El párroco dorreguense Walter París habló sobre la misa en el santuario de Luján: «Generó mucho desconcierto entre los fieles»
Hace dos semanas fue celebrada, en la Basílica de Luján, una misa convocada por el oficialismo a la que asistieron las máximas autoridades políticas de nuestro país.
Llamada «Misa por la paz y la fraternidad», resultó ser fuente de numerosas críticas y también de autocríticas, incluso por parte del propio Azrobispo de Luján, Jorge Scheinig, quien se disculpó por la organización de una celebración que fue exclusivamente preparada por un sector de la política y utilizada con fines partidarios.
A raíz de estos hechos, y de la situación social que vive nuestro país, el portal Monte Hermoso Noticias dialogó con el Walter París, párroco de Coronel Dorrego y del vecino balneario.
– Lo ocurrido en el Santuario Nacional el 10 de septiembre me dejó muy impresionado. Generó mucho desconcierto entre los fieles y también entre la gente cercana a la Iglesia.
En lo personal, con esfuerzo, traté de dar una palabra al respecto, sin embargo terminé de impresionarme al escuchar el pedido de disculpas del Arzobispo Scheinig, y lo sentí como un alivio. Desde afuera todo parece fácil, e incluso hasta podría decir que la autocrítica podría ser insuficiente, pero entiendo que hay que estar en medio de todo.
Como nos dice el papa Francisco, el camino es el discernimiento y la sinodalidad (N. de la R.: término que expresa la identidad de la Iglesia como Pueblo de Dios en camino) y tal vez el pedido de disculpas, mostró que todo se fue precipitando de manera tal, que alcanzó proporciones inesperadas. Creo que sus intenciones fueron buenas, pero ingenuas, y la política hace política y busca poder y todo lo utiliza para ese fin. No se los puede acusar por eso. Tienen una vocación de poder y no dan puntada sin hilo, para eso se dedican a la política.
En nuestra misión de pastores, no se trata de desconfiar -o tal vez sí- se trata de ser agudos porque nuestras decisiones y acciones están expuestas, somos un espectáculo para el mundo, y una vez que las cosas están hechas quedan sujetas interpretaciones que jamás se nos hubieran ocurrido, pero ya no podemos hacer nada, y el peligro es el escándalo, porque como pastores nuestras acciones involucran la autoridad de la Iglesia.
– ¿Cree que se pudo haber pensado otra alternativa en el intento de contribuir a este anhelo de pacificación que parece ser una exigencia creciente en muchos sectores de nuestra sociedad?
Creo que nosotros estamos para otra cosa. Me dolieron mucho las acusaciones que salieron a hacer contra todo el mundo (oposición, medios y justicia), porque parecía que todo el que no estaba de acuerdo con ellos estaba queriendo matarlos y sabemos que no es así.
Incluso escuché al ministro de desarrollo social, decir que había dos proyectos de país antagónicos, el que propone el Frente de Todos y el que propone matar a la vicepresidente. Me pareció terrible que un dirigente piense así la realidad, porque no podemos pensar que el que piensa distinto me quiere matar. Y vimos que esto afloró, a través de acusaciones sin pruebas. Y desgraciadamente esto se hizo presente el sábado en el Santuario Nacional.
«Todo lo sucedido terminó teniendo un efecto contrario, al que se buscaba. Generó mucho desconcierto y división»
Por otra parte me pregunto si puede la ingenuidad de un obispo ser un atenuante. Con todo respeto digo que no. Era necesario decir no, si no estaban presentes todos los espacios políticos. Porque Santuario Nacional nos representa a todos, es la casa de Dios, es la casa de la Madre. ¿Podríamos dejar que se utilice la casa de nuestra Madre y el santo sacrificio de la Eucaristía como instrumento de ventaja política?
La respuesta es obvia. Y frente a estas realidades intocables, la Iglesia nos puso como pastores, como maestros de la fe, administradores de los sacramentos y como pastores del pueblo de Dios y en el caso del obispo como Vicario de Cristo en su diócesis. Cuando el papa nos habla de sinodalidad nos llama a caminar juntos, a no cortarnos solos, a documentarnos la fe, a vivir una amistad y ayudarnos con amor y fraternidad a ver la realidad. Siempre está la tentación de hacer leña del árbol caído, pero como hermanos en la fe no tenemos que perder de vista la caridad, sin dejar de llamar las cosas por su nombre.
