La improvisación y lo insustancial como emergentes
POR CARLOS MADERA (*)
Cuando los temas de la sociedad, de los que habla mayoritariamente, pasan recurrentemente cada dos años alentados por sectores interesados en la banalización y defenestración de la política, como arma más importante para desbaratar acciones cívicas y democráticas de masas, acotar oportunidades como votar menos , en ese horizonte, no se puede , ni se debe, dejar pasar avances hacia la nada.
Criterios sin fundamento, ni éticos, ni políticamente incorrectos, ni siquiera para considerar, tratar de auto infundirse desde lo bisoño un manto de diamante sin pulir que ingresan a purificar un ambiente disoluto con la fuente misma de la sabiduría por ser jóvenes o ignaros recién llegados, trayendo al espacio una luz divina, diferente, desconocida, influyen notoriamente en un porcentaje para nada mínimo de la población, y que nuclea a comunicadores, periodistas, encuestadores, y más allá de todo esto, y mucho más preocupante a electores; que mutan irresponsablemente, ya no como recordara Pino Solanas tiempo atrás, sobre la categoría del voto, sino gentes de educación media y sin indigencia como ansiaba el líder y militante cineasta, para la calidad del sufragio.
El nuevo fenómeno de la improvisación y lo insustancial como atributo emergente sin agregarle la palabra política porque no lo es, alerta una vez más sobre estos engendros. Aun cuanto más se eleva el debate entre los candidatos y el contrapunto de propuestas y discusión política; más creen crecer esas figuras, afirmando que lo que se ve con sumo agrado es ( textual) “ que un vago como yo, pueda ser candidato como quiere la gente ” parafraseando a la época donde un Midachi era postulante a político, más o menos por ahí.
Como hecho analítico superó todo intento, como desprecio de lo que los ocupaba, demostrando en el debate público una prolongación de sus importantes incapacidades, que seguramente de acuerdo a sus impulsores, han aportado la frescura necesaria, que está necesitando la política.
Y tan mal no les ha ido, y eso es precisamente lo preocupante “ les fue”, porque ya afuera, aunque con un efecto un poco menos nocivo, creen haber probado el antídoto de la despreocupación.
Hasta en la consideración de uno de los más conocidos encuestadores y en declaraciones en un programa especializado, hizo mención al fenómeno, ícono de una nueva genealogía de votantes, desdeñando militancia, interés, y hasta respeto hacia un sistema y sus actores, que como en cualquier actividad no todos son excelsos, pero tampoco todos ineptos y forajidos. También poder escuchar a candidatos a varias cosas, arengando a un voto no dirigido a los políticos, como si propiamente estuviera hablando como alguien ajeno a ello.
También mensajes místicos, o apoyos extras de todo tipo de insustancialidades
Eso sí, apartan en su muy sui generis hallazgo lo que les conviene del ámbito, lejos claro de que no se note. Además, una cosa es escuchar dislates de quien recién se asoma, y otra muy desastrada de alguien con trayectoria o al menos años en el tema.
Hay situaciones que realmente son incomprensibles, de todas formas, y reconociendo que nadie está impedido de antemano si no es por ley, para representar al resto, está en la responsabilidad de todos, jerarquizar nuestras elecciones de representantes, observando al menos en esos escogimientos la mínima condición, para la cual se nos solicita nuestra opinión.
Los derechos de todos son iguales, tanto para elegir, como para ser elegido, la constitución nacional nos ampara, ponderemos esas facultades reflexionando seriamente sobre lo que mencionamos cotidianamente sin darnos cuenta que es;” elegir a quienes rigen, legislan o representan el destino del distrito, provincia o nación en los próximos cuatro años “.
POSDATA; este comentario no pierde de vista ni lo legal ni lo soberano de las elecciones de los ciudadanos votantes, sólo expresa la presencia del fenómeno , que no por mutante, ni efímero, deja de ser un hecho de la realidad.
(*) CONDUCE DORREGO DESPIERTA, POR LA DORREGO, DE LUNES A VIERNES, DE 7 A 9.