Política

La política del shock

Plebiscitado en las urnas, Milei ensaya un esquema de urgencia para soportar un ajuste brutal. La economía del presidente-ministro, el abrazo de oso de Macri y el escudo protector del paleolibertario.

Nota escrita por Diego Genoud en La Política On Line

Con casi 14 millones y medio de personas que fueron a votarlo, una diferencia sobre Sergio Massa mucho más amplia que la que tuvo a su favor Mauricio Macri sobre Daniel Scioli en 2015 y las ideas promercado en un apogeo como nunca en 30 años, Javier Milei se cree destinado a refundar la Argentina como lo hizo Carlos Menem, su fuente de inspiración democrática.

El presidente electo llegó en medio del peor espiral inflacionario de las últimas tres décadas y pretende hacer cirugía mayor para instaurar una nueva etapa de estabilidad. Pero las diferencias con el responsable de las reformas estructurales que permanecieron en gran medida intactas hasta hoy son unas cuantas. Milei ganó después de decir lo que iba a hacer. Con una estética antimenemista y la promesa de vengarse de la casta, en poco más de dos años se fagocitó a un sistema político en ruinas y saltó de los estudios de televisión a la Casa Rosada.

El líder de la ultraderecha argentina que Donald Trump designa con orgullo como uno de sus discípulos no necesitó asumir la identidad del PJ para llevar la versión extrema del liberalismo al poder. Al contrario, se impuso en 20 provincias sobre las tribus de un peronismo desconcertado e impotente que dilapidó la oportunidad que le había dado la fallida aventura de gobierno de Macri. Sin embargo, como Menem, el economista paleolibertario penetró en los sectores de menores ingresos, se impuso en el balotaje como vértice de una alianza transclasista y se quedó con los votos de desertores del peronismo histórico.

Milei enfrentó un bloque de fuerzas poderosísimo y heterogéneo que fundió por un rato al peronismo y el progresismo con la Iglesia Católica, el feminismo, una facción pesada del poder económico y el Departamento de Estado. Mientras sus detractores apostaron por Massa como padrino de la democracia y se declararon en defensa del sistema con estridencia, el voto vergonzante de sectores pauperizados que sufrieron el descontrol inflacionario bajo la gestión del ministro-candidato migró en masa hacia Milei.

El sábado 18 de noviembre a la noche, Milei ya se había convencido de que iba a ganar. Por esas horas, un miembro de su mesa chica llamó a un funcionario clave de Alberto Fernández para decirle que todos los estudios que tenían daban ganador al ex economista jefe de Eduardo Eurnekian y le habló de organizar el encuentro con el todavía presidente, que salió del ostracismo gracias al fracaso electoral de Massa.

La imagen antagónica se observó en el búnker de Unión por la Patria alrededor de las siete de la tarde del domingo 19, cuando todas las mesas testigos daban negativo para el oficialismo. A esa hora, Máximo Kirchner y su círculo íntimo descargaban sobre Axel Kicillof las críticas por una elección que en la provincia de Buenos Aires terminó mucho más ajustada de lo que se preveía y no alcanzó para compensar el aluvión de votos de Milei en todo el país. Massa buscó pacificar y consideró que la derrota no tenía origen en el territorio madre de todas las batallas sino en otros distritos donde el peronismo estaba obligado a obtener un mejor resultado si pretendía retener el poder.

Solo la voluntad de Massa podía advertir una oportunidad en la crisis de un gobierno que durante tres años de mandato se entregó a un juego autodestructivo. Pero nadie le hizo a la fenomenal campaña del candidato presidencial de UP tanto daño como la defectuosa gestión de un ministro de Economía que empeoró todos los indicadores y vio cómo la realidad desmentía la mayoría de sus promesas.

El informe de las presidenciales que elaboró el politólogo peronista Pablo Salinas es contundente. La Libertad Avanza se quedó con casi la totalidad de los votos que Juntos por el Cambio consiguió en la primera vuelta e incrementó en un mes entre un 90 y un 180% sus votos en distritos claves como Buenos Aires (+89%), Santa Fe (+94%), Entre Ríos (+112%), Córdoba (+113%) y CABA (+190%).

No solo eso. Milei penetró en el Gran Buenos Aires y multiplicó sus votos entre las generales y el balotaje. Creció en forma exponencial en bastiones del peronismo como Morón (+119), Lanús (+112%), Avellaneda (+104%), Ituzaingó (+102%), San Fernando (+95%), San Martín (+94%), Quilmes (+92%), Tigre (+90%), Lomas de Zamora (+88%), Hurlingham (+84%), Almirante Brown (+77%), Berazategui (+72%), Esteban Echeverria (+73%) y La Matanza (+70%).