Al fin, todo lo sucedido terminó teniendo un efecto contrario, al que se buscaba. Generó mucho desconcierto y división. Me llamó la atención que estuvieran pidiendo por la paz y por la vida los mismos que sancionaron y promovieron en plena pandemia la ley 27.610 de interrupción voluntaria y legal del embarazo, en el tiempo de Navidad del 2020.
Lo digo como algo anecdótico entre las tantas cosas que me surgían ¿Por qué no decir una palabra que llegue al corazón de esta gente, que les ayude a recuperar, como nos dice Francisco, su capacidad de llorar? Francisco es muy duro con el aborto. Pero es cierto que cuanto más grande es el pecado más se oculta a los ojos del pecador. ¿No era esta una oportunidad preciosa para anunciar el evangelio de la vida? Me daba la impresión que de había un doble estándar frente a la vida, por un lado el repudio al atentado, y por otro la vida por nacer. ¿Por qué uno es repudiable y la otra es descartable?
Como pastores del pueblo de Dios, estamos conmovidos por lo que está pasando. Creo que el paso del tiempo nos ayudará a comprender mejor las cosas, como siempre ocurre. Pero al ver desde fuera lo que pasaba me surgían preguntas. Si se estaba pidiendo por la paz ante un atentado, ¿qué festejaban esos bombos? Ahí se me comenzaron a despejar las dudas y afloraron las certezas de que algunos no tenían intenciones serias frente al gesto y usaron la Eucaristía, la Santísima Virgen y el Santuario Nacional para hacer su acto político y se comenzó a notar.
– ¿Qué lectura hace de las intervenciones de Francisco, particularmente sobre esta cuestión de la relación entre la política y la religión?
El papa nos ha llamado en estos días a no usar lo sagrado para legitimar la política: “No permitamos que lo sagrado sea instrumentalizado por lo que es profano. ¡Que lo sagrado no sea apoyo del poder y el poder no se apoye en la sacralidad!” (SS Francisco, Apertura de las sesión plenaria del VII congreso de lideres de religiones mundiales y tradicionales, 14/9/2022).
Es un juicio muy certero, él le habla al mundo entero, pero nos ayuda a para seguir caminando. Es una ofensa a la santidad de Dios usarlo para nuestros fines. Hoy escuchaba que Dios había hecho un milagro en el atentado, puede ser, ¿por qué no? Pero estamos llamados a escuchar la voz de Dios en el signo, el milagro es para que nos convirtamos a Él, para que dependamos de Él, para que cambiemos de vida, arrepintiéndonos de nuestros pecados. Porque puede ser también que Dios nos salve de la muerte, para evitar nuestra condenación. El milagro no nos da impunidad, el milagro nos compromete a ser recíprocos con el Señor.
Por lo demás, todos los seres humanos tenemos nuestra manera de pensar y de ver la realidad y es un camino que lleva toda la vida configurarnos a los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Tenemos también nuestras concepciones políticas, pero me acuerdo mucho que en seminario hace más de 30 años estudiábamos el documento de Puebla y me quedó muy grabado el nº 526: “Los Pastores, por el contrario, puesto que deben preocuparse de la unidad, se despojarán de toda ideología político- partidista que pueda condicionar sus criterios y actitudes. Tendrán, así, libertad para evangelizar lo político con Cristo, desde un Evangelio sin partidismos ni ideologizaciones. El Evangelio de Cristo no habría tenido tanto impacto en la historia, si Él no lo hubiese proclamado como un mensaje religioso. «Los Evangelios muestran claramente cómo para Jesús era una tentación lo que alterara su misión de Servidor de Yahvé 152 . No acepta la posición de quienes mezclaban las cosas de Dios con actitudes meramente políticas» 153 (Juan Pablo II, Discurso inaugural I 4: AAS 71 p. 190)”.
Tenemos nuestras ideologías pero nuestro único criterio debe ser el Evangelio. Somos pastores de todos. Hoy se nota mucho la ideología política partidaria en muchos pastores, incluso algunos hacen ostentación pública de su ideología y de su partidismo político y esto hace mal. Creo que la gente espera que nosotros mantengamos una sana y crítica distancia de toda ideología, y el sábado daba la impresión de que esa distancia imparcial se había perdido.
Finalmente, la autocrítica y el pedido de disculpas del obispo, fue “Mala Mía, me equivoqué”. Fue un alivio, pero esta metáfora lúdica, que provine del futbol, me hizo recordar otra que proviene del mismo lugar “El santuario de la Virgen y la Eucaristía no se manchan”. (Fuente y fotos: Noticias Monte Hermoso). (21-09-22).