La ciudad

HASTA SIEMPRE NEGRO QUERIDO

NOTA DE FABÁN BARDA

En el difícil arte de pedalear ante la vida, jamás se rindió. En el difícil arte de pedalear, en esa particular disciplina deportiva que es el ciclismo, hizo un arte de su esfuerzo.

Ha muerto “El Negro”, Rubén Omar Coria, símbolo del ciclismo dorreguense. Buen tipo aun en vida, por aquella de la vieja canción cubana que dice que la muerte embellece.

“El Negro” fue también el arquetipo típico del dorreguense. Buena persona, buen vecino, alegre, participativo. Te lo podías encontrar en los lugares menos imaginados. Habitué de la sede de Independiente, trajinador de la zona bancaria en el horario en que los bancos permanecen abiertos cumpliendo otras tareas siempre para la empresa en la que trabajó casi toda su vida, o en la sede del Club San Martín o en “peñas” con sus amigos, un verdadero ritual de pueblo en las que Rubén Omar divertía con su intento de imitaciones y sus ya consagrados cuentos.

Sin dudas que fue y será el símbolo del ciclismo dorreguense. Por trayectoria, logros y porque corrió con todos los grandes del deporte del pedal dorreguense.

Ya en 1905, aclaramos que “El Negro” no había nacido, hay testimonios de un gran encuentro ciclístico en la ciudad que apenas tenía unos 25 años de vida, después vino la etapa en la que un wing derecho de Independiente, devenido con el tiempo como cantor de tangos de las orquestas de Canaro y Di Sarli, Oscar Murillas, brillaba en el firmamento de las dos ruedas.

Las generaciones futuras tuvieron el brillo de una generación de ciclista en las que encontramos la figura estelar de José Angel “Pepe” del Valle, “El Negro” Bosco, Nino D´annunzio, los Ocaña, los Sagasti y, ahí, estaba Rubén Omar Coria, construyendo una carrera que atravesó su adolescencia hasta la “veteranidad”. Con Del Valle, Bosco y “Pascualito” Moulia representaron al rojo de Dorrego en toda la región. Llegó a codearse con la última camada de los ciclistas que por impulso del querido Martín Roa, con la organización de la Sociedad de Empleados de Comercio, le dieron a Dorrego las últimas competencias en circuitos callejeros de la ciudad en los años 80 y principios de los 90 del siglo XX.

En la década del 70, en el Barrio de los Turcos, bajo la organización del Club Sirio Argentino, ya que con su tricota naranja con la inscripción Tienda “La Florida” que la acompañará hasta sus últimas competencias, no solo protagonizará los recordados duelos con “Michulín” Colantonio si no que se medirá con el gran Daniel Loyzaga que, precisamente en esos años, se consagrará Campeón Argentino de Ciclismo.

Entre modas, cansancio de instituciones y hombres para apuntalar el ciclismo institucionalizado, Rubén siguió con su derrotero hasta casi el fin del siglo que pasó.

Su vida laboral fue muy conocida. Se formó y se moldeó al lado de un gran hombre, “Chingolo” Álvarez y, la mutua fidelidad entre la familia Álvarez y “El Negro”, siguió hasta hoy.

Esa impecable bicicleta “Legnano” con los tubos finos que usó toda la vida era el emblema, su bandera.
Quien esto escribe en muchas noches de bohemía, a pedido del “artista”, en improvisados escenarios de algún asado o paella con amigos, se convertía en “Cacho” Fontana o Antonio Carrizo para presentar a Carlos Monzón (su más lograda imitación).

A seres humanos como el “El Negro” Rubén Omar Coria solo se los puede recordar con la nostálgica alegría de haberlo conocido.

Descansa en paz…. eso sí… quiero escuchar “La Ruperta” por última vez. (20-05-25).

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