Política

Congreso hiperpolarizado, ¿Congreso bloqueado?

El vuelco conservador de Macri en su discurso sobre derechos civiles le permitió tomar votos de Gómez Centurión, Espert y Lavagna y consolidar un bloque que, sin ser mayoría por sí solo en Diputados, será insoslayable a la hora de legislar. Si Cambiemos no se rompe, el Presidente tendrá más diputados propios que Alberto Fernández. ¿Será un bloque dialoguista?

Por Noelia Barral Grigera (*)

La remontada final de Mauricio Macri entre las PASO y las elecciones de este domingo no le impidió a Alberto Fernández consagrarse como presidente electo pero sí le alteró los planes de lograr un gobierno con amplio dominio sobre todos los resortes del poder en la Argentina. Entre ellos, el Congreso. Fernández buscaba un resultado que le permitiese mostrar un insoslayable respaldo en los municipios, las provincias y las dos Cámaras legislativas para enfrentar al FMI desde ese lugar de fortaleza política. Macri interfirió en sus planes.

Juntos por el Cambio mejoró su performance de las primarias en los 24 distritos electorales. En algunos mucho, como en Salta, adonde creció más de 14 puntos entre agosto y octubre; y en otros menos aunque con mejoras nada despreciables, como Santiago del Estero (4,,22 puntos más), La Pampa (5,02) o Buenos Aires (5,11). El crecimiento global de 7,5 puntos porcentuales más a nivel nacional le permitió a Macri sumar 9 diputados más que los que le pronosticaban las PASO. De ellos, además, la mayoría son propios: 6 son de PRO, 2 de la UCR y 1 de la Coalición Cívica. Macri tendrá entonces, si Cambiemos no se divide, 119 diputados propios. Un número superior a los 112 propios de Fernández, que -como todos los oficialismos- podrá acercar a bloques provinciales como los santiagueños y los misioneros, para quedar a las puertas del quórum propio.

En su vuelco hiperconservador en derechos civiles, que tomó como bandera el rechazo a la legalización del aborto, el Presidente encontró uno de los principales explicadores de su crecimiento electoral. En la previa de la elección, el Gobierno estimaba que podría encontrar allí más de un millón de votos, y el cálculo fue correcto. Tomó votantes de José Luis Espert, de Juan José Gómez Centurión, de las expresiones marginales que habían quedado afuera tras las PASO, como Alejandro Biondini o José Albarracín, y hasta de un Roberto Lavagna que nunca se pronunció por la ampliación de los derechos reproductivos de las mujeres.

Las otras dos patas clave de la elección de Juntos por el Cambio fueron la apuesta por la oposición al kirchnerismo (que terminó de desinflar la candidatura de Lavagna, que perdió medio millón de voto entre las PASO y las generales) y el aumento en la participación, incluso entre los residentes en el exterior. Entre esos argentinos, que se volcaron masivamente a las embajadas y consulados, la participación se triplicó. Aunque esos votos están todavía siendo escrutados, Cenital pudo saber de fuentes del servicio exterior que la proyección es, en el trazo grueso, de 70 a 30 a favor de Macri.

Con los 9 diputados que recuperó entre las PASO y las generales, Juntos por el Cambio tendrá 119 bancas sobre un total de 257. Un número que está a apenas diez escaños del quórum propio y que lo deja, al menos en la Cámara de Diputados, como una voz muy potente, con un número que no tuvo ninguna oposición en la historia reciente. Esa fortaleza dependerá de que el interbloque hoy oficialista se mantenga unido después del 10 de diciembre, un hecho que aún es una incógnita aunque la remontada final en las urnas podría ayudar a la cohesión.

Hay un sector dentro del macrismo interesado en garantizarle a Alberto Fernández 18 meses de gobernabilidad. Sergio Massa, diputado nacional electo y futuro presidente de la Cámara de Diputados, ya negocia con ellos los lineamientos generales de la convivencia que imagina con lo que él llama «oposición inteligente». Podrá articular además con los seis diputados que resultaron electos en las listas de Lavagna, además de los 20 restantes, distribuidos en bloques provinciales.

Sin embargo, con el Presidente fortalecido de cara a la discusión interna, habrá que ver si el Macri grietero y derechizado de la remontada electoral es el que se impone como jefe en esas discusiones legislativas o si, envalentonado, apuesta por un Congreso bloqueado que le dificulte al Frente de Todos los dos primeros años de mandato en la Cámara baja.

El Senado, en tanto, jugará su partido aparte. Con mayoría clara del peronismo, que incluso tiene quórum propio, y la conducción de la vicepresidenta electa, Cristina Fernández de Kirchner, la Cámara alta podría terminar siendo el contrapeso de un macrismo fortalecido en Diputados.

(*) Nota escrita en www.cenital.com

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