POR CARLOS MADERA
Las retentivas sobre hechos o personas no funcionan de la misma manera ni por los mismos motivos entre todos nosotros. Prevalecen recuerdos o hechos sobre condiciones o a la inversa en un variopinto enfoque signado la mayor de las veces por los tratos o cercanías, o difusiones, sucesos, popularidad , persona o circunstancia.
Lo cierto y lo rescatable es que todos coinciden en la evocación. Un día como hoy, 4 de agosto, pero de 1997 dejaba de existir Enzo Fabriciano Barda. Dueño de una personalidad no desapercibida , Barda se puede recordar de muchas maneras y como decíamos, todos quienes lo conocimos o tratamos tenemos una visión nada borrosa de lo que fue el pulpo en este mundo.
En este mismo estudio de LU 26 – LA DORREGO que lleva muy merecidamente su nombre, todavía se perciben diariamente algunas de sus energías , de quienes tuvimos su crédito para una ignota tarea en los albores de su obra máxima. Como toda cosa, si no se prosigue a lo largo del tiempo, solo queda en el recuerdo.
Esta radio continuada con mucho esfuerzo a lo largo de los años, no difiere demasiado de su épica fundacional en cuanto al denuedo subsistente . Pero uno emparenta rápidamente, al menos la mayoría, la figura de Barda con la concreción de la radio y su puesta en marcha.
En este aniversario de su desaparición se me ocurre hurgar en la particularidad del añorado en su muy especial rasgo de confianza y convicción en abordar cometidos o tentativas, que a priori no tenían a simple vista y consideración de la mayoría todos los boletos para su concreción. Y no solo eso, además de no creer específicamente en el actor, tampoco entendían realizable la obra.
No es menear en ningún revisionismo , pero me recuerda lo de Barda, como muy solitario, un par de personas, no más, estuvieron cerca cuando los días cumbre de la culminación de tanto esfuerzo veía la luz.
Luego sí, se fueron acercando y la radio comenzó a ser todos, como es ahora. Aquel Walt Disney, que apodaron así ,porque hacia hablar a los animales, tuvo un sueño y las entrañas necesarias contra todo, para que hoy disfrutemos , so fruto de los acaecimientos y distintos trances que solo Barda sabrá su costo.
Lo coronó desde el espíritu de un hombre común y una insoslayable tarea encomendada en su espíritu emprendedor vaya a saber por quién , pero imbuida desde una férrea idea, en un asunto casi quijotesco, que me animo a decir fue su vida.
Ese impulso prodigioso de alguien no distinto, con menos instrumentos que el resto, es lo que se me antoja recordar y rescatar hoy, en días donde se escucha mucho hablar del esfuerzo, afán, osadía en bien del pueblo y los Dorregueros , compromisos mediante.
Enzo Barda fue el pulpo que todos conocieron , tanto y tan solo demostró una tremenda y desinteresada entrega por cumplir un sueño en el lugar que amaba . El rescate de esa determinación, enjundia y jugarse por lo que ansió toda la vida, enmarca un recuerdo con singular y renovadísima vigencia.
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