POR CARLOS MADERA
Cada 24 de marzo, en el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia se conmemora a las víctimas de la última dictadura militar, autodenominada «Proceso de Reorganización Nacional», que usurpó el gobierno del Estado nacional argentino entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983.
Que conmemoramos ? las victimas que solo sirvieron para el debate varios de estos años en cuanto a su número, ni su consecuencia, ni su derivación, ni su propia muerte.
Que conmemoramos ? que todavía faltan hallar un sinnúmero de bebes apropiados por los asesinos con inmensas complicidades de la sociedad civil y eclesiástica ? Conmemoramos las torturas , año a año explicitadas de distinta forma ante evidencias que no terminan de conocerse luego de 42 años ?
Comprobamos la deshilacha versión oficial de hoy día, tratando de reivindicar toda la historia, no solamente la de la muerte ? replanteando la libertad de condenados en delitos de lesa humanidad.
El 24 de marzo del aquel año comenzó algo más que lo que luego fue el horroroso resultado para generaciones venideras. Los sentires de distinto tipo, apuntados para ser aplacados por distintas vías, ha tenido su éxito en el correlato y no precisamente por la aniquilación física.
La re significación del presente, no tendrá parámetros de tabulación histórica ni de justicia, sin tener en cuenta perfiles económicos, sociales, sin perder de vista el contexto, pero sin dejar de buscar elementos e ideologías de base que no prescriben, por el contrario gozan de la mejor salud, propiciando aggiornados avances significativos e históricos sobre derechos adquiridos y luchados por la mayoría de la Argentina en todos los tiempos.
El problema es creerlo algo del pasado, algo que no merece ser revivido en el presente, algo que debe olvidarse para dar paso a la gran reconciliación nacional, en la que todos, absolutamente todos los argentinos nos demos la mano olvidando clases sociales, poderíos económicos y explotaciones , sin olvidar la alegría claro, elemento fundamental. Todas las variantes culturales han sido transformadas desde aquella larga noche en la que se convirtió la dictadura militar en el gobierno de facto de Argentina, momento en el cual un sector privilegiado de la sociedad, completamente convencido de su rol, sentía el poder de ser dueño de la vida y la muerte de miles de personas. Pero sin lugar a dudas, su intromisión en la historia fue fundamental para un cambio radical en el modelo económico del país.
La frase Nunca Más , tan corta como polémica, hizo historia, por su trasfondo político en el correlato zigzagueante en los tiempos y sus propios protagonistas, pero lo que quedó, marca: ,¿Nunca más a la desaparición, tortura y exterminio? ¿Nunca más un golpe ? A partir de esta serie de preguntas, muchos sectores sociales estarían en desacuerdo con las respuestas. Hay un sentido común en recordar algo trágico en la historia y no analizarlo. ¿Todos construyen la misma idea de lo que implica? O ¿hay quienes siguen defendiendo ese plan económico?. ¿Las desapariciones son algo del pasado? ¿Y todos los pibes que mueren en manos de la policía que permite mantener a muchas personas el mismo pensamiento que en el año ’76? Hay cantidad de personas que siguen sin conocer su identidad porque fueron apropiados al momento de nacer. Es importante insistir en la siguiente pregunta: ¿es que todo esto es algo del pasado? O los hijos de la democracia como se auto excusan nada tienen para decir?
Entonces, ¿cuándo se habla de Nunca Más a qué se refieren? Esta respuesta seguramente sea diferente según quien sea el receptor de la pregunta. No por nada el golpe de estado fue cívico-militar – eclesiástico (y es necesario insistir en ello), con todas las implicancias de civiles
cómplices de la dictadura, junto a jerarquías eclesiásticas, muy cerca del terror, empresarios que se enriquecieron por el nuevo modelo económico imperante y medios de comunicación que no cuestionaron (y también se enriquecieron formidablemente) en lo más mínimo al gobierno de facto.
Estos sectores realmente han sido beneficiados (aún hasta el día de hoy) por brindar su apoyo o silencio. No en vano es necesario el análisis, todos estos son conflictos que nos interpelan en el presente.
Es necesario comprender la importancia de realizar estos cuestionamientos para lograr un debate profundo sobre lo que se busca reflexionar con la instauración del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Pensar un JAMAS que se siga aplicando al presente, experimentarlo como un manifiesto por la vida y seguir exigiéndolo ante un sector determinante de la sociedad que solo permite asumirlo como algo del pasado.
Los trazos generales del comentario no conllevan nada nuevo, sino fuera por la reinstauración hace un par de años de un modelo económico- social en el país, que ya mas que preocupar, desespera y no en términos de justificar una conmemoración , sino la más cara, de la sociedad argentina. Pero no es a lo lejos, ni con profundas reflexiones tratando de ser originales cada año que pasa, como se significa la fecha. Se trata de un 24 de marzo, ni un día antes, ni uno después, a la luz de todo, ante todos, aunque por lo general estemos solos, aunque los recuerdos y sentimientos inician en forma personal. La memoria colectiva, es fácilmente manipulable, más aún con determinación hacia ello, la desviación parece de manual, aun así, no dejo de tener esperanza sobre un monumento en la plaza principal que recuerde los asesinados-desaparecidos de mi pueblo en la plaza de mi pueblo, por el contrario está más viva que nunca. La decisión de un funcionario, cualquiera que sea no traduce ni refleja reconcomios, que además les son ajenos, por sentires que el tiempo no erosiona ni distrae. Lo de cada día que nos toca vivir, nos recuerda que casi, casi, estamos en el mismo lugar.
El reaseguro para modificarlo se sigue centrando como siempre en la capacidad y la información, en la necesidad imperiosa del compromiso colectivo y en la creencia que todos debemos tener las mismas oportunidades, por siempre preservando el derecho a ello y sin claudicar por la vida misma, esa que tanto se discute en otros etapas, por estos días.
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