La ciudad

Historias Dorregueras / Laica o libre: el movimiento estudiantil en nuestra ciudad

Por Fabián Enzo Barda

La inauguración del Colegio Nacional en Coronel Dorrego, en julio de 1952, fue un paso fundamental en la historia educativa del distrito. Hasta ese momento, salvo algunas jóvenes que estudiaban en el Colegio San José, el resto que abordaba los estudios secundarios debía hacerlo en Bahía Blanca o en la Capital Federal.

A partir de la irrupción del peronismo, comenzó a ponerse sobre la mesa la discusión sobre la necesidad de crear un Colegio Nacional en el distrito. Primero fue el proyecto de los diputados radicales Ricardo Balbín y Emir Mercader, presentado en la Cámara de Diputados de la Nación, que solo tomó estado parlamentario de presentación y no fue abordado en comisión. En cambio, el proyecto del diputado bahiense David Diskyn fue el que finalmente fue aprobado con media sanción en la cámara baja para lograr aprobación definitiva en el Senado.

La caída del peronismo en 1955 generó un primer proceso de politización entre el estudiantado del Nacional de Dorrego. Una situación crítica se generó con varios de los estudiantes de la primera camada, como Francisco Montaner y Carlos Álvarez, de militancia radical, y el ex primer rector de la institución, Carlos Miguel, reconocido docente de militancia peronista.

La Revolución Libertadora trajo cambios muy marcados, ya que no solo el profesor Miguel dejó Coronel Dorrego, sino que también varios docentes fueron cesanteados o trasladados a otros puntos del país. Los colegios nacionales dependían del Ministerio de Educación de la Nación, lo que hacía que muchos docentes estuvieran en varios puntos de la Argentina. Salvando las distancias, es lo que se muestra en el recordado film “El profesor Patagónico” de los años 70, que tiene como protagonista a Luis Sandrini.

Por aquellos años, ya había sido creada la DIPBA (Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires). Desde su creación, la DIPBA tuvo una constante tarea vinculada a la producción de información y la acción de inteligencia, elemento que la convirtió en un eslabón fundamental del terrorismo de Estado en la provincia de Buenos Aires. La Central de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires se creó el 3 de agosto de 1956. La autodenominada Revolución Libertadora estableció, por Decreto de Intervención Federal 3603 del 29 de diciembre de 1955, la disolución de la Dirección de Orden Público y designó a un integrante de las Fuerzas Armadas como interventor para reorganizar la dependencia. La creación de la DIPBA se explica en el escenario de la proscripción del peronismo y la redefinición de las fuerzas de seguridad en el contexto de la Guerra Fría.

La DIPBA, que en el distrito venía sistemáticamente siguiendo a los militantes comunistas, no se ocupaba de monitorear las actividades de los alumnos del Nacional, pese a que desde la caída de Perón hubo momentos de intensa politización. Después de la Revolución Libertadora (1955), puso el ojo en varios de los docentes que trabajaban en el Colegio Nacional.

Las docentes más mencionadas en los informes de la bonaerense eran Berta Zubiri de Sillero, docente de larga trayectoria; el contador Rodolfo Barrios; y María Angélica Córdoba Albarracín, una carismática profesora de historia conocida como “La Catamarqueña”. Los tres eran señalados como “peligrosos izquierdistas”. Esos informes señalaban un hecho lamentable: los docentes habían sido denunciados por padres de alumnos a quienes “les preocupaban las ideas comunistas de los docentes”.

Más allá de la situación del conflicto por la caída de Perón, la politización más profunda y orgánica que tuvieron los estudiantes secundarios dorreguenses se dio durante el gobierno de Arturo Frondizi con el conflicto de la “LAICA” o “LIBRE”.

La crisis se origina en la reglamentación del Decreto 6403, firmado por el General Aramburu el 23 de diciembre de 1955, que reconocía la autonomía, la autarquía financiera y el gobierno tripartito de las universidades.

Estas cuestiones acercaban al gobierno a los sectores estudiantiles que levantaban las banderas de la Reforma Universitaria de 1918 y que habían sido férreos opositores a los gobiernos de Juan Domingo Perón (1946-1955). El artículo 28 establecía que “la iniciativa privada puede crear universidades libres que estarán capacitadas para expedir diplomas y títulos habilitantes”.

El movimiento estudiantil consideró que esto era una avanzada de la Iglesia Católica y una traición hacia la tradición laica de la educación universitaria, generando mayores desigualdades sociales. La creación de universidades privadas contaba con el apoyo de un amplio sector de intelectuales que se habían visto excluidos de la enseñanza superior durante los tiempos del peronismo.

