Estremecedor relato de Guillermo Pérez Roldán sobre el maltrato que sufrió: “Me pregunto cómo pudo ser tan malo mi padre”
Fue una de las estrellas del tenis argentino, pero escondía una historia de padecimiento por el maltrato de su padre-entrenador. “Dejé de jugar en el 93 y en el 94 no tenía más plata”, cuenta a horas del estreno de su documental
Lo hicieron jugar a pesar de ser epiléptico convulsivo, compitió desgarrado y cada derrota era un sermón en la ducha y un castigo en el que perdía dignidad y algún diente. Ese maltrato lo llevó a intentar quitarse la vida en dos ocasiones. Con 3 hijos y uno por nacer, Rocky Pérez Roldán quiere dejar su historia en un documental como legado, “para que no vuelva a haber una historia similar”.
Hoy se estrena el documental “Guillermo Pérez Roldán confidencial”, un relato descarnado en el que se recuerda su ascenso en el tenis mundial, pero también su padecer, su martirio. “En algún minuto los miedos me alcanzaron y la paciencia se me terminó”, comenzó a contarle a Infobae el ex tenista. La fuerza del nacimiento de su tercer hijo, Damián, en medio de la pandemia, le permitió reflexionar que algo tenía que hacer con su experiencia de vida que le tocó pasar, “algo más que haber sido un simple tenista, quiero poder hacer algo más por los niños”, y así nacieron estos tres episodios de National Geographic que se emitirán por Star+.
“¿Vos me preguntás de dónde saqué la fuerza para comentarlo? Del nacimiento de mi hijo, eso me dio valor, porque tuve el sentimiento de protección de un papá. Ese nacimiento derivó en miedo y ese miedo en razonamiento”, confesó Guillermo acerca de su liberación en hacer público algo que se contaba en voz baja.
Alejado de sus padres y sin contacto con su hermana Mariana, también ex tenista, comienza a desandar el camino en la charla con Infobae y se sitúa en 1983, cuando con 14 años sintió que había comenzado su tormento, “aunque mi vida ya era tormentosa -dice-, porque en un primer momento era un maltrato con todos, tanto con mi hermana como con mi madre, también. Pero todo se agravó cuando apareció el tema económico y toda la atención se posó sobre mí, porque era yo el que iba a generar el dinero. Se transformó en algo morboso, ahí empezó el delirio absoluto y más aberrante”.
Raúl Pérez Roldán, su padre y entrenador, parecía no tener límites. Había generado una máquina de jugar tenis y pretendía recoger sus frutos sin importar las formas y, según el relato de su propio hijo, perdiendo el foco: “Ese señor veía que yo tenía todas las armas como para generar más dinero y dejé de ser un hijo para él, para pasar a ser un proyecto. En ese momento empecé a sufrir mucho más las consecuencias”.
El relato de Guillermo no se detiene, la angustia del recuerdo anuda su garganta y se vuelve a parar en el tiempo, justo tres años después de donde comenzó su narración. Era tal la violencia y la manipulación psicológica ejercida por su padre, que en dos ocasiones intentó quitarse la vida. “Yo, yo -titubea Guillermo-, tenía 17 años y con todo el revuelo de lo que me pasaba, cargué la pistola que me había regalado mi abuelo, le puse dos balas de las 5 que podía cargar, la giré y ¡pam-pam! Disparé dos veces seguidas para ver si me daba, y no me tocó. Yo venía de ganar 3 torneos ATP, todo el mundo hablaba del ‘Roockie’ del año y yo estaba viviendo un martirio inhumano. Fueron dos episodios en donde yo no quería vivir más, por muchos motivos que se juntaron en ese minuto, y no quiero contarlo, porque es demasiado fuerte e involucra a terceras personas. Pero había hecho una elección para ver si tenía que seguir o no. Y no, para mí, eso significaba que tenía que seguir”, cuenta en detalle.
Si bien el ex tenista asegura que sólo ha contado un puñado de situaciones de maltrato de las “300 o 400 historias” que componen el retrato de una vida llena de violencia, prefirió hacerlo así, “contando lo mínimo indispensable, como para que la gente pueda hacer su propia interpretación”. A pesar de ello, todas las situaciones que menciona son de un alto grado de agresividad, desde provocarle asfixia, sumergirle la cabeza en inodoros, darle golpes con cinturones en el cuerpo desnudo y otras en “donde había arrancada de dientes”.
