El costo de ser mujer también se ve en las góndolas: pagan 15% más que los hombres por el mismo producto
Expertos en consumo lo llaman "impuesto de género". Se aplica fundamentalmente a artículos de perfumería e higiene personal, farmacia, juguetes y útiles escolares. Las niñas y adolescentes son el "blanco" de las empresas
La desigualdad de género no solo se nota con fuerza en el ámbito laboral, donde las mujeres ganan un 23% que los hombres, sino también en otros gastos cotidianos que terminan impactando en su economía. Cuando van al supermercado, por ejemplo, terminan pagando hasta un 15% más que ellos por el mismo producto.
Solo basta con recorrer las góndolas para comprobar que ese «impuesto de género» se aplica fundamentalmente en artículos de perfumería e higiene personal, farmacia, juguetes y útiles escolares; según reveló un estudio de la Defensoría del Pueblo bonaerense.
Estos sobreprecios se traducen en que una máquina de afeitar orientada al público femenino cuesta hasta un 65,30% del valor pagado por los hombres. Los desodorantes, tanto en aerosol como en polvo, también sufren una discriminación importante, donde la brecha alcanza un 14,89%. El shampoo, por su parte, tiene una diferencia del 12,69% en prejuicio para ellas.
«Se ve una clara discriminación de precios por género. En función del conocimiento de mercado, los productores de estos artículos aplican valores diferenciados, lo que es una práctica que debe dejarse atrás si queremos una igualdad real entre las personas», sostuvo el Defensor del Pueblo, Guido Lorenzino.
Pero no solo pasa en nuestro país. Se trata de una tendencia mundial denominada «pink tax» (impuesto rosa) que hace que la versión femenina de un producto resulte más cara solo por estar dirigido a ese público en particular sin ningún tipo de explicación.
De hecho, un estudio reciente realizado por la Universidad de California asegura que las mujeres estadounidenses pagan hasta 1.351 dólares más al año por la versión femenina de productos similares masculinos.
La cuestión también se extiende a otros gastos que los usos sociales hacen muy difíciles de evitar; como el consumo de maquillaje, los arreglos del look en la peluquería o el servicio de tintorería (cobran más por la ropa de mujer, ya sea por los materiales o porque es entallada o con pliegos). A lo que hay sumar las toallitas íntimas y los tampones que son de uso exclusivo de ellas y que elevan los gastos domésticos frente a los de los hombres.
Otro ítem icónico de este tipo desigualdad es el ibuprofeno, cuya versión femenina resulta un 15,46% más cara que la versión genérica teniendo la misma función: analgésico, antiinflamatorio y antipirético.
El llamado «pink tax» tampoco discrimina por edades y las niñas también se ven perjudicadas desde que nacen. Chupetes, platos y vasos de plástico, mochilas y disfraces son algunos de los artículo alcanzados por ese impuesto al género que se traduce en subas desmesuradas.
«Los productos más publicitados son los destinados a niñas y adolescentes porque ellas tienen menos capacidad de entender y rechazar este impuesto de género. Es necesario generar conciencia de la discriminación a las mujeres para que ellas boicoteen la compra de estos productos», remarcó a Infobae Mabel Bianco, presidente de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM).
Los disfraces son un claro ejemplo de ese abuso, donde el sobreprecio llega al 48%. Un traje de Campanita con luz de licencia original cotiza a $1.110 mientras que un de Cars Mcqueen con esas mismas características sale $749,90.
Asimismo, en el caso del plato hondo sopero rosa cuesta un 52,57% que el celeste. Mientras que el de nena se vende a $90; el de nene cuesta $58,99.
La pizarra mágica tampoco es la excepción. Y más allá de cumplir las mismas funciones, la versión para nenas es un 12% más cara que la de nenes. Lo mismo se observa en algunos portales web, donde las mochilas escolares varían su precio dependiendo el público al cual estén destinadas: las de Minnie con carrito cuesta $1.245 y la de Mickey $1.199, lo que representa un 3,84% más.
A pesar que hay ejemplos de sobra, el economista Damián Di Pace, director de la Consultora Focus Market, aseguró a Infobae que el «pink tax» viene en retroceso: «En los últimos años, a partir de este tipo de estudios y sensibilización, se ha ido mejorando la situación sin necesidad de regulación». El economista consideró que uno de los principales motivos es que «las empresas ven afectadas sus marcas por el acto de discriminación de precios en exhibición».
En 2018 se presentaron dos proyectos de ley en el Congreso con el objetivo de regular la problemática del «impuesto rosa» en el país. Uno de ellos estuvo a cargo de Lucía Crexell, senadora nacional por Neuquén, y el otro pertenece a Cristina Fiore, senadora nacional por Salta, quien además propuso eliminar el IVA para todos aquellos artículos utilizados por el período menstrual.
«En cuanto a normas, creo que la Secretaría de Comercio debería velar por una competencia leal y sacar alguna resolución al respecto. Y la Dirección del Consumidor también debería apoyar con alguna normativa que plantee esto como una práctica perjudicial para las consumidoras mujeres», sugirió Blanco, la presidenta de FEIM.
Ante este panorama, es fundamental chequear los precios de los productos para evitar pagar de más. El comparativo ayudará a establecer un precio de referencia y evaluar hasta dónde cederán las consumidoras para adquirir la versión femenina del producto en cuestión. «En economía de género, el debate recién empieza», concluyó Di Pace.
FUENTE: INFOBAE