Mañana es el Día del Profesor: la emotiva y justa semblanza que Fabián Barda escribió en Ecos de mi ciudad

Mañana es el Día del Profesor y Fabián Enzo Barda compartió en Facebook la nota que escribió para el semanario Ecos de mi ciudad en homenaje a un “profe” entrañable e inolvidable: Roberto “Piche” Magnoni.

Ecos de la Memoria: Al profe con cariño… a Piche con devoción

Cada 17 de setiembre se conmemora, en la Argentina, el Día del Profesor evocando el aniversario del fallecimiento de José Manuel Estrada, un exponente de la docencia secundaria y universitaria. Esta fecha es de aquellas que, mayoritariamente, despierta sensaciones de nostalgia y gratitud hacia quienes, en una etapa importante de la vida del ser humano, dejaron diferentes huellas que nos fueron ayudando a moldearnos como adultos. No en vano se vive muchos años más de los que marca la infancia y la adolescencia, pero son esas etapas las que tendrán incidencias determinantes en diversos aspectos de nuestras vidas.

Gran parte de ese tiempo lo pasamos vinculados a la educación formal, ya sea en la escuela, institutos de idiomas o música y en los clubes. En nuestro Dorrego, en diferentes épocas, las horas de formación en el colegio se prolongaban para el inglés en lo de Norma Auday o Graciela Campagne, para los musiqueros en lo de Amaranto Álvarez, luego su hija Marita y después el entrañable Rubén Terrón y todos los que se animaban a la gimnasia artística terminaban en el Club Independiente.
Hubo un “profe” que dejó en generaciones de dorreguenses una impronta, una huella imborrable. Su “aura” inspiró a generaciones de jóvenes. Los que pasaron por las aulas de alguno de los colegios en los que estuvo o por el parquet de la sede del rojo tuvieron la suerte, la dicha y el honor de ser parte de “su legión”. Aun aquellos que no formaron parte de sus huestes reconocían en él a ese “Profe” que te hacía pensar, soñar, volar como consecuencia que aquello de “corpore sano in mens sana” se alimentaba en su sentido original en la necesidad de disponer de un espíritu equilibrado en un cuerpo equilibrado.
No hay duda que nos estamos refiriendo a Roberto Abel Magnoni. Todos lo conocíamos por “Piche”. La historia cuenta que fueron los compañeros de trabajo de su padre don Roberto Magnoni en la Casa Galli, un lugar emblemático que permaneció abierto, desde la década de 1930 hasta entrada la de 1970, en una de las históricas esquinas de la ciudad (hoy Avenida Santagada e Yrigoyen), los que los “bautizaron” con el apodo que lo acompañó toda su vida. El Roberto de nuestra historia siempre usó el pelo más bien largo, costumbre que arrancó en la niñez y que llevó a que los compañeros de su padre dijeran que parecía un “picharito peludito”. De ahí nació el “Piche”.
Roberto Abel Magnoni hizo los estudios primarios en la Escuela Nº 1 “Benardino Rivadavia”, a escasas tres cuadras de los dominios de su familia materna, los Imperatricce, luego, como todos los adolescentes varones que cursaron estudios secundarios en la década de 1960, hizo el Bachillerato en el Colegio Nacional que ya llevaba más de una década desde su creación. En sus estudios superiores tuvo el privilegio de pertenecer al grupo de los que estudiaron en el prestigioso Instituto Nacional de Educación Física de San Fernando, creado en 1939. Allí compartió con otro Dorreguense Carlitos Pucci y luego llegaría otro más, Marcelo Belussi.
De regreso a su pueblo comenzó a edificar una insuperable tarea docente por más de tres décadas. Fue profesor del Colegio San José tanto en primaria como en secundaria y del Colegio Nacional. En Tres Arroyos, en el Instituto de Formación Docente y en el Club Danés. También en la Universidad Nacional del Sur en Bahía Blanca. Como casi todos los docentes de secundaria fue un trotamundos que recorrió la zona, pero su inmediata incorporación al Club Independiente, ya con su título de Profesor Nacional de Educación Física, fue lo que marcó su vida profesional y la vida de generaciones de adolescentes que compartieron sus clases.
Su sorprendente capacidad atlética que lo ubica entre los mejores gimnastas argentinos lo lleva a integrar el Equipo Argentino de Gimnasia Artística.
Jubilado de la docencia escolar continuó durante varios años más con sus clases en Independiente. Ese “reposo del guerrero” le dejó tiempo para pulir y volcar la profundidad de su pensamiento y la experiencia de una vida vivida con el toque de distinción de su gran personalidad en la literatura. Fue miembro del Taller Literario “Alfonsina Storni” dirigido por Laura Forchetti, donde incursionó en la poesía. Publicó una larga saga de libros de aforismos: “Marbrava”, “Eso lo hago”, “Paz”, “Salud”, “Fuerza”, “El Vidente”, “Was ist Das”, “Extranjero extraño”, “Crear para vivir”, “Caricias de Otoño”, “La Campana es un llamado”, “El último espectador” y “Miedo a la felicidad”.
El empedernido fumador de “Benson & Hedges, es el símbolo del ser humano en libertad. Nadie más que él la ejerció y brindó herramientas a sus alumnos para que la ejercieran. Había una mágica simbiosis entre Piche y su gente, iba más allá de la posibilidad de hacer a la perfección o lo mejor posible un “Flic flac”, un “Mortal”, un “Spagat”, entre tantas pruebas; excedía el saber alcanzar una habilidad, era un todo en el que los valores basados en la libertad fluían con una naturalidad sorprendente.
Solemos decir para elogiar a quienes se destacan en nuestra sociedad que es un distinto. Eso era Piche, distinto a todos, mejor que todos. La referencia a la vertical, casi en una asociación a la esencia de la poesía de nuestro poeta Roberto Juárroz Balda, era el punto del equilibrio, el justo medio de las cosas, su centro, su lugar en el mundo.