– Todo efecto de los golpes
– Exacto. ¿Ves todos estos dientes? (entreabre la boca y muestra los frontales superiores, que lucen por demás blancos). No son míos, a todos estos dientes los tenía rotos y me los tenía que andar acomodando así (dice introduciendo su dedo índice por detrás de los dientes y haciendo la mímica de acomodarlos hacia adelante).
La carrera de Guillermo Pérez Roldán comenzó a forjarse desde muy chico y destacó en Roland Garros, pero se lo veía tímido, cabizbajo. “Es que siempre fui un tipo solitario, porque me daba vergüenza mi vida, me daba vergüenza esconderme. Yo ganaba millones de dólares y tenía que andar pidiendo 100 dólares para poder comer, salir o darme algún gusto. El control de mi padre sobre mí era absoluto”, dice sin ningún tipo de reservas.
Tal era el poder que su padre Raúl ejercía sobre él, que fue llevado a jugar un torneo con un desgarro abdominal de 2 o 3 centímetros, “¡imposible! -grita-. O con un pie lastimado por una astilla que me traspasó de abajo hacia arriba. Yo fui obligado a jugar esguinzado Roland Garros junior, con un dolor terrible durante los tres primeros partidos. Yo me lesioné jugando al fútbol con otros chicos y él me agarró el pie, me lo vendó así no más, me dijo ‘por pelotudo’ y me mandó a jugar con el pie hinchado. Yo no podía caminar, tenía mucho dolor a cada paso, porque no estaba infiltrado. Y gané el torneo. Lo que pasa, es que era eso o lo otro -lo dice con resignación-, y esto fue combinado. Fue eso y también lo otro, porque gané el torneo”.
Guillermo dice que en el documental cuenta lo que parecen un par de días, cuando en realidad fueron años, donde las consecuencias no solamente se dieron mientras jugaba, los golpes y la presión psicológica, “sino que continuó después de terminada mi carrera, cuando me enteré de que me faltaba todo el dinero que había ganado”.
Raúl hacía y deshacía los números a su antojo. Mariana Pérez Roldán ya le había comentado a este medio que su padre les había hecho firmar un poder para representarlos y manejar el dinero que ganaran, dinero que sus hijos nunca verían.
Guillermo tenía cuentas en un banco de Suiza, en donde la ATP depositaba los cheques de los premios, en el cual, por ser menor de edad al momento de la apertura esas cuentas, su padre y su madre debieron hacerse responsables con su firma. Por lo que, para movilizar ese dinero, había que contar con el autógrafo de ambos o, al menos, de uno de ellos. “Yo no confiaba en mi padre, pero estábamos haciendo una cosa familiar y alguna vez iba a disfrutarlo. Habíamos comprado campos, teníamos una casa, yo tenía como 6 autos, un restorán, 80 caballos pura sangre de carrera, entre yeguas madres y potrillos, porque a él le gustaban las carreras y las apuestas. Pero además de eso, había 3 millones de dólares en el Banco suizo. Yo terminé mi carrera a fines del ‘93 y en marzo o abril del ‘94 llamé al banco y ya no había más plata. Me dijeron que no me podían informar adónde fue el dinero ni nada, sólo que tuvieron que haber firmado mi viejo y mi vieja. No sé si ella lo habrá hecho obligada o no, pero debió haber firmado”, recuerda con indignación, para demandar: “¡Y yo no tengo casa! Con toda la que gané, yo no tengo casa. Con mi mujer Daniela (con quien se casó hace ocho años) compramos un terreno para ver si podemos empezar a construir una para nosotros. Por eso, me queda mucho por lograr en mi vida y lo quiero realizar, porque se lo quiero dar a mis hijos, porque el amor es dar, simplemente eso, dar”.
Por eso es que Guillermo no comprende la razón de que le sigan llegando mails de “ese hombre” -como suele mencionar a su padre-, con palabras y frases inculpándolo de todo lo que le sucedió. “Yo me pregunto cómo pudo ser tan malo, tan indigno de pretender vivir a costa de su hijo y, después de esto, ¿por qué sigue con la manipulación? Yo miro a mi hijo de 2 años y 3 meses y no me imagino cagándolo a palos dentro de 2 años. ¡No, no! Entonces, ¿cómo puede ser que me haya pasado todo eso a mí?”, se pregunta sobresaltado en el living de la casa que alquila en Santiago de Chile.
– ¿Cómo hacías para dormir de noche?
– Eso era un tema de toda la vida, para mí, porque he pasado noches enteras sin poder dormir. Cuando era jugador me pasaba con el insomnio. De hecho, soy epiléptico convulsivo y jugué toda mi vida sin saberlo. Yo he tenido ataques desde los cuatro años y hasta de 27 minutos de duración, con una disritmia cerebral. O sea, me olvidaba de las cosas. Pero de todo esto me entero después de que culminé mi carrera. Yo no podía sobre exigir mi cuerpo y era una cagada a palos todos los días. Entonces, me pregunto cómo pude hacerlo.
