Ecos de la memoria: una Esquina Imperial
POR FABIÁN BARDA
El paso inexorable del tiempo, las necesidades de infraestructura o los proyectos de puesta en valor de determinados lugares de la ciudad nos muestran aristas diferentes de esos sitios que, según las canas que peinemos traerán referencias a “nuestras épocas de oro”. Es decir, según pasan los años cada sitio tiene para cada uno de nosotros un recuerdo determinado.
Tiempos de reformas en los que convive el resto de un emblemático empedrado con la aspiración de una semipeatonal, el centro de Dorrego tiene en una de sus clásicas esquinas el sello de la memoria.
En San Martín e Yrigoyen, desde 1937 hasta hace unos años funcionó uno de los tradicionales comercios de ropa masculina: “El Imperio”. En sus inicios, como no podía ser de otra manera, era una clásica sastrería que Rodríguez y Taján timonearon durante varias décadas para quedar después definitivamente vinculada a los herederos de don Juan Taján.
Antes de ellos, ni más ni menos de los más de 70 años que en lo alto de la fachada lucía el letrero de “Imperio”, Don Manuel Espizua construyó y dirigió el “Hotel de Londres”. Don Espizua antes de la creación del partido de Coronel Dorrego se había instalado con negocio y posta , denominado “El 25 de El Perdido”, donde moría el arroyo “El Perdido” en campos pertenecientes a los hermanos Muñoz (Fermín, Justo y Martiniano).
Como posta era el paso obligado de la galera que unía Bahía Blanca con Tres Arroyos, entrando a Dorrego por el paso de Las Oscuras y saliendo de nuestro distrito por el Paso del Médano al lado de la Cueva del Tigre de El Quequén.
A poco de creado el distrito de Coronel Dorrego, de definida su localidad cabecera, Don Manuel Espizua instala en la tradicional esquina su “Hotel de Londres”. Colmo promocionaba la publicidad del año 1891, Espizua pone a disposición de los viajeros “comodidad y modicidad” .
El hotel cobrará importancia como centro de la vida comunitaria, ya que al no existir teatros y cinematógrafos, será esa esquina donde se albergarán las primeras célebres visitas artísticas ya sea teatrales como musicales, una prueba de ello es que el célebre payador Gabino Ezeiza actúa, en octubre de 1900, en la más céntrica de las esquina dorreguenses.
La historia también cuenta que el nombre de “Bar Londres”, acaso el más famoso de los bares dorregueros, es un homenaje de su creador Zenen Rabanal al “Hotel de Londres”.