Roberto Magnoni fue capaz de reflejar pensamientos incluidos en varias de sus obras literarias: “La envidia bastante desgracia tiene, como la víbora de arrastrarse”, “Mi disciplina es mi libertad. Mi libertad es un niño pájaro”, “Mi gastada corteza hace que mi espíritu sea joven”, “Ayer es felicidad, hoy incomodidad, mañana un mundo mejor”, “No tengo condiciones naturales, todo esfuerzo cuesta. ¿No será el esfuerzo una condición humana?, “Cuántos hombres conviven con su falsedad por vocación”, “La luz genera energía y la luz del alma nos hace comprender lo que no comprendemos”, “El hombre no quiere elevarse para no condenarse a la soledad”, “Los trucos del pensamiento hacen de la vida una magia que sorprende a todos”, “La rutina es la peor cárcel porque la llave la tenemos nosotros”, “Cruza sin miedo en la otra orilla puede estar lo inesperado”, “Dios escucha el diálogo, no el rezo”, “Cuando miro, escucho por los ojos”.
En “Plegaria de un niño con un cerebro desnutrido”, una crítica a la Televisión que se puede trasladar hoy a las TICS, nos demostró admonitoriamente los tiempos que se vendrían. Reflexionaba Piche: “Televisión: gracias por no dejarme, pensar, razonar, ni discernir. Tengo mi vida organizada en veinte pulgadas. No ensucio mi ropa, porque no juego ni desordeno la casa: mi mamá muy agradecida.
Sé que en pocos años no necesitaré ir al colegio, y que tus videos reemplazarán a las maestras, y que no tendré que salir de casa.
Gracias a los cables estoy tan informado, y sé que son tantos juegos, marcas, superagentes, seductores, diosas que llegaré al fin de la mediocridad, porque vivo adentro de esos ídolos, producto de lo irreal que ha castrado mi posibilidad de ser Yo”.
Piche nació un 31 de marzo de 1948 y falleció el 27 de marzo de 2014, “su duende” no puede abandonarnos, resulta necesario en un mundo donde la única certeza que existe es, precisamente, la incerteza.
Piche fue parte de esa élite de los “profe” distintos, te entraba en el alma por prepotencia de sabiduría, bondad, solidaridad y ejercicio de la amada libertad.

Los comentarios están cerrados.