Esto pasaba hace 5 años: “El jefe de la Departamental casi no cruza el Quequén para saber lo que nos pasa”
Así lo informó LA DORREGO el 29 de noviembre de 2019:
“2014 se ha constituido para mi familia y afectos cercanos en un año ingrato, un año que queremos cerrar aunque las heridas que dejó no cierren jamás.
Cuando buscábamos conciliar el sueño tras días traumáticos y dolorosos una llamada de madrugada me imponía de una “nueva mala noticia”, mi mamá Hilda había sido victima de la inseguridad en la ventosa y lluviosa mañana de hoy.
Tras el impacto del llamado realizado por el Jefe de la Policía Distrital, Comisario Inspector Zamudio, llegué hasta el domicilio familiar donde varios efectivos acompañaban a mamá Hilda, la que con gran locuacidad comentaba detalles del hecho que la tuvo como involuntaria protagonista.
La casa literalmente dada vuelta y los primeros relevamientos de las cosas perdidas, también conocer los detalles de una modalidad que se ha instalado en los últimos tiempos, al menos en cuatro casos: el ingreso a domicilios donde se encuentran ancianos solos.
Un extraño llamado telefónico, golpes a la puerta y un ingreso violento fueron capítulos transcurridos en la convivencia no deseada durante algo más de una hora de dos delincuentes con el rostro cubierto, un tercero que apareció en la escena y que se empeñó en no ser visualizado de ninguna manera y mi madre: una mujer de 86 años, con apenas unos pocos pesos y algunos ahorros de sus haberes jubilatorios.
Dinero, ropa diversa, alguna alhaja, bolsos y otros elementos fueron el botín que sacaron por el patio luego de saltar un paredón, también parte de nuestra preciada herencia: algunos componentes del recado paisano de mi fallecido padre.
Varias horas de espera para la llegada del Perito en Rastros, quién provenía de Tres Arroyos y cuya entendible demora estaba relacionada a un hecho de sangre acontecido en Gonzáles Chaves. Circunstancia que me retrotrajo a una reunión de días atrás donde el Ayudante de Fiscal Marcelo Romero Jardín, había concurrido al Concejo Deliberante solicitando gestionar una oficina permanente de la Policía Científica en nuestro ámbito y la incorporación de personal para la misma, oportunidad que sirvió para destacar el importante aporte e idoneidad de un efectivo oriental, Martín Fernández.
Durante las largas horas de espera y tras la partida de varios policías quedamos con mi madre y la agente Jorgelina Ayzaguerre (hija del recordado “vasco”), quien resultó muy contenedora y con la que departimos sobre el hecho acontecido, de este Dorrego que ha cambiado y también de cosas de la vida.
Sobre las 8 de la mañana con el levantamiento trunco de pruebas (actuaron con guantes) y tras firmarse la denuncia correspondiente partieron efectivos y móviles, incluyendo el de la Patrulla Urbana donde debo destacar la predisposición de Abel Rodríguez.
La reconstrucción del hecho en el relato de mamá permitió enterarnos de vecinos solidarios como Carlitos que vive enfrente, de otros que no conocía y que la auxiliaron camino a la Comisaria, tal el caso de Mirna Pelaez y su esposo.
Luego la catarata de llamados y mensajes y la lógica repercusión que hace a mi exposición pública, también la gentil comunicación de Marcelo Romero Jardín, funcionario que es merecedor de todo mi respeto y confianza.
El caso de mamá Hilda se suma a otros, se inscribe en un listado de sucesos que nos indican de la tranquilidad perdida, también del cambio de códigos, de un perfil comunitario distinto donde lo que antes no sucedía hoy es parte de una realidad que en menor o mayor medida nos afecta “a todos y todas”… la inseguridad.
No pido un trato deferente, convencido de la igualdad ante la ley solo espero que el debido proceso –aunque parezca iluso- arroje resultados positivos.
Tomo como valiosa la decisión de la Unidad Fiscal Descentralizada que pide en referencia al robo a ancianos “al jefe de la comisaría, Santiago Gallego, y al jefe de la DDI Tres Arroyos (con injerencia en Dorrego), que el personal a su cargo extreme las medidas para recabar elementos de prueba que permitan determinar la autoría de los hechos y el destino de los bienes sustraídos”.
Agradezco las muestras de solidaridad, las diversas comunicaciones, la atención recibida por todo el personal interviniente.
Como hijo siento dolor y bronca, como hombre público motivaciones para continuar bregando en la búsqueda de soluciones a una problemática de inseguridad que tiene varios matices: crecimiento de las adicciones, sucesión e incremento de hechos contra la propiedad y la personas, rotura de los viejos códigos de pueblo. También falta de inserción, desigualdad, márgenes de pobreza demostrados por las más de 1000 familias que se atienden socialmente desde el municipio, carencia de viviendas, hacinamiento y perdida de la cultura del trabajo que nos inculcaron nuestros viejos y abuelos.
Tenemos que preocuparnos y ocuparnos por la inseguridad, pero también por la marginalidad, la desocupación, el ocio, la falta de oportunidades y LA DROGA.
Móviles, efectivos que llegaron y otros que se prometen, cámaras de seguridad, botones antipánico, custodios comunitarios, rejas, perros de gran tamaño y dientes afilados y algo que no sugiero ni comparto: una sociedad cada vez más armada… y asustada. Nada parece alcanzar ante un flagelo global del que no estamos al margen.
Desde hace años he sido crítico de una deuda pendiente de los distintos responsables de la seguridad local: el escaso índice de esclarecimientos en los delitos contra las personas y las propiedades en relación con los hechos acontecidos, algunos de los cuales no se denuncian.
También que a Dorrego se lo mira de soslayo: si hay efectivos que investigan correctamente, tal como sucedió con algunos casos puntuales los llevan a otros lados, si tenemos un buen Perito en Rastros tenemos que compartirlo y el Jefe de la Departamental, a excepción de los tiempos de Fittipaldi, casi no cruza el puente del Quequén para saber lo que nos pasa.
Por estas horas he recibido diversidad de teorías sobre este hecho y otros acontecidos y no pocos me han hablado de “interna policial…”
No descarto hipótesis, pero no deseo convertirme en investigador. Respeto el marco institucional.
Vuelvo a insistir en lo dicho desde los micrófonos de LA DORREGO y ahora en este texto: NO QUIERO NI PRETENDO UN TRATO PREFERENCIAL.
Quienes tenemos funciones conferidas por la voluntad popular no podemos ni debemos mirar para otro lado, tenemos que tener la suficiente firmeza y decisión (“sin inmiscuirnos en otras jurisdicciones”) para producir cambios, pedir soluciones y buscar desde la acción, las ideas y la responsabilidad las respuestas necesarias que le otorguen a todos los vecinos: SEGURIDAD, CONFIANZA Y TRANQUILIDAD.
Lejos de retroceder en el reclamo, he de reforzar mi compromiso y voluntad en pos de un DORREGO más seguro, confiable, pluralista e inclusivo”.