Deportes

Matías, mándame una postal

POR MANUEL MENDIONDO

Mirá, ¿qué querés que te diga? Yo no lo creo. Ya sé que te fuiste hace seis meses, que incluso vos confirmaste la posibilidad en aquella entrevista del verano pasado, pero perdoname, yo no lo creo… Estás en la Isla Guadalupe, vinieron con un paraíso y te llevaron. Claro, si a cualquiera que le ofrezcan el paraíso se va, aunque hay algunas cosas que no tengan precios ni paraísos. Por eso te digo que yo no lo creo…

¿Me entendés, Matías? ¿Cómo hicieron para llevarse tu imagen que aún en tan poco tiempo jugando aquí sigue flotando en las canchas dorreguenses? ¿Cómo hicieron para llevarse esa costumbre de verte y de oírte? ¿Cómo hicieron para llevarse aquella “revolución” y aquellas primeras gambetas?… ¿Cómo hicieron?

Los isleños me parecen que son muy ingenuos. Vinieron para llevarse a un crack y no se dan cuenta que se llevaron a un fantasma. Que quizá les rinda como el mejor delantero que pisó sus tierras, pero que en definitiva es un fantasma. Porque hay un Matías Izzi que nunca se fue. Y no pienses que esto es producto de una alucinación, que es el arrebato inconsciente de un estúpido sentimental de finales de año. No. Te invito a que le preguntes a otra gente. Preguntale a la gente de San Martín a ver qué te dice.

Preguntale a Andrea a ver qué te dice. Preguntale a ver si ella cree tu sonrisa desapareció de las reuniones eternas. Si tu carcajada ruidosa podrá escapar de su rincón cálido donde vos entibiaste tus ilusiones desde pibe y gozaste, tiempo después, la dulzura en Dorrego. Siempre al lado de Andrea, tomando el mate con la misma humildad, con el mismo afecto que ella te entregó. Preguntale a Juan Carlos si le van a hacer creer desde la platea más alta, que su cachorro al que protegió, se lo sacaron. Preguntale a papá Carlos, a la abuela Noemí, a Facundo, Tomás, Miguel, Marcelo, Carlos, Sebastián, Juan, Leandro… Preguntale a Nicolás, Daniel, Agustín… Preguntale a los hermanos Ñancufil, al Pity Bilbao, Félix López, Gabriel Millán, Bautista Tovar, Juan Flores, Lulo Mazzarini, Juani Ripoll, al lechón Montes de Oca, al Fede Belloni, Juan Cruz Madariaga, al Cacón Cansina… que se yo, preguntale a cualquiera de los que fueron tus compañeros que nunca dudaron de tu inmensa calidad, del gran respaldo futbolístico que siempre encontraron en vos. Preguntale. Y vas a ver que coinciden conmigo…

Admito que lo mío puede ser especial. Que en este momento me puede traicionar aquella promesa que consta entre un asado y un vino tinto. Aquel primer encuentro por la noche dorreguense, un viernes, en un bar, donde compartimos con la misma intensidad y con algunos jugadores del medio, una charla futbolera amena.

Aquí, en portales de internét y en redes sociales, está toda tu trayectoria en fotos. Veo tu cara de pibe en los comienzos. Ese rostro que reclamaba una tapa de “Gente” y que, sin embargo, en la cancha vestía a un chiquilín demasiado gambeteador, propenso a que los marcadores centrales se sobrepasen y le dejen la suela más de lo normal. Como si de pronto esquivaras un torbellino de patadas para demostrar que justificabas el dorsal número “diez”.

Allá a mitad del 2016, cuando la carencia prolongada de protagonismo de San Martín, la luz de la casualidad o del acierto genial, cambió todo. Vino Pedrito Chiaradía a decirte que eras número diez. Respondiste con una mueca de confianza. Y nació otra fantasía, la de la modestia. Viene el protagonismo de San Martín hasta cuartos de final cuando el “colorado” anuló el gol contra Suteryh, viene la pretemporada, viene el inicio del campeonato 2017, viene el buen juego, viene la final contra Independiente… Nos íbamos quedando sin adjetivos para un San Martín que asombraba, para un San Martín que le daba vigor al fútbol dorreguense. Para un San Martín que ganaba y estremecía. Para un San Martín que destrozaba adversarios y records negativos. Y ese San Martín empieza a acunar un símbolo que luego se lo entregará a todos. Un símbolo llamado Matías Izzi…

Pero lo tuyo sería parcialmente valioso si tan sólo fuese tu calidad de jugador. Eso puede ser común o por lo menos normal. Tu manera de desmarcarte del siempre hombre que se te pegaba a la marca, de hacer diagonales, de arrancar bien perfilado hacia el área rival, de meter con justeza un pase de cuarenta metros, de reventar la red con un tiro libre o con una repentización. Todo eso en lo cual muy pocos pueden realizar. En última instancia eso acepta la discusión porque cada uno tiene su medida para discernir. Por eso quiero recordar a quién más caló hondo en nosotros y en la gente. Al Matías Izzi, el muchacho que precozmente supo ser hombre.

Fuiste y seguirás siendo un dócil esclavo de la buena educación, de la humildad y de la extravagancia. Pero nunca tu personalidad se dejará arrastrar al templo de los timoratos. Por eso dijiste e hiciste cosas que pueden molestar. Pero también por eso el HOMBRE tendrá siempre más vigencia que el JUGADOR.

Después de todo esto me encuentro una tarde de julio tan común como las otras, con que te ibas a la Isla Guadalupe. ¡Por favor! ¿Cómo voy a creer en eso? Aunque insistieran en algunos portales, en radios, aunque vos confirmaras la noticia. No puede ser. Yo ¿qué querés que te diga? Yo no lo creo. Habrán traído un muchos paraísos pero para comprar al Matías Izzi que nosotros conocimos no alcanzan ni ésos ni muchos paraísos más. Y cuando lleguen noticias tuyas ¿sabés que le voy a decir a los cŕedulos que piensan que te vendieron? Que estás de vacaciones. Eso es. Que te fuiste de vacaciones a esa Isla. Eso sí, Matías, vos no me podés dejar pagando. De vez en cuando mandame una postal.

Si estas líneas llegaran a encerrar el tono emotivo es por equivocación. Mi intención es la de saludar a fin de año, a un amigo que tiene la suerte de disfrutar de un viaje, de unas prolongadas y merecidas vacaciones. Nada más.

¡Ah! Y vos Matías ya sabés, no te olvides. Mándame una postal…

Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba