Política

Quién paga la transición

Detrás de la pelea por la deuda, están la sequía de dólares y las apuestas del establishment. La audacia de vivir en campaña mientras la inflación devora los ingresos de una sociedad que no cree.

Nota escrita en La Política On Line por Diego Genoud

No solo sus colaboradores íntimos y adoradores irreductibles lo animan para que regrese como candidato. Ahora también algunos empresarios importantes anuncian que Mauricio Macri está decidido a reincidir, le piden que vuelva a competir por la presidencia y le garantizan un financiamiento que nunca le faltó. Tres años largos de gobierno del Frente de Todos le permitieron al jefe del PRO dejar de ser la mancha venenosa para resucitar y confirmarse como el centro de gravedad de la alianza opositora.

 

Con Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta lanzados a una competencia feroz por las fotos en Cumelén, los dueños que no escarmentaron con la aventura de Macri en el poder creen que él no depende ni necesita de nadie para su segundo tiempo. O lo dicen porque la irrupción de Javier Milei los lleva a confiar en que las condiciones están dadas o lo hacen para ofrecerle a Sergio Massa -otro gran candidato del establishment- un sparring que no lo pueda lastimar.

El ex presidente repite una y otra vez que tanto su experiencia en Boca como en la Ciudad empezaron mal y que gracias a su resiliencia llegó a la Casa Rosada. Para hacer lo mismo pero más rápido, Macri ahora cuenta con la legitimidad que le otorga el espectáculo de las diferencias en la coalición peronista que venía a reparar lo que él había dañado, un IPC que orilla el 100% interanual y una caída del salario real que se profundizó en lugar de revertirse.

Considerado el más competitivo entre peronistas que miden nada sin el apoyo de Cristina Fernández, el ministro de Economía y una liga de aliados que lo acompaña -desde banqueros y empresarios hasta economistas- aprovecharon el último comunicado de Juntos para denunciar una campaña que busca desestabilizar su gestión.

Insospechados sommeliers de deuda, después de haber arruinado lo que Nicolás Dujovne consideraba el gran activo que había dejado el kirchnerismo y defaulteado incluso la deuda en pesos, los miembros de Juntos sostienen desde hace años que el endeudamiento en moneda local es tan nocivo como el que tomó Macri con con el Fondo, el organismo de crédito que condicionará las políticas locales por al menos una década más. Aunque no dijeron nada nuevo, esta vez la profecía bomba se encontró con una respuesta articulada de Massa y sus aliados.

La economista Marina Dal Poggetto advierte desde 2022 que lo que existe es un riesgo de transición política porque hoy gobierno y oposición apuestan a que la devaluación la tenga que hacer el otro. Dos días antes de la semana de acusaciones mutuas, el último informe de Eco Go puso en contexto la disputa, que excede a la dirigencia política e involucra también a facciones del poder económico. Este año, estima, el gobierno del Frente de Todos tendrá una entrada de dólares mucho menor y recibirá U$S 22.000 millones menos que los que cosechó en 2022 con los desembolsos del Fondo y el salto de los commodities que llevó las exportaciones de bienes y servicios al récord de U$S 100.000 millones. Ese cráter, que el gobierno busca ahora tapar como sea, es el que condiciona a la política en el año electoral.

La economista Marina Dal Poggetto advierte desde 2022 que lo que existe es un riesgo de transición política porque hoy gobierno y oposición apuestan a que la devaluación la tenga que hacer el otro.

Brutal en la pelea del minuto a minuto, Massa ya se había fastidiado cuando el primer comunicado de la alianza opositora que habló de «alargar la mecha al costo de agrandar la bomba» provocó una caída en las acciones de los bancos. Desde Economía, el 4 de febrero le dijeron a La Nación: «Si Juntos por el Cambio juega al caos, se va a poner enfrente a quienes necesita para financiar la campaña. Van a tener que hacer equilibrio entre la política y la plata». Además, insinuaron que la alianza del PRO, la UCR y la CC tendría en este contexto un enfrentamiento con Marcelo Mindlin y Paolo Rocca, los magnates locales que impulsan la ley de GNL y la construcción de una planta de licuefacción para exportar desde Vaca Muerta a Europa el gas licuado que elevó sus precios como nunca a partir del inicio de la guerra en Ucrania, hace casi un año. La pirotecnia se multiplicó en los últimos días.

