Una ONG advierte sobre el posible cierre de escuelas de campo
«… Estamos relevando distintos parajes y vemos que son cada vez más las malas noticias, con la idea de centralizar chicos en escuelas de ciudades cabecera, cuando la escuela rural es parte del patrimonio intangible de un pueblo” (Leandro Vesco, titular del Proyecto Pulpería).
El Pensamiento está a unos 30 kilómetros al sur de Coronel Pringles. Es un pequeño caserío alrededor de una vieja estación de tren del desaparecido Ferrocarril Rosario a Puerto Belgrano, donde viven cuatro familias, vinculadas fundamentalmente con el campo.
No hay electricidad, aunque hace un par de años se gestionó y casi se consiguió su llegada. La red pasa a 3 kilómetros del pueblo, pero nadie quiere hacerse cargo de la extensión. Hoy, la luz en las casas se enciende gracias al funcionamiento de motores a explosión.
En la Escuela Primaria Nº 9 José Ingenieros y el JIRIMM Nº 5 hay paneles solares, y un motorcito por las dudas. Mediante diversos programas del Estado también se consiguieron un proyector, impresoras, cinco netbooks y una PC que hace las veces de servidor, que permite la actualización del software y el acceso a internet de todos estos artefactos. La conexión se usa para todo: consulta de información, descarga de contenidos y comunicación a través de redes sociales.
Este es el punto en el que llega el baño de realidad: hace varios meses que no hay internet, porque la Provincia cortó el servicio.
La conexión se hizo vía satélite hace un par de años a través de una gestión de la ONG Proyecto Pulpería, con la instalación de una antena de la empresa Claro; pero sólo duró unos meses y terminó cortándose. Desde la empresa de telecomunicaciones se aclaró que no es una cuestión propia; mientras que desde la dirección de Comunicaciones bonaerense les aclararon a los docentes que si bien el establecimiento figura como receptor del servicio, la Provincia viene dando de baja el soporte de internet a escuelas rurales. Incluso, este año hubo un intento de la prestataria de retirar los equipos, algo a lo que las maestras se negaron en forma tajante.
Algunos se arriesgan a más y se refieren a un intento de cierre de estos establecimientos, una posibilidad descartada casi de plano por parte de la única docente del JIRIMM, Silvia Munz: entre ambas instituciones -que comparten edificio- este año tuvieron seis alumnos, y el año que viene serán nueve.
“Es una lástima que no tengamos internet, porque los equipos están y se pueden usar, sobre todo para que los chicos puedan investigar. Cuando nos dimos cuenta que no teníamos más conexión, averiguamos cuánto nos costaría, pero es un montón de dinero y la cooperadora no puede pagarlo”, cuenta.
El servicio llegó en 2016 y durante unos 6 meses todo marchó correctamente. Después comenzaron las oscilaciones de la señal, hasta que un día dejó de funcionar.
“Pensamos que había algún problema, nada más, que había habido algún problema de configuración por el viento. Tiempo después consultamos con Claro y desde el área de Comunicaciones de la Provincia nos dijeron que nos habían dado de baja”, relata Munz a La Nueva.
Por su parte, Leandro Vesco, titular de la ONG Proyecto Pulpería, se mostró en contra de lo que está ocurriendo y dijo que “vamos a hacer todo lo posible para que la escuela siga teniendo internet”.
“Estamos relevando distintos parajes y vemos que son cada vez más las malas noticias, con la idea de centralizar chicos en escuelas de ciudades cabecera, cuando la escuela rural es parte del patrimonio intangible de un pueblo”, lamentó. (La Nueva.).