Compartimos la nota de La Nueva con Vero Fischer, la locutora dorreguense que «perdió una pierna y a su mejor amigo en un accidente y sueña con bailar el vals con sus hijos»

El 13 de febrero del año pasado Verónica Fischer perdió una pierna en un accidente. Viajaba con su mejor amigo Sebastián hacia Tandil para celebrar el cumpleaños de él y un auto que venía de frente los chocó. Su hermano del alma perdió la vida y a ella le cambió radicalmente. No obstante logró reponerse y hoy alienta a más personas que estén pasando por una grave dificultad a salir adelante.

«Cuando choqué pensé que mi vida se terminaba al no tener mi pierna y hoy por hoy me doy cuenta de que soy muy afortunada de seguir viviendo, que por algo Dios me dejó donde estoy: algún otro propósito tendrá para ello y por algo será», dijo la locutora, nacida y criada en Coronel Dorrego.

Resiliente, optimista, madre de Nicolás y Agustín Llorens Fischer, de 14 y 17 años, apostó a su recuperación y hoy tiene varios sueños que la mantienen con entusiasmo por la vida.

«Mi sueño principal y mayor es ver a mis hijos ya egresados. Visualizo estar en la pista bailando el vals junto a mis hijos, ya casi hombres ¡aunque sea con una pata! No me importa», confió risueña.

«El otro día estuvimos practicando y con una pierna igual pude bailar un pedacito de El Danubio Azul y salió bastante bien. Con prótesis o sin prótesis voy a estar ahí bailando con ellos. Es un sueño completamente hermoso y ya me emociono de solo visualizarlo», dijo.

Otro de sus sueños es estar en una radio grande con una audiencia muy amplia con periodistas y locutores prestigiosos de la zona a quienes admira.

«Ojalá algún día llegue a ser como ellos. Para mí la radio es todo. La música es mi pasión, colecciono música de todos los tiempos, como un hobby», comentó.

Desde hace 5 años trabaja en una productora deportiva local llamada Dame Pelota producciones. Es la voz oficial en los comerciales y artística de la productora. Meses atrás también la convocaron desde el Municipio para hacer actos protocolares.

«En los actos protocolares me ponen una silla para que me siente pero yo me levanto cuando suena el Himno porque se me sigue haciendo un nudo en la garganta al escucharlo como cuando iba al colegio», rescató.

«Me pongo de pie con mis muletas aunque después me cuesta un montón volver a sentarme pero es ese sentimiento de decir: Yo puedo hacerlo. Si hay voluntad siempre se encuentra la manera, sea lo que sea que uno se proponga. Nada está perdido», dijo.

Verónica tiene una dura historia anterior al accidente.

Quedó embarazada de su primer hijo a los 16 años y lo tuvo como mamá soltera. Luego formó pareja con Fabián y dio a luz a Agustín.

Cuando Agustín tenía 11 meses su compañero falleció de forma trágica. Fue un golpe tremendo porque quedó sola con dos bebés y todo su dolor.

«Tenía fecha programada para casarme en marzo y un 25 de noviembre mi marido nos dejó de una manera muy triste. Con 20 años tuve que ponerme mi familia al hombro. Mi hijo menor casi no llegó a conocerlo y el mayor, Nico, tiene recuerdos muy vagos aunque hablamos de él con mucha frecuencia», expresó.

«Fue remarla sola con los dos. Al mes de lo ocurrido con mi pareja nos enteramos de que mi mamá tenía cáncer», dijo.

Verónica aseguró que sus hijos son quienes la «salvan» todos los días aunque no se den cuenta.

«Dios me dio la oportunidad de seguir viviendo para terminar de criarlos, poder verlos triunfar como buenos hombres que son. No es porque sean mis hijos, pero son muy buenos chicos, muy sanos, muy compañeros y compinches conmigo. Son todo lo que siempre deseé tener y estoy muy orgullosa de ellos», subrayó.

«Mi mensaje para quien esté atravesando una dificultad, un problema, una mala circunstancia es que no todo está perdido. Soy fanática del Indio Solari y lo que dice es una gran verdad: ‘El que abandona no tiene premio’. Hay que seguir, no queda otra, como uno haya quedado. Si hay voluntad para hacer algo siempre se encuentra la manera», reflexionó.

