La venta de fármacos utilizados para abortar viene creciendo en todo el país en un negocio que cada año mueve alrededor de 1.235 millones de pesos sólo en el mercado farmacéutico, sin contar la intervención de terceros, según se desprende de un informe realizado por el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFyB).
El medicamento utilizado para estas prácticas se llama misoprostol y se comercializa en la Argentina. Los comprimidos están compuestos por esa droga y diclofenac (antiinflamatorio). Cada caja contiene 16 comprimidos y cuesta 2.744 pesos, siendo utilizada en los alrededor de 500 mil abortos que según estimaciones se hacen en el país.
“Está aprobado por la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) como un antirreumático con protección gástrica, pero la gran mayoría lo utiliza para interrumpir el embarazo, que es el ‘efecto adverso’”, confió al diario Popular Marcelo Peretta, titular del SAFyB.
Sin embargo, los 2.700 pesos que cuesta la caja de este medicamento es el precio para aquel que cuenta con instrucción en el tema y no debe recurrir a terceros. De necesitar ayuda externa, ese valor se dispara por la aparición de intermediarios, llegando a decenas de miles de pesos.
“El misoprostol produce un aumento en las contracciones que hacen que el útero se mueva y termina con la expulsión del bebé en formación”, explicó Peretta sobre cómo funciona el medicamento.
En cuanto al tratamiento, detalló: “Por lo general, con 4 comprimidos basta. Se pueden aplicar oral y/o vaginal. En algunos casos, hay que usar más, pero igualmente la caja trae 16, así que sobra para esos casos”.
El especialista precisó así que, además de la venta bajo receta en farmacias, “crece en Internet un mercado negro que enseña a terminar embarazos y ofrece las pastillas para hacerlo, porque el que tiene el insumo puede dar respuesta a la demanda de abortos que hay en el país”.
“El tema es entender cómo ha cambiado el mundo clandestino de los abortos. Antes se necesitaba un quirófano y hoy con dos pastillas que se toman más otras dos que se ponen en la pared del útero, ya está”, sentenció.
Problemática en ascenso
Por otra parte, Peretta alertó que “esto viene creciendo año a año y lo tenemos duplicado cada 4 años”. “Es tremendo porque ya está blanqueado. Antes era una cosa clandestina; hoy lo hacen de taquito y eso también lleva a que haya menos prevención. Es decir, los jóvenes toman menos anticonceptivos porque piensan que les generan problemas”, agregó.
Consultado por la participación de otros medicamentos durante el proceso, el titular del SAFyB aclaró: “La droga que se utiliza para abortar es el misoprostol. A veces se combina con mifepristona o metotrexato, pero se usan poco. Después también puede haber antibióticos por si se genera infección o analgésicos para el dolor”.
Al respecto, informó que “si un sangrado no está controlado, te puede llevar a la muerte” e indicó que “lo mismo pasa si se hacen mal los abortos”.
“Se estima que el 5% del total de las embarazadas terminan internadas de gravedad o fallecidas”, graficó.
El referente farmacéutico observó que “el efecto de la droga no tiene un tiempo límite, pero funciona mejor cuanto menos semanas de gestación tenga la mujer. Es menos efectiva cuanto más pase el tiempo y también mucho más riesgoso, porque los efectos adversos se multiplican”.
Por su parte, Peretta dejó en claro que existen grandes diferencias entre el misoprostol y la pastilla del día después: “Una vos la podés usar hasta 72 horas después de la relación sexual porque después ya no es efectiva. Tiene el mismo tipo de drogas que anticonceptivo, es decir hormonas, pero en mayor cantidad. Es mucho menos riesgosa que este medicamento, que es algo abortivo”.
Los abortos clandestinos siguen siendo un negocio que excede al mero uso de medicamentos como el misoprostol. De hecho, en los últimos días fue desbaratada en pleno centro porteño una banda del rubro que cobraba unos 28 mil pesos por cada intervención. Según informó el Ministerio de Seguridad porteño, dos hombres alquilaban un par de habitaciones en avenida Corrientes al 800 y se publicitaban a través de Internet para concertar las entrevistas y concretar los abortos. Una vez allí, las pacientes firmaban un consentimiento médico, pagaban y luego recibían los medicamentos. En los casos más complejos, hasta existía un quirófano improvisado. Además de misoprostol, en el lugar se secuestraron medicamentos de uso veterinario, anticonceptivos, antibióticos, antimicóticos, analgésicos, antiinflamatorios e hipnóticos de venta controlada como la diazepina, anestésicos como xilocaína y lidocaína.
En la Argentina el aborto está prohibido, pero los medicamentos para llevarlo adelante se venden de forma legal por medio de estrategias legales, algo a lo que Peretta calificó como “una contradicción y una locura”.
“Es una situación contradictoria que el aborto esté prohibido en nuestro país pero se vendan medicamentos abortivos. Y es una locura que esto ocurra porque el misoprostol no está aprobado para interrumpir embarazos”, aseveró el especialista farmacéutico.
En ese sentido, cargó contra el laboratorio fabricante de los comprimidos: “Hay una intención deliberada de la compañía que, con una doble moral, no se fija para qué usan el medicamento. Está aprobado para mitigar los dolores con un antiácido, pero nadie lo usa para eso, sino para abortar”.
¿Por qué no se advierten los riesgos de los productos para abortar con una franja negra en su envase? Eso es lo que ocurre en Brasil y Estados Unidos, por ejemplo”, expresó.
Al mismo tiempo, Peretta no ocultó la responsabilidad de las autoridades. “Es una cuestión que no saben realmente cómo resolver. Se necesita tener la decisión política, pero nadie lo hace”, apuntó.
Y añadió: “La pregunta sería: ¿quiero o no resolver el tema del aborto? ¿Quiero o no seguir haciéndole el juego a estas compañías que venden en un país que está prohibido?. Si quiero, fiscalizo y hago un circuito, pero eso bajaría las ventas”.
“Si se toma la decisión, lo mejor es aprobar una ley en el Congreso que permita el aborto como un problema de salud y eso va a hacer que no se haga este negocio clandestino”, sentó posición el titular de SAFyB sobre la necesidad de establecer una normativa sobre la problemática.
Peretta confió que “hoy se gastan decenas de millones para atender las consecuencias de esto, entonces sería más transparente y más barato que esté reglamentado a hacerlo en estos lugares que muchas veces te sale mal”. (Diario Popular).
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