Esto pasaba hace 5 años: Pedro, el pequeño que nació en la ruta 3
Así lo informó LA DORREGO el 8 de febrero de 2015:
Por Anahí González / agonzalez@lanueva.com
¡Está naciendo!
Con estas palabras y después de haber visto que la cabecita de su bebé estaba asomando al mundo, Leandro Poggio bajó a la banquina de la ruta 3, a la altura de Las Oscuras, para ayudar a su esposa Loreley Pérez, quien recostada en el asiento del acompañante en posición de parto, no paraba de pujar.
Ella había empezado a sentir algunas contracciones a las seis y media de la madrugada, en su casa de Coronel Dorrego, pero jamás pensó que su bebé nacería en el camino a Bahía ya que faltaba casi un mes para su fecha probable de parto.
“Me tomó de sorpresa. Anduve bárbara hasta la hora en que me desperté. Lo llamé al médico a las 7 de la mañana y me pidió que controlara los tiempos y volviera a llamarlo más tarde”, cuenta Loreley, mamá primeriza.
A la media hora del primer llamado, hubo que volver a llamar. Las contracciones habían empezado a ser cada vez más seguidas y el médico, Jorge Santiago, recomendó a la pareja emprender el viaje a Bahía Blanca, donde podría atenderlos.
Ya en mitad del camino, habiendo pasado la bajada a la ruta 3 vieja, antes de la rotonda de los molinos, Loreley empezó a sentir que no podía parar de pujar. Era inminente: Pedro pugnaba por salir.
“Mi esposo manejaba, y la ruta era un caos; iban y venían autos, maquinarias agrícolas, camiones. Yo iba con una solerita y el cuerpo me pedía posición de parto. Me venían ganas de pujar y pujaba”, cuenta.
Su esposo, quien trataba de tener la mente fría para resolver la situación, ya que iba al volante, escuchó que los quejidos de su mujer se hacían más intensos y de un momento a otro vio que la cabecita del bebé empezaba a asomar.
“Me miró y me dijo: ‘¡Está naciendo!’ Y bajó a la banquina”, recuerda Loreley.
“Sentí un dolor muy intenso pero no me imaginé que estaba por salir. Salió solito. Leandro no tuvo que asistirlo, ni nada. Lo recibió en brazos”, cuenta.
Así, el agudo llanto inaugural de Pedro se entremezcló con el sonido de los motores de los autos y camiones que circulaban por la ruta a las 8.30 del 31 de diciembre, en la previa de fin de año.
Leandro ubicó enseguida al bebé en el regazo materno y Loreley comenzó a darle el pecho; Pedro dejó de llorar y recuperó la armonía.
“Sabía que debía hacerlo en el minuto cero y se prendió al instante”, comenta.
Todo fue tan rápido que no tuvieron tiempo de asustarse: apenas una hora antes la pareja estaba en su casa, especulando que, quizás, ese incipiente dolor de ovario que sentía Loreley podía llegar a ser su primera contracción; y ahora observaban atónitos a ese pequeño ser que se alimentaba ya fuera del vientre.