Sin distinguir entre pesos y dólares y sin aclarar que la deuda intra Estado representa el 65% del total, Juntos cuestiona los instrumentos financieros atados al dólar que promueve el gobierno y dice que el endeudamiento récord de los Fernández asciende al equivalente a 83 mil millones de dólares. Salta la vista que la alianza de Massa con un sector del establishment para llegar a diciembre no tiene el aval de los halcones de la oposición. Eso no quiere decir que solo Juntos advierta sobre el llamado déficit cuasifiscal: ex funcionario del ministerio de Economía durante los años kirchneristas, el economista Horacio Rovelli lo viene haciendo desde el inicio del gobierno de los Fernández, con cuestionamientos que apuntan a las ganancias del sector financiero bajo el actual esquema.

Entre las consultoras del mercado deslizan que, detrás de la batalla pública entre políticos, la asociación de bancos que lidera el Macro está negociando con Massa algún tipo de cobertura. Gran ganador de todas las eras, el sector financiero también figura como aliado del peronismo en un país donde el crédito apenas llega al 5% del PBI.

Hiperactivo, capaz de negociar hasta con su sombra y dueño de un blindaje que es la envidia del Frente de Todos, Massa tiene un apoyo excepcional que hermana al Fondo Monetario con Cristina, una facción en alza del poder económico y el ex ministro Roberto Lavagna. Pero enfrenta una situación de restricciones múltiples y no cuenta con la autorización de la vicepresidenta para llevar a la práctica la devaluación que tantas veces promocionó como salida en su tiempo de opositor.

La brecha cambiaria, que el ministro esperaba tener en abril en torno al 30% -según prometió en su viaje a Washington en septiembre-, sigue arriba del 100% y el Banco Central perdió más de 400 millones de dólares solo en los días de febrero. Mientras el dólar soja rinde cada vez menos, el gobierno entrega dólares baratos en cuentagotas a los que se comprometen con el programa Precios Justos o hacen mérito por alguna otra vía. La asunción de Massa como primer ministro entusiasma a una liga de dueños que, excitada con escenarios prematuros, lo ve como el único capaz de negociar de manera eficaz un traslado a precios «controlado» después de la devaluación.

La presión para que el FDT suelte el dólar oficial provocaría un salto inflacionario y una mayor licuación de salarios y jubilaciones, un fenómeno que ya Massa acelera en las actuales condiciones. Los cruces en las altas esferas por la bomba que siempre está latiendo resulta críptica para la base de una sociedad que diseña estrategias de supervivencia cada día y registra el impacto de los aumentos permanentes.

A las subas de enero en la carne, la luz, el agua y los combustibles se le sobreimprimen en febrero los aumentos en el colectivo, la telefonía, el cable y las prepagas. Es en ese marco que Eco Go describe un país que tiene los ingresos de asalariados y jubilados «destruidos».

El deterioro es tan marcado que une, como pocas veces, a las consultoras del mercado con las centrales sindicales. El último informe del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma en base a datos del INDEC muestra que la economía ya se recuperó de la doble caída que experimentó entre los últimos dos años del macrismo y la pandemia: produce algo más que a fines de 2015, pero con salarios que perdieron la cuarta parte de su poder adquisitivo.

El coordinador del Observatorio Luis Campos muestra que los sueldos promedio se derrumbaron un 21,6% entre 2016 y 2019 y un 2,1% adicional con el FDT. En el caso de los trabajadores informales, grandes perdedores del ciclo todista, el retroceso fue mucho más grave: sus ingresos cayeron un 15,6% desde que la fórmula Fernnández-Fernández aterrizó en el gobierno. Eso explica que en paralelo a la baja del desempleo se registre un incremento de la pobreza y la indigencia, un continente en expansión de argentinos y argentinas que sobreviven con menos de lo básico y este año tienen que volver a votar. Responsables de una paciencia social que se estira año tras año, son los aportantes más sufridos de la transición del sistema político. Pagan de su bolsillo los costos de la crisis y la vigencia de las instituciones.

