Decidido a liberar al máximo la economía, el Ministerio de Energía rompió de manera unilateral el acuerdo que mantenía con el sector petrolero, que apuntaba a proteger a la industria local, y a partir de octubre el precio de los combustibles pasarán a estar regidos por el mercado y se adecuarán a los precios internacionales del crudo.
El ministro Aranguren envió el viernes la notificación a las empresas del sector, en la que aseguró que «dentro de lo previsto en el acuerdo, un aumento de los precios internacionales (la cotización del Brent superó hoy los 58 dólares) permitiría la liberación de los precios internos y de ese punto en adelante, mantener la paridad con los mismo con un funcionamiento pleno de las reglas del mercado».
«En el marco de las distintas variables que intervienen en el mercado hemos observado que con fecha del 13 de septiembre de 2017, se ha satisfecho la condición enunciada por el punto 9 del acuerdo. En consecuencia, los compromisos asumidos en el acuerdo quedarían suspendidos a partir del 1º de octubre de 2017», indica la carta del ministro.
Con esta decisión, el Gobierno dio por terminado el «Acuerdo para la Transición a Precios Internacionales de la Industria Hidrocarburífera Argentina que contemplaba la revisión cada tres meses y cuya fórmula emanaba de una combinación de la cotización del crudo, el precio de los biocombustibles y el tipo de cambio.
En el Consejo de las Américas, Aranguren había pronosticado el Acuerdo se caería en 2018. «Estamos estableciendo un sendero para poder converger a los precios internacionales de combustibles y petróleo crudo», aseguró.
¿Por qué se adelantó? Según fuentes citadas por medios especializados del sector, de mantenerse vigente, la revisión de la tarifa a principios de octubre habría arrojado un salto del 6 por ciento del precio del combustible en el surtidor. Un aumento políticamente inviable en la víspera de las elecciones. (Página 12).
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