Cómo fue el accidente que le cambió la vida

«Nos dirigíamos a Tandil paseando en moto con un grupo de amigos y lastimosamente nos chocó un auto de frente que quiso adelantarse a tres autos y dijo que no nos vio. Perdí a mi mejor amigo, a Sebastián, que tenía 36 años recién cumplidos. Íbamos a Tandil a agradecer por todo lo que teníamos y a festejar su cumpleaños», dijo.

Verónica permaneció 22 días en la terapia intensiva del Hospital Penna de Bahía Blanca.

«Allí me salvaron la vida y tuvieron que hacer la amputación. Llegué con lo justo porque chocamos cerca de Benito Juárez. En setiembre del año pasado me cortaron 10 centímetros más porque necesitaban crear las condiciones para poder colocar mi futura prótesis», señaló.

Tiene ahí un dolor intenso y constante, allí donde se está formando el muñón y debe tomar calmantes. A través del Hospital Penna, por un convenio con una ortopedia alemana pronto podrá contar con una prótesis de muy buena calidad.

«Muchas gracias a ellos por ayudar a gente que no tiene recursos ni obra social, como es mi caso. Las prótesis tienen muy alto costo», dijo.

Luego de esta segunda intervención decidió pedir trabajo por redes sociales y un montón de gente compartió su publicación.

«Se hizo una ola gigante y me contrataron de nuevo de un trabajo que yo tenía anteriormente, en una confitería local, para hacer lo que pudiera, para manejar la caja, atender el teléfono, cosas sencillas adaptadas a mis nuevas condiciones físicas», contó.

«La locución la conocí a través del maestro Rubén Terrón. Estábamos en el coro y me dijo que mi voz podía servirme para otras cosas, más allá del canto, que las iba a ir descubriendo», añadió.

Su pasión por la radio viene de muy chica cuando veía a su abuelo escuchar los partidos de fútbol que relataba Víctor Hugo y solía jugar a que era locutora con una espumadera de plástico.

Cursó estudios primarios en la Escuela Secundaria Nº 7, Domingo Faustino Sarmiento y los secundarios, en la Técnica Nº 1.

«No pude terminar la carrera de Locución pero hice varios cursos. Es algo pendiente pero soy una convencida de que cuando tenés el don, la voz, lo demás viene solo. El estudio, obviamente, también es muy importante pero el tema de la voz es fundamental», remarcó.

«¿Qué más puedo pedir? Estoy muy agradecida y más que feliz porque puedo seguir sustentando a mi familia y recibir más ofertas laborales. Trato de hacer mi trabajo lo mejor posible. Cuando uno hace lo que ama ya no es trabajo», expresó.

Su mirada: No hay nada en este mundo que nos impida soñar

«Tengo 34 años recién cumplidos y creo que por algo Dios me dejó acá. No hay nada, físico ni nada, en este mundo que nos impida soñar y cumplir nuestras metas. Todo se puede, es cuestión de enfocarse en lo que uno quiere y decir: acá estoy yo, esto es lo que quedó, es lo que soy», señaló.

Hoy Verónica se mira al espejo y aunque ya no sea la misma y no pueda moverse de la misma manera ni hacer las mismas cosas, valora estar viva.

«Es cuestión de adaptarse, con mucha voluntad y paciencia y tratar de pensar que por algo estamos, sobrevivimos, agradecer y valorar que todavía podemos respirar. Y decir: ‘Esto lo puedo hacer porque estoy viva», dijo.

Hace poco conoció personalmente a Guillermo Armendariz Martirena, fotógrafo y otro resiliente de Coronel Dorrego y ejemplo de fortaleza y fuerza de voluntad. Él la motivó a tomarse unas fotos al aire libre y a contar su historia para La Nueva.

«Seguiremos peleándola hasta que Dios diga basta y me pueda reencontrar con mi Fabián, con Sebastián, mi hermano del alma, a quien extraño horrores al igual que mis hijos», dijo. (La Nueva.). (07-11-22).

Los comentarios están cerrados.