La manipulación psicológica y el maltrato físico aparecen en el medio de cualquier gran logro tenístico que haya podido conseguir, pero eso es cuestión del pasado “y posarse allí es quedarse nadando en el barro”, sostiene Guillermo, quien tiene la fuerte convicción de seguir con mi vida. “Soy padre, ante todo, fui un jugador y no me quedé con eso, trabajé toda mi vida para poder salir adelante y lo único que pretendo ahora es que se me dé la oportunidad de poder hacer algo más y dejar como un legado o quizás algún inicio de algo para que en el mundo del tenis no haya otro Guillermo. Ese es mi gran anhelo”, dice con énfasis.
Pero esta vez, Rocky no se quedará con el relato en el documental o la simple denuncia social, dará un paso más allá, con el asesoramiento de su abogado Juan Ignacio Pascual, quien tiene todo preparado para realizar la denuncia penal en la localidad de Azul, que tiene jurisdicción sobre Tandil, y se basará “en el accionar delictivo llevado a cabo durante varios años, pero no tomándolos como hechos únicos o aislados de lesiones o de maltrato psicológico, sino contextualizándolos de manera general y global. Lo que buscamos es que Raúl responda por sus conductas”, afirma el letrado.
Para Pascual, estos hechos se desarrollaron a partir de un plan criminal por parte de Raúl Pérez Roldán, que tuvo su inicio en la década del 80 a partir de la captación o el acogimiento de jugadores menores de edad con cierta capacidad a futuro para poder desarrollar el deporte del tenis. “Basados en un método sistémico que se mantenía en el tiempo y que estaba caracterizado por la rigidez y los maltratos, tanto físicos como psicológicos”, comenta el abogado, quien sostiene que a partir de allí hubo una “reducción a la servidumbre”, en donde Guillermo perdió absolutamente su libertad.
Si los hechos son analizados por la Justicia, como pretende el letrado, de manera no fragmentada y como un hecho único, “verán que es parte de un plan un plan sistémico y criminal desarrollado por Raúl”.
El trabajo del estudio de abogados tiene sustento en la normativa internacional que denomina a este accionar como “trabajo esclavo” y queda reflejado en el accionar del manejo del dinero de su hijo sin rendir cuenta y de manera ilícita, “ya que fue puesto en circulación en el mercado a través de la compra de campos y propiedades, con dinero traído desde el exterior, con apariencia de licitud, pero en el que su origen era ilícito. Eso constituye, eventualmente, el lavado de activos”, afirma Pascual.
El letrado sostiene que Raúl Pérez Roldán debe pagar por las consecuencias de su conducta y del infierno que le hizo padecer a su representado y “se lo queremos probar en la Justicia Federal”. Una victoria en lo penal finaliza con una resolución algo más rápida en lo económico, es por ello que pedirán, además, “algunas medidas de prueba, inhibiciones, embargos y levantamiento de secretos bancarios, a fin de comprobar qué es lo que tiene Raúl Pérez Roldán y acreditar, eventualmente, que son producto de los ilícitos cometidos previamente con su hijo”, afirma en cuanto a los pasos a seguir.
Guillermo no quiere involucrarse demasiado en la parte legal, eso lo deja en manos de su abogado, él espera que “ese señor pague con cárcel, con dinero o de manera social, no me importa, es un tema legal. Yo tengo demasiadas cosas como para seguir adelante”, dice, mostrando un objetivo.
Padre de tres hijos y a la espera de un cuarto, producto de sus dos matrimonios, Agustina (psicóloga de 27 años), Chiara (16), Damián (2) y Mariano pronto a nacer, trabaja hace un año para la Federación Internacional y pasa 12 semanas por temporada en su casa de Santiago.
“Contarte las cosas con las que te hice abrir los ojos, me hizo recordar y eso me duele”, revela desde el otro lado de la pantalla, “pero no quiero ser más una víctima, por el contrario, quiero ser un apoyo para la sociedad. Ya fui víctima muchísimos años y estuve preso de esta manipulación, del maltrato y los robos”.
“Para que no existan otros Guillermo en el deporte” es el anhelo, el legado que pretende dejar en estos tres episodios del documental que se estrena y que tiene como protagonista a “Rocky” Pérez Roldán, que vuelve a levantarse para seguir dando pelea, un set más. (Infobae). (25-08-22).