El retroceso de salarios y jubilaciones da argumento a las elites que confrontan a la vicepresidenta y sugieren que el ciclo kirchnerista termina confesando lo inviable de su apuesta porque vuelve, como en el juego de la oca, a su punto de partida 20 años después. En paralelo, prolifera el elogio del menemismo por parte de los que ahora admiten vencidos que no supieron comprender la epopeya noventista. Es el mar de fondo sobre el que emergen la gestión Massa, la figura de Milei, las fantasías de Macri y el regreso estelar de Domingo Cavallo como catedrático.

 La caída de salarios y jubilaciones da argumento a las elites que sugieren que el ciclo kirchnerista termina confesando lo inviable de su apuesta: vuelve, como en el juego de la oca, a su punto de partida 20 años después

En paralelo a la disputa no saldada de una oposición que solo se une en el antikirchnerismo, se libra la campaña de primarias del Frente de Todos con candidatos lanzados desde el Ejecutivo. Junto con un presidente que recorre el país y no ahorra recursos para proyectar la película que tiene en la cabeza, se impone la lucha de Massa por llegar competitivo y la cruzada de Eduardo De Pedro que en menos de 20 días se mostró con Luis Barrionuevo, Fernanda Raverta, Mariel Fernández, Omar Perotti, Jorge Capitanich, Gerardo Zamora y Mark Stanley.

Signo de los tiempos, el embajador de Estados Unidos tiene una relación de lo más estrecha con las distintas alas del FDT pero Barrionuevo, aquel que se reía en «Animales Sueltos» de haber preparado a Federico Elaskar durante cinco meses para que espere al inicio del ciclo de Jorge Lanata y «hable», sorprende sentado a la mesa de los enemigos del lawfare.

En Casa Rosada esperan que el ingreso de Agustín Rossi en reemplazo del intrascendente Juan Manzur ordene el mensaje de un presidente que proyectará hasta el final la ficción de que tiene futuro. Los colaboradores de Fernández admiten que la jefatura de campaña está en manos de Enrique «Pepe» Albistur y no sólo por el rol de Victoria Tolosa Paz como gladiadora de un albertismo que es capaz de responsabilizar a La Cámpora en público por aportar fuerte a la tajada publicitaria que recibe el Grupo Clarín. En el Senado están convencidos de que Albistur está detrás de la propaganda de Fernández prepara para el año electoral, pero los puentes no están rotos. Albistur y Máximo Kirchner tienen una buena relación: el hijo de la vicepresidenta fue al cumpleaños del publicista en noviembre y, hace dos viernes, recibió al marido de la ministra en el Congreso durante dos horas. Hablaron de cómo llevar adelante una campaña en unidad desde el Frente de Todos.

Existen en el oficialismo los que le otorgan cero entidad a la mesa de Massa, De Pedro y Juan Manuel Olmos. Piensan que Alberto y Cristina tienen que volver a reunirse, tal vez con Massa, para definir los meses que quedan hasta el cierre de listas. No falta tanto. El calendario electoral ya se inicia en las provincias y quedan entre dos y tres meses para que las coaliciones se ordenen en torno a reglas.

Para Juan Germano, las encuestas que circulan apenas registran una parte de la realidad. El director de Isonomía sostiene que cerca del 40 % de los consultados no dice qué preferencia tiene de cara a las presidenciales. O no lo sabe todavía o las elecciones no le interesan o se aferra a una certeza que Germano interpreta de la siguiente manera: nada de lo que pasa en la cúpula me cambia mi día día.

Para el politologo y consultor, la baja en el consumo de medios que se registra en los últimos tiempos habla de una porción de la sociedad que se protege a sí misma cuando se desconecta, no cree que la política le traiga respuestas y se concentra en resolver su vida. El director de la consultora que el PRO tiene como referencia principal desde hace años, advierte algo más, que puede verse en la composición del voto de Milei. «Más que un resurgir liberal lo que veo es un enojo muy grande. La media de votantes de Milei está a la izquierda del votante de Juntos», dice Germano. Junto con el enojo de jóvenes de clases populares que anuncian su voto al economista que reivindica a Cavallo y la apuesta por una figura que aparece por fuera de la casta, sorprende que los votantes libertarios se definan más distantes de «la derecha» que los de Juntos o no expresen un rechazo tan alto a la intervención del Estado. (12-02-23).

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