La ciudad

Luciano Botta: «La recuperación (comercial) va a ser lenta»

La esperada Fase 5 llegó a la mayoría de los distritos de la región y, con ella, la alegría y el alivio para miles de personas que al fin pudieron volver a trabajar o abrir las puertas de sus negocios tras 80 o más días de aislamiento.

El escenario con el que se encontraron, sin embargo, dista mucho de lo que la mayoría esperaba. Tras jornadas iniciales cargadas de entusiasmo, volvieron a aflorar antiguos problemas, como la caída del consumo y la falta de dinero, mezclados con los nuevos desafíos, como vencer la incertidumbre, el miedo a los contagios y sostener protocolos que han incrementado en gran medida los gastos.

“La alegría por reabrir no me la saca nadie, te aclaro, pero la recuperación va a ser lenta”, confesó a La Nueva. Luciano Botta.

La primera semana al frente de su negocio, el restaurante Doña Elena de nuestra ciudad, le dio una pauta clara de lo que viene: “reabrimos el jueves 11 y en la primera semana no se ocupó ni una sola mesa”, contó.

“Yo me esperaba algo así. Cuando lo estábamos equipando, en los días previos, sabía que estábamos trabajando de gusto, pero bueno… al menos el ánimo es otro. Estuvimos 80 días trabajando a puertas cerradas, con el local a oscuras, y prender las luces ya es otra cosa”, dijo.

Lo que sí mejoró -dijo- fue la asistencia de clientes.

“Al habilitarse la posibilidad de que la gente pueda circular hasta más tarde y retirar el pedido en el local, muchos se animaron a salir. Y la cara de la gente ya era otra. Estar a las 21 en la calle, sin que nadie te diga nada, les levantó el ánimo”.

“A los clientes les preguntábamos si les llevábamos el pedido a su casa y nos decían ‘¡no, dejá, lo voy a buscar yo!’. Tenían desesperación por salir. Pero bueno, de la misma forma estaba seguro que iba a costar reactivar el restaurante. No va a ser tan fácil que la gente recupere la confianza”, refirió.

Luciano cerró el mismo día en que se declaró la cuarentena, el 20 de marzo. De allí en más subsistió vendiendo comida con reparto a domicilio, aunque no fue lo mismo.

“Este es un negocio familiar que llevamos adelante con mi mujer, Carolina. Antes de la pandemia empleábamos a dos chicas, pero después fue imposible. El delivery no da para tanto; sólo sirve para tirar un tiempo”, reconoció.

Sobre la reactivación del restaurante, dijo que se va a dar “cuando alguien se anime a romper el hielo”.

“Tengo la esperanza de que eso pase muy pronto. En lo personal, creo que para septiembre la vida va a ser casi normal; al menos, acá en Dorrego”, cerró.

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