El domingo a la noche, cuando el aluvión de votos por la ultraderecha en el GBA ya se había consumado, el hijo de la vicepresidenta prefería quedarse abajo del escenario en el búnker de UP y fue el candidato derrotado el que le pidió que subiera a acompañarlo en el álbum de la derrota, en una postal antagónica a la del Massa victorioso que habló en soledad el 22 de octubre.

Una vez más, el regreso de las ideas liberales al poder se inspira en el ciclo de la Convertibilidad que se extendió durante una década hasta que terminó en el estallido de 2001. Pero omite todos sus antecedentes traumáticos, incluido el más reciente de Macri, hasta el punto de reiterar nombres claves del que se vendía como mejor equipo de los últimos 50 años y terminó en un festival de deuda insostenible.

Aunque el caótico proceso de armar el gabinete no está cerrado, no está claro quiénes van a ser los funcionarios más importantes ni se conocen cuáles serán las primeras medidas, las voces del mercado están eufóricas porque Milei obtuvo un respaldo electoral más alto del que se preveía y buscó de entrada darle garantías. La dolarización sin dólares quedó diferida sin fecha, la salida del cepo no es inminente y el gasto social no será eliminado, aunque la devaluación, el ajuste -obra pública, subsidios, jubilaciones, sueldos estatales- y la recesión que vienen impactarán de lleno sobre los que apostaron a Milei para salir del pozo.

Las acciones de las empresas argentinas aumentaron hasta un 80% en una semana, incluida la YPF estatal que La Libertad Avanza pretende rematar. En el mercado financiero respaldan el plan motosierra que apunta a un ajuste inédito en democracia sobre una sociedad sobreajustada y en medio de una inestabilidad absoluta, pero demandan al mismo tiempo blindar la gobernabilidad para que no todo se evapore como cuando gobernó Macri.

Entre parte de la dirigencia política y algunos economistas importantes ligados al peronismo, se festeja que Emilio Ocampo y Federico Sturzenegger hayan quedado fuera de juego, como parece. En el credo del mesianismo de mercado que expresa Milei, son movimientos que sugieren un grado de pragmatismo que deja de lado el dogmatismo absoluto y apuntan a dar señales de cierta gobernabilidad. «Por ahora todos son supuestos, pero dentro de las alternativas que manejan lo que se puede inferir es que no se van a suicidar en la primera semana y van a intentar al menos dar pelea», dice un funcionario que trabajó con Roberto Lavagna y Néstor Kirchner.

El virtual nombramiento de Luis Caputo, grandísimo responsable del endeudamiento demencial de la gestión Macri, insinúa que Milei busca conseguir financiamiento para endeudarse otra vez y regular su motosierra.

En el entorno del presidente electo, afirman que Caputo no llegó de la mano de Macri sino de su sobrino Santiago Caputo, para muchos la persona más importante al lado de Milei después de su hermana Karina. En lo alto del macrismo económico, dan otra versión: dicen que Macri lo promueve y que Toto es un enviado suyo. El Messi de las Finanzas que durante el tiempo final del macrismo tuvo varios inconvenientes para transitar por la calle fue el único que le llevó a Milei un plan para desarmar el stock de Leliq que Alberto Fernández prometió resolver de entrada y elevó a niveles ingobernables.

Primer economista que accede a la presidencia por el voto popular en la historia argentina, Milei tendrá como prioridad un tema que Menem delegó en Domingo Cavallo después de dos años endemoniados con hiperinflación. Quienes lo conocen afirman que Caputo será en la práctica su secretario de Finanzas. De ser así, la pregunta es quién estará a cargo de la política capaz de soportar un ajuste salvaje. Menem lo hizo porque la política era su hábitat natural, producto de décadas de actuar en las primeras ligas del poder. Milei debe diseñar un esquema de alianzas y para eso no tiene un partido propio como era el PJ de los años noventa. Solo dispone de dos personas propias, a las que conoció en la escuadra de Eurnekian, Nicolas Posse y Guillermo Francos. El resto es el abrazo de oso de Macri, que lo madruga en forma sistemática con filtraciones a través de sus propios canales.

Milei tendrá como prioridad un tema que Menem delegó en Cavallo después tener su propia hiperinflación. Si Caputo oficia en la práctica como su secretario de Finanzas, la pregunta es quién diseñará la política capaz de soportar un ajuste salvaje».

Junto con un peronismo que ofreció a su mejor candidato pero quedó 11 puntos por debajo de un panelista de televisión, las elecciones del 40 aniversario de la democracia confirmaron el derrumbe de la vieja oposición antikirchnerista. Macri, que colaboró con la destrucción de la alianza que le permitió llegar a la Rosada, da indicios de operar sobre Milei como lo hizo con éxito primero sobre Horacio Rodriguez Larreta y después sobre Patricia Bullrich. Macri presiona de mil maneras para imponer a sus hombres y regresar al poder. Sus embajadores en el Hotel Libertador son el egresado del Cardenal Newman Jose Torello y su ex secretario Fernando De Andreis. Pero el ex presidente también madruga a Milei con información que filtra a través de canales amigos.

