Coronel Dorrego, cuna de Grandes Campeones: las razones de un fenómeno distrital

El periodista bahiense Guillermo Rueda los definió en La Nueva. como artesanos de la ganadería. “Ven nacer a los toros y a las vacas, los alimentan, los vacunan (la mayoría son veterinarios), los preparan para las exposiciones y los presentan, correa en mano, a los jurados de clasificación”, sintetizó.
“Es el motivo que más se acerca a una respuesta razonable para esta pregunta: ¿por qué en el distrito de Coronel Dorrego, en el corazón del sudoeste bonaerense, se crían bovinos Aberdeen Angus y Polled Hereford no solo en cantidad sino en calidad?”, agregó Rueda, que aseguró: “Este es el plus que los diferencia”.
Corría 2018 y el periodista bahiense añadía: “La definición no es al azar, sino que responde a una historia que comenzó con la familia de Juan Barcelona, en la localidad de Faro, con los grandes títulos —en machos— en Palermo en los años 2000 (Facón) y 2003 (Barsa) y que continuó con otras tantas coronas, también en el predio palermitano, para Mariano Castro, de la localidad de Gil, con un mismo toro (Serrucho), en los años 2015 y 2016”. A estos logros hay que sumarle el obtenido por la cabaña Quequén Sur, de Serafín Sillero: su toro colorado Padrino recibió la principal cucarda de la muestra 2025.
“No sé si nosotros fuimos un disparador, pero acaso haya sucedido como en el deporte. Con (Juan Martín) Del Potro, y luego de sus títulos, seguramente muchos padres deben haber anotado a sus hijos en escuelas de tenis de Tandil”, sostuvo aquella vez el recordado Ariel Barcelona, que falleció en marzo de 2022, por entonces titular de Cabañeros Barcelona SA, y uno de los hijos que siguió la tradición de La Rosa María, que fundó su padre, Juan, cuando llegó desde España.
“La Rosa María demostró en 2000, en 2003 y en 2005, con varias finales y grandes campeones en Palermo, que se podía ir contra cabañas importantes haciéndolo con un formato artesanal”, había dicho.
“Luego siguieron el camino La Reserva de (Mariano) Castro; la cabaña de Serafín (por Sillero) y (Néstor) Aldazábal. Todas se encuentran en un radio de 10 kilómetros en este distrito”, mencionó.
Barcelona había expresado en la entrevista que se puede trabajar en genética si se hace con pasión: “No todo pasa por lo económico. Pero sí por tres razones: trabajo, trabajo y trabajo”.
“En el centro de la provincia (de Buenos Aires) hay cabañas de gran reconocimiento que nunca pudieron presentar el mejor toro en Palermo. Por eso, no se hacen (toros) con plata, sino hay que estar, ver y trabajar”, insistió.
“Es claro que el toro nace, no se hace. Se puede mejorar, pero si no estuviste en el campo el día que nació, acaso no puedas ver detalles para, luego, potenciar a un futuro campeón. Por ejemplo, Barsa y Facón tenían características únicas”, argumentó.
Para Mariano Castro, titular de la cabaña La Reserva, es inevitable citar la huella que inició Juan Barcelona, y luego Ariel, en la ganadería dorreguense en particular, pero de una amplia región en general.
“Eso es parte de la historia rica de la zona y de la raza. Luego nos tocó a nosotros, con los títulos (en Palermo) de 2015 y de 2016, y otros logros zonales, como en Bahía Blanca y (la exposición de) Otoño, entre otras. Venimos a ser la generación actual”, agregó.
Castro —también es veterinario— dijo que ahora asoman Néstor Aldazábal y Serafín Sillero, quien continúa la senda de su padre Germán.
“¿Cuáles son los puntos en común? Sin pretender generar polémica, hay que tener en cuenta que Ariel (por Barcelona); Néstor (por Aldazábal); el padre de Serafín Sillero (Germán) y yo somos veterinarios”, detalló.
“Por ahí se podría atribuir algún plus por eso. Es decir, porque conocemos todo desde adentro: lo que le debemos ofrecer al animal para que exprese su potencial y el conocimiento de la corrección para presentarlo en una exposición, mostrarlo y que, luego, termine coronado”, señaló.
La marca registrada
Fabián Brussa, por entonces profesor de la Escuela Agraria, destacó en la nota de 2018 que existe un excelente trabajo de los cabañeros, al mejorar, día a día, los animales con cruzamientos de padres y de madres para obtener el producto óptimo fenotípicamente que exige la raza, así como machos y hembras para utilizar en rodeos de cría.
“No fue casualidad que Barcelona haya obtenido dos grandes campeones machos en Palermo y, pocos años después, una cabaña joven como La Reserva haya logrado el bicampeonato en la pista de Palermo con Serrucho”, amplió.
