tucumán, que recorrió la marcha a Plaza de Mayo también está convencido de que entre los manifestantes de la ciudad la mitad eran partidarios del LLA. «No hay que subirse a una moto que no es nuestra», dice. Se refiere a las caras que se vieron en el palco de Plaza de Mayo pero también a la sensación de euforia opositora que puede ser contraproducente.

Un gobernador aliado de Milei, graduado de la UBA, calcula que en su provincia la mayoría de los que se manifestaron eran antiperonistas. «La movilización no fue contra el gobierno: fue en contra de la voluntad del gobierno», afirma.

Pretendidos coreacentristas, los tres opinan que el 23A no marca de ninguna manera que el gobierno haya perdido crédito social y lo ven como un grito de alerta para que Milei no se siga yendo al pasto. En la oposición más dura, la lectura es muy distinta.

A partir de la lucha de docentes, estudiantes y no docentes, fue la clase media, en sus distintas vertientes, más liberales o más progresistas, la que decidió salir a hacer una demostración de fuerzas impactantes para defender el derecho a estudiar y ponerle un freno al presidente showman.

En un país cada día más latinoamericano, con una violenta transferencia de ingresos a favor de los sectores concentrados de la economía, recesión y despidos, la educación pública aparece como una de las últimas barreras contra la desigualdad creciente. La sociedad opositora que votó contra Milei está dispuesta a movilizarse desde el día 1, pero solo a veces tiene capacidad de convocar con sus demandas a los huérfanos de lo que alguna vez se llamó Cambiemos.

Sin embargo, mientras Cristina vuelve a imponerse en el desierto de liderazgos opositores, gran parte de la dirigencia política razona al revés y considera que ahora hay que compensar y darle consenso a las reformas que promueve Milei.

Después de la marcha en la que quedó expuesto, De Loredo organizó una reunión del bloque radical y evitó que la mayoría de los diputados de la UCR bajara a la sesión especial en la que se buscaba darle rápido tratamiento al presupuesto universitario. Desbordado por la presión de un Luis Juez que se convirtió al mileismo en tiempo récord, el maltratado De Loredo está en la misma disyuntiva que el votante radical de Córdoba.

La multitud que ocupó las calles copó la agenda pública con un tema que el oficialismo consideraba menor y lo obligó a recalcular. Los pases de factura no se quedan en el desplazado Alejandro Alvarez: apuntan también contra Sandra Pettovello -íntima del presidente- y vienen de lo alto.

El gobierno quiere recuperarse del golpe ya mismo, con la aprobación del esqueleto de la ley Bases y la ayuda de los bloques aliados que convalidan la flexibilización laboral, el régimen especial para inversiones que deja afuera a las pymes y la política de maximizar rentas para las petroleras.

Bañado en humildad y reconvertido en consultor con clientes del extranjero, Marcos Peña puede haberle aconsejado a Santiago Caputo que no caiga en el error que cometió él: ir más allá de sus capacidades y ser, además del encargado de la comunicación, la cara pública más expuesta del macrismo. Con perfil bajo, el discípulo de Durán Barba se ocupa de los temas prioritarios para el gobierno y es la única voz autorizada a negociar junto con la hermana Karina.

Al intercambio con el bloque de Miguel Angel Pichetto y la rama radical de De Loredo, el gobierno le suma la presión sobre gobernadores que no tienen diálogo con la Casa Rosada. En nombre de Karina, Martín Menem los llama para que garanticen el voto de sus diputados. «Es lo único que les interesa», dice un gobernador de Juntos que define al Pacto de Mayo como una slogan vacío. «De eso no hay nada. El diálogo ya es una pelea perdida, en las reuniones no se toman decisiones, la recaudación me cayó un tercio y estoy tapado de obras abandonadas», afirma. Son 2308, según dijo la ex presidenta en Quilmes.

A contramano de su pretendida rebeldía, la versión local de la extrema derecha se rinde después de cuatro meses a la demanda que comparten el Fondo y el establishment: darle una arquitectura legal a la confiscación de ingresos que Milei vende como el ajuste más grande de la historia de la humanidad. El shock, una verdadera revancha de clase, no puede estar atado con alambre y necesita algo más que decretos y tuits.

En ese marco se repiten escenas como la del stand up presidencial en la Fundación Libertad, una continuidad de su arenga en el Llao Llao contra los economistas ultraliberales que lo cuestionan por «rústico» y «cagón». Con un éxito electoral inédito, Milei tiene derecho a castigar a la ortodoxia que siempre lo despreció por marginal y necesitó intermediarios para imponer sus ideas. Es el primero de la historia en ser a la vez divulgador y ejecutor, pero su suerte es un enigma.

La marcha atrás de Milei incluye la visita de Diana Mondino, Santiago Bausili y Pablo Quirno a China. Algo llevó a un viraje intempestivo porque hace apenas unas semanas la canciller ignoró al gigante asiático en su gira por Malasia, Vietnam y Japón. Más allá de la contabilidad creativa que incrementa la deuda en dólares con los importadores vía Bopreal, el gobierno está sediento de divisas y necesita que Xi Jinping refinancie los U $5000 millones de libre disponibilidad que vencen en junio. Por eso, Mondino, Bausili, Quirno y el embajador Marcelo Suárez Salvia tendrán una reunión confidencial con el presidente del Banco Popular de China, Pan Gongsheng.

Las acrobacias de Milei para justificar su viraje se enmarcan en lo que sus adoradores llaman pragmatismo. Pasó de definir a los chinos como asesinos a dar vía libre a los privados para que le vendan al que fue en 2023 el segundo socio comercial de Argentina hasta que finalmente entendió lo básico: el sector privado en China es inescindible del Estado. La comitiva de 20 empresas que viajan a Beijing y Shangai está integrada por directivos de Techint, Barrick, Newsam, Bagó, frigoríficos y compañías que explotan el negocio del litio.

«La presión de los Estados Unidos es terrible», admite un alto funcionario de la cancillería que busca replicar la política de países como Brasil, Chile y Perú, los dos últimos con tratados de libre comercio con China. Cuando el presidente sobreactúa su obediencia a Washington, reduce su propio margen de acción y le permite a los funcionarios de Biden que le exijan lo que ellos mismos no hacen en relación a China.

Apenas unas semanas después de la visita de la secretaria del Tesoro Janet Yellen a Beijing, el secretario de Estado Antony Blinken acaba de terminar una gira de tres días por China en la que se reunió con Xi Jinping. Mondino, que se mostró demasiado cerca de Taiwán, ahora busca despegarse ante los chinos y dice que su acercamiento se debió solo a relaciones de cooperación académica que tenía de su tiempo como miembro de la universidad del CEMA.

Con una concepción del tiempo opuesta a la del minuto a minuto, las autoridades del Partido Comunista Chino disputan con éxito el dominio global de Estados Unidos y consideran a la Argentina un socio de largo plazo. Para ellos, los gritos del ex panelista son apenas una circunstancia. (30-04-24).

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