Frente al poder de fuego, el rencor y la voracidad del ingeniero que espera resucitar como el padrino de Milei, el primer presidente de la ultraderecha argentina electo por el pueblo resiste como puede. Delega en Posse la selección del personal para sus ministerios, en Francos la interlocución con la política, pero tiene a su hermana como escudo protector esencial.

De Milei hay dos retratos contrapuestos que encuentran elementos concretos para sostenerse. Quienes lo ven devorado por Macri y sometido a la casta amarilla y quienes se sorprenden porque muestra más reflejos de los que se la adjudicaban en el terreno de la disputa de poder. El inquilino de Olivos contrato vencido Alberto Fernandez y su entorno están en ese grupo. Pero también otros con más de una terminal como Juan Manuel Olmos, el jefe de asesores de Massa que ve en Karina Milei la cuota de sentido común que no abunda en las filas de La Libertad Avanza. La hermana del nuevo presidente no solo avala el freno a Macri: también rechaza el rol protagónico que pretende ocupar Victoria Villaruel y aliados suyos como el diputado electo Guillermo Montenegro o el pretendido jefe de la ex SIDE Miguel Angel Toma

La subestimación ante el futuro presidente, opción más elegida hasta que muy tarde mutó en pánico, no dio el mejor de los resultados. «Milei lo usó a Sergio para armar una candidatura nacional y lo usó a Macri para fiscalizar a Sergio. Boludo no es», dice un hombre clave del peronismo, de diálogo con todas las sectas de un gobierno en retirada.

Sin embargo, gobernar la Argentina no es para cualquiera y no hay margen para seguir improvisando en el poder. Pueden atestiguarlo Fernández y Macri. El ex panelista no solo nombró a Bullrich -la que parecía su principal enemiga hasta el 22 de octubre- en Seguridad, una decisión en la que dicen Macri no intervino. Además designó en Anses e YPF a dos hombres con experiencia, algo que no había hecho Macri. El ex funcionario de Cavallo que llegó a ministro de Schiaretti Osvaldo Giordano y el ex hombre fuerte de Tecpetrol Horacio Marin, a quien cuatro personas del actual oficialismo que conocen muy bien el sector reconocen su capacidad y experiencia. Hay quienes piensan que la incorporación de Marin es una complicación para Paolo Rocca porque puede dificultar los proyectos que amasa de cara al nuevo ciclo de negocios y recuerdan el caso de Juan Jose Aranguren, que desprestigió a Shell más de lo que la benefició.

Marin analiza enviar a un hombre de la consultora McKinsey, la más poderosa del planeta, a revisar la estructura de la petrolera de mayoría estatal. La noche en que Massa le dio una paliza verbal a Milei en la Facultad de Derecho de la UBA el especialista que auditará YPF estuvo sentado en la lista de invitados del paleolibertario.

Francos se opone a que Macri someta a Milei desde las sombras y tiene desde antes de las PASO el objetivo de construir un peronismo libertario para sostener un esquema de gobernabilidad como el que intentaron con éxito durante buena parte del macrismo Emilio Monzó y Rogelio Frigerio. Schiaretti y su sector ya dieron muestras de apoyos, lo mismo que el resentido Florencio Randazzo, que acaba de fundirse en abrazos con Ricardo Bussi. Pero además hay leales como Daniel Scioli, que quieren ser parte del gobierno de la ultraderecha. El frustrado candidato a presidente no solo felicitó a su amigo Francos en público y en privado. Además, le dijo al presidente Fernández cuál era su apuesta: «Yo puedo ayudar a Milei con Lula como te ayudé a vos con Bolsonaro».

La eficacia del diagrama que ensaya el gobierno de extrema derecha para lograr que la sociedad digiera un ajuste de shock de 5 puntos del PBI es el mayor de los enigmas. A poco de andar, el eslogan de que el sacrificio solo hará la casta quedará desmentido por el presidente Milei y la devaluación sumada a los aumentos de tarifas y transporte van a poner a prueba la paciencia de los votantes que se creyeron a salvo del mazazo. La pesada herencia de inflación reprimida, brecha cambiaria, pobreza y nueva deuda que dejan Massa y el Frente de Todos le permitirá a Milei culpar a sus antecesores, pero también le consumirá parte de su propio capital. Dispone de un apoyo social importante pero condicional y no está claro cuántos de los votantes de Milei tienen asimilado el monumental ajuste que está preparando. (27-11-23).

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