LA DORREGO

Posición en póker: por qué es clave y cómo aprovecharla al máximo

En el póker, no todo se trata de las cartas que te tocan. Hay un factor que los jugadores con experiencia saben que pesa tanto como un buen par de ases: la posición en la mesa. ¿Qué significa esto? Básicamente, dónde estás sentado respecto al repartidor marca cómo juegas cada mano, cuánto arriesgas y cuánta información pillas de tus rivales. Desde las ciegas hasta el codiciado botón, cada puesto tiene su truco, y entenderlo puede ser la diferencia entre salir con las manos vacías o llevarte el bote.

El asiento que puede cambiarlo todo

La posición no es solo un detalle para frikis de las estadísticas; es el alma del juego. Actuar primero te pone en desventaja, como ir a ciegas por un camino lleno de trampas. Pero si eres de los últimos en hablar, tienes el lujo de ver qué hacen los demás antes de mover ficha. Es un poder silencioso que, bien usado, te da ventaja en cada ronda.

El botón: el rey de la mesa

Si alguna vez has jugado Texas Hold’em —o incluso si solo lo has visto en la tele—, habrás notado ese disco que va girando: el botón. Ese pequeño marcador señala quién reparte y, más importante, quién tiene el mejor asiento de la casa. Estar en el botón significa que hablas último en las rondas después del flop, y eso es oro puro. ¿Por qué? Porque puedes observar cómo apuestan, se retiran o farolean los demás antes de decidir si vas a por todas o te echas atrás. Plataformas como jugando online al poker con dinero real te dejan sentir esa adrenalina en cada mano, y el botón es donde realmente puedes brillar.

Pongamos un caso sencillo: te llegan un 10 y una jota del mismo palo. No es una maravilla, pero tampoco un desastre. Si estás en el botón y todos antes han pasado, puedes subir la apuesta con confianza, sabiendo que nadie ha mostrado fuerza. Ahora imagina lo mismo desde una posición temprana: sin saber qué viene detrás, esa jugada sería mucho más arriesgada. El botón te da control, y los buenos jugadores lo exprimen hasta la última gota.

Las ciegas: el precio de entrar al juego

En el otro extremo están las ciegas, la pequeña y la grande, esos puestos justo después del botón donde tienes que poner pasta antes de ver tus cartas. Es como pagar peaje para sentarte a la mesa, y no siempre es un lugar cómodo. La ciega pequeña habla primera después del flop, y la grande va justo detrás, lo que te deja con poca info y mucha presión. Si te toca un rey y un as, genial, pero con algo mediocre como un 7 y un 2, estás metido en un lío desde el arranque.

Sin embargo, las ciegas no son solo un castigo. También te obligan a jugar, y ahí está el desafío. Digamos que la ciega grande te cuesta 100 fichas y alguien sube a 300. Con un par de ochos, puedes defender tu posición y ver el flop, esperando pillar algo bueno. Los pros saben que, aunque las ciegas duelan, son una oportunidad para sorprender cuando los rivales menos lo esperan. Es cuestión de leer el momento y no dejarte llevar por el agobio.

Actuando último: el arte de la paciencia

La verdadera magia de la posición brilla cuando eres de los últimos en hablar. No es solo el botón; cualquier asiento cerca de él —como el cutoff o el hijack— te da una ventana a las intenciones de los demás. Imagina una mesa de seis jugadores: estás en el cutoff, penúltimo en actuar, y te llegan un as y un 10. Dos antes de ti suben fuerte, otro iguala. Con esa info, puedes tirar las cartas sin remordimientos, ahorrándote un disgusto. Si hubieras estado primero, quizás habrías apostado a ciegas y perdido más de la cuenta.

Ahora, cambia el escenario: nadie sube, solo hay un par de jugadores tímidos que igualan. Desde esa posición tardía, puedes apretar el acelerador con una apuesta que los saque del bote. Es como tener un radar: ves las señales y decides si bluffeas o vas en serio. Los novatos suelen infravalorar esto, pero los que llevan tiempo en la mesa saben que actuar último es un arma que corta como navaja.

El caos de las posiciones tempranas

Estar al principio de la ronda —los primeros asientos después de las ciegas— es como jugar con los ojos vendados. No tienes ni idea de lo que viene detrás, y cada apuesta es un salto al vacío. Con una pareja de sietes en la primera posición, ¿te animas a subir? Puede que te salga bien si todos pasan, pero si alguien en el botón contraataca con un all-in, te quedas con cara de póker —nunca mejor dicho—. Aquí, la cautela manda: solo las manos fuertes sobreviven.

Aun así, no todo es malo. Una posición temprana te da chance de marcar el ritmo. Si entras con un par de ases y subes duro, puedes asustar a los que vienen detrás. Es un movimiento arriesgado, pero bien jugado, pone a los demás a bailar a tu son. La clave está en no volverse loco: en estas sillas, menos es más.

¿Y cómo sacarle el máximo partido?

Aprovechar la posición no es solo cuestión de suerte; es estrategia pura. Desde el botón, puedes permitirte bluffear más, porque tienes el control de la narrativa. Con un 9 y un 8 de corazones, por ejemplo, ver el flop barato y luego subir si sale algo decente es un clásico que funciona. En las ciegas, defiende con cabeza: no te cases con cada mano solo porque ya pusiste fichas. Y en posiciones tempranas, juega sólido, esperando esas cartas que realmente peguen fuerte.

El truco está en adaptarte. No hay una fórmula mágica que valga para todas las mesas —el póker es un baile de intuición y cálculo—, pero la posición te da pistas que no encuentras en las cartas solas. ¿Te has fijado cómo los pros parecen leer la mente? No es magia; es que saben dónde están sentados y cómo usarlo. En plataformas online como GG Poker, donde el ritmo es rápido, esto se nota aún más: un clic en el momento justo puede cambiarlo todo.

Un juego de mentes y sillas

La posición en el póker no es un detalle menor; es el hilo que teje cada mano. Te da poder o te lo quita, te deja ver o te ciega. Desde el botón que manda hasta las ciegas que te atan, cada asiento cuenta una historia. Claro, no todo depende de dónde te sientes: una mala racha o un rival con suerte pueden tumbarte igual. Pero dominar la posición es como tener una brújula en la tormenta.

Así que la próxima vez que te sientes a la mesa, física o virtual, echa un ojo a ese disco del botón. Pregúntate: ¿cómo juego desde aquí? Porque en el póker, no solo cuenta qué tienes en la mano, sino desde dónde la juegas. Y eso, amigos, es lo que separa a los que prueban suerte de los que la hacen. (25-03-25).

 

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