Los cuestionamientos fueron girando del rechazo a las universidades privadas y la defensa de la educación pública hacia una cuestión de índole religiosa y clerical. Se postergó el conflicto hacia el futuro. Ese futuro sería cercano y llevaría el sello del presidente que asumiría en 1958: Arturo Frondizi.

El 26 de agosto, el Servicio de Prensa de la Presidencia de la Nación comunicó la voluntad presidencial de reglamentar el controvertido artículo 28 del decreto de Aramburu. No era un dato menor que el nuevo rector de la UBA era el filósofo Risieri Frondizi, hermano del presidente, quien inmediatamente consideró inoportuna la iniciativa porque alteraba el régimen normal de las universidades.

Las manifestaciones a favor o en contra se multiplicaron por todo el país, quedando catalogadas como el enfrentamiento “Laica o Libre”. Los estudiantes secundarios tomaron los colegios, y eso se replicó en Coronel Dorrego.

El Centro de Estudiantes Dorreguenses, que presidía Mario Alberto Reyes, realizó durante esas jornadas una asamblea en el recinto del Concejo Deliberante (que funcionaba en el actual Museo Regional Dr. Carlos Funes Deriuel), en la que aprobaron una serie de medidas: 1) Manifestar su disconformidad con el artículo 28 del decreto-ley 6403/55; 2) Ratificar el apoyo a la Ley 1420; 3) Elevar telegramas expresando el sentir del estudiantado dorreguense al presidente de la Cámara de Diputados y al Ministro de Educación de la Nación; 4) Declarar al Centro de Estudiantes en estado de alerta a la espera de los acontecimientos.

Ese estado de alerta pasó a la toma del colegio. La prensa local, sobre todo los diarios “La Voz”, que dirigía Gregorio Cejas, y “El Pueblo”, de Florencio Guzmán, habían tomado partido por una u otra postura. Es así que los artículos aparecidos en “La Voz” fueron contestados públicamente por los estudiantes dorreguenses en el periódico de “Floro” Guzmán.

En dichas crónicas periodísticas no solo se hace referencia al conflicto de la “Laica o Libre”, sino que también se retrotrae a la caída del peronismo y a los docentes, preceptores y auxiliares cesanteados. “La Voz” atacó fuertemente a los estudiantes, minimizando la convocatoria de la toma y circunscribiéndola a una minoría. Los estudiantes, desde “El Pueblo”, ubican en más de 60 los participantes de la toma, sobre un total de 180 alumnos que tenía el colegio, haciendo la salvedad de que a ese número debía agregarse las jóvenes que solo permanecían en horas diurnas, no quedándose a dormir en el colegio. Los estudiantes acusaron a las autoridades de presionar a varios alumnos y alumnas e de incluir entre los adherentes del sector “Libre” a muchos jóvenes que habían dejado de cursar por diferentes motivos.

Desde lo estrictamente político-partidario, vale recordar que el radicalismo se había dividido en la UCR del Pueblo (balbinistas) y la UCR Intransigente (frondicistas). Al momento del conflicto, el intendente municipal era Raúl Loydi. La UCR del Pueblo se abroqueló contra Frondizi, levantando las banderas de la educación laica, que forma parte de su tradición política.

La que tuvo una disidencia con su dirigencia mayor fue la Juventud de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI). Con la firma de David Lagleyze y Diego Iraola, los jóvenes intransigentes difundieron un comunicado a raíz de una asamblea partidaria en la que se dio apoyo al gobierno nacional. Cabe recordar que, pronto después de iniciado su gobierno, Frondizi comenzó a distanciarse de su original intransigencia radical para abrazar las ideas del desarrollismo. Los jóvenes intransigentes dorreguenses objetaron esa asamblea por no representar la voluntad general de todos sus afiliados, señalando que “nosotros tenemos nuestra posición frente al gobierno nacional, pero no nos creemos dueños de la verdad absoluta; lo que da fuerza a nuestra convicción es que quienes nos enfrentan niegan al afiliado como fuente de poder”.

Un dato no menor es que, por ese entonces, el Colegio Nacional funcionaba en turno vespertino en la Escuela N° 1, por lo que durante los días de la toma convivieron los alumnos y docentes de primaria con los defensores de la educación “Laica”.

El viernes 3 de octubre de 1958, el secretario de la Cámara Nacional de Apelaciones, con una comisión de la Policía Federal, aproximadamente a las 4:00 hs A.M., desalojó el Colegio Nacional de sus ocupantes.
Así culminó uno de los hitos del movimiento estudiantil dorreguense. Los años 60 y 70 fueron más movilizantes y radicalizados desde el punto de vista político para los sectores juveniles; en Dorrego, el movimiento estudiantil no alcanzó el nivel de movilización y repercusión política que tuvieron los conflictos del 55 y el de la “Laica o Libre”. (10-03-25).

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