“¿Si Dorrego se puede convertir en cuna de campeones de distintas razas bovinas? Sí, claro”, aseguró Brussa.
“No es que se pueda convertir, ya es una marca registrada en la genética de bovinos porque grandes hijos de campeones de Palermo obtuvieron importantes premios en exposiciones del país y de países limítrofes”, explicó.
“Asimismo, varios productos obtenidos en las cabañas de la zona se encuentran en distintos centros de inseminación del país”, dijo.
Brussa también sostuvo que, en forma directa e indirecta, este presente incide económicamente en el distrito, ya que con la comercialización de los productos obtenidos, ya sean de pedigree o puros controlados, para rodeos generales u otras cabañas, varios agentes relacionados con el campo intervienen en la comercialización, como transportistas de hacienda, casas consignatarias y demás actores.
“Un gran porcentaje del dinero obtenido por las ventas queda en el distrito, ya sea en compra de insumos veterinarios y para la implementación de verdeo y alimentación de los animales, por ejemplo”, añadió.
Brussa recordó que una mención especial merecen algunas de las cabañas, como 23 de Noviembre y La Reserva, que aportan conocimientos a los alumnos en las salidas educativas de la Escuela Agraria de Dorrego. Así sucedió en 2017 y 2018 en la Exposición de Palermo, con Mariano Castro y en los mismos años, en Bordeu, con la cabaña 23 de Noviembre.
El día a día
Para Néstor Aldazábal, dueño de la cabaña 23 de Noviembre, en Coronel Dorrego, no existe una sola razón para explicar el fenómeno bovino. Pero que la evidencia de la ganadería “artesanal” cobra relevancia.
“El denominador común es que la mayoría está en el día a día y al pie del cañón. No lo digo puntalmente por una cuestión comparativa, ya que no sé cómo es en otras provincias”, añadió.
“Vamos todos los días al campo, y algunos, como yo, vivimos allí. A veces, en los pequeños detalles se llega a un mejor producto final”, agregó.
Aldazábal no soslayó la historia que iniciaron los Barcelona y que, luego, continuó Mariano Castro. “Eso nos guió para ser también más profesionales y así es como los resultados aparecen, porque también invertimos en paquetes tecnológicos”, aseveró.
La juventud
Según Serafín Sillero, responsable de la cabaña Quequén Sur, aquí se desarrolla una ganadería más real respecto de lo que sucede en el norte de la provincia de Buenos Aires.
“Los cabañeros somos muy solidarios y nos compramos (animales) entre nosotros. En el norte bonaerense, que es mayormente agrícola, solo hay cabañas grandes, pero forman parte de otro sistema y tienen un fundamento diferente. Los productores vivimos de esto”, explicó.
Como otros ganaderos, Sillero también cree que hay mucha tarea artesanal.
“Los mismos productores preparan los animales y los venden; acá hacemos todos. Para ir a competir a Palermo hay que hacerlo con otra estructura y otro presupuesto, pero con lo artesanal quedó demostrado que podemos ganarles a los grandes”, añadió.
“Esto arrancó con Lucas Lagrange, de (la cabaña San José) Laprida; luego siguió con Mariano Castro y así sucesivamente. El conocimiento de la vaca y del toro, en el campo, suma mucho”, definió.
Serafín inició la cabaña en 2011, con el antecedente de que su padre, el médico veterinario Germán Sillero, había fundado Santa Clara. “Arrancamos con solo dos vacas. De hecho, los crías de la última exposición de Bordeu, que son las dos vacas nuestras y los dos toros de Aldazábal, vienen de la primera vaca que tuvimos. Es la abuela de todos estos animales”, aclaró.
La experiencia
“A la cabaña hay que darle mucha dedicación, porque si no los resultados no aparecen”, dijo Hugo Alvarez, titular de 22 de Septiembre, en El Perdido.
“Somos de establecimientos chicos, pero los dueños estamos encima y le ponemos más esmero. En las cabañas grandes anda mucha gente sobre los animales”, añadió.
Para Alvarez este plus sirve para alimentar bien y para preparar a los animales. “Para eso hay que estar siempre, desde que nace el ternero y finalmente se lo pasea en las exposiciones”, mencionó.
“No voy a Palermo porque no hago pedigree y vendo la producción en la zona”, aseguró.
“Otra de las claves de lo que sucede en Dorrego es que nos conocemos todos y tenemos muy buena relación. En mi caso, (Néstor) Aldazábal me dio un empuje importante cuando me inicié en esta actividad, así como (Ariel) Barcelona me asesoró en la preparación de los animales”, admitió. (30-07-25).