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Pase por Caja «Dos»

LA TARDE DE UN VIERNES COMO TANTAS OTRAS EN CORONEL DORREGO. DESPUÉS DE SU SALIDA DEL BANCO NACIÓN, EL CAPITÁN DE INDEPENDIENTE NOS ABRIÓ LAS PUERTAS DE SU CASA Y SALIÓ UN JUGOSO DIÁLOGO DONDE SE TOCARON VARIOS TÓPICOS…

ASÍ DE DISTENDIDO Y DISFRUTANDO DE SU PEQUEÑO HIJO, VALENTÍN, ESTUVO PABLO GETTE A LO LARGO DE LA CHARLA DE CASI DOS HORAS DE DURACIÓN Y REALIZADA EN EL PATIO DE SU CASA.

NOTA ESCRITA POR MANUEL MENDIONDO, PUBLICADA

EN EL SEMANARIO LOCAL ECOS DE MI CIUDAD

“Tenés que hacer una nota sobre Pablo Gette” me dijeron en redacción. Y a partir de ese momento comencé a imaginarme el parlamento. Mucho antes del prolongado almuerzo con la abuela, que siempre sugiere la entrada, plato central y postre, mucho antes de los trámites burocráticos que hay que cumplir los primeros días de cada mes, mucho antes de rememorar aquel personaje de Ricardo Darín en la película “Relatos Salvajes”, cansado de las estructuras organizadas al servicio de la detención del pensamiento y de la razón… Y mientras caminaba desde Perón para doblar en Maciel, cruzando cada una de las tranquilas calles y transitando las mismas veredas dorreguenses, continuaba imaginándolo. Tenía que ser medido y autocrítico, prudente y realista, un sencillo pero cerebral hombre. Porque mil veces me había detenido ante esa cara y siempre me transmitió la misma impresión. La frente amplia y limpia, el ceño que se frunce para darle más fuerza a sus ideas. La mirada profunda que no esconde picardía, que está mucho más allá de la salida superficial o de la respuesta sin contenido. Y hasta se me antojaba que Pablo tenía la misma cara de muchacho responsable que atiende en la caja dos del banco Nación hasta las tres de la tarde…
Y si este muchacho no tenía esa constancia para el fútbol que prevalece en los que llegan, ¿cómo podía llegar a ser que con treinta años mantenga las mismas ganas dentro del campo de juego que un purrete de diecisiete? ¿cómo podía llegar a ser considerado para muchos el mejor dos del pago y de los últimos diez… doce o quince años…? Seguramente por dos cualidades fundamentales, su inteligencia y el estado físico. Quería charlar con él. Creo que él también. Por eso quería compartir un montículo de largos minutos con Pablo Gette, el primer viernes del año y mucho antes de que me indicaran esta nota…

–Date una vuelta por mi casa a las cinco y media…
(Miré el reloj. Me senté a tomar un refresco y mientras tanto pensaba en el modo de encarar la charla. Salí. Mejor dicho, fui a su encuentro. El trayecto era simple. Hacer unas siete u ocho cuadras por Perón, doblar a la derecha en Maciel y a los treinta o cuarenta metros, un poco antes de la mitad de cuadra, ya estaría en su casa. En el lugar convenido por él cuando todavía era mediodía y lo habíamos contactado desde la redacción para comentarle la posibilidad de esta nota. Cinco minutos antes del término que había establecido su cara limpia aparecía en la puerta semiabierta contrastando con la remera azul oscuro, el pantalón corto rojo y unas sandalias en sus pies con un tono de guerra. Me hizo pasar gentilmente hasta el patio de su casa. Un patio amplio, el agua que salía de la manguera conectada al regador que le daba vida al verde césped. Dos arquitos de fútbol separados entre sí por una distancia considerable. Una mesa preparada con dos reposeras coloridas que hasta ese momento se encontraban vacías. Y nos pusimos a charlar como si fuéramos viejos amigos).

– Vos hablá que yo me encargo de cebar…
– Bien, muy bien… Me imagino, ya que vos que adoptas el perfil de escritor, si no te gusta el mate… Sonaste…
– Y… uno pasa largas horas escribiendo. Y resulta que el mate, la pava y el desfile de cigarrillos son compañía esencial…
– En eso te debés parecer a tu viejo, ¿no?… Me acuerdo de las veces que he ido a particular… La química en el secundario la entendí gracias a él.
– Debo confesarte Pablo que había estado pensando en mil formas de cómo encarar nuestro parlamento. Pero nunca imaginé arrancar de este modo. Quizás me parezca y sea una copia fiel de él, pero te aseguro que con muchísimos menos conocimientos de física y de química que mi viejo. Usted sabe que cada persona es distinta y desarrolla su intelecto de acuerdo a su capacidad en determinado tema, ¿no le parece?…
– Totalmente… ¿Debe hacer mal tanto mate no…? –pregunta hasta con un tono inocente…
– Y… –le digo– a mí me cuesta horrores dormir por las noches. Los especialistas alguna vez afirmaron en sus tesis sobre las desventajas de tomar tanto mate. Entre una de esas desventajas era que tanto consumo de mate provoca insomnio…

(Mientras tanto, Pablo asiente con la cabeza… Mientras tanto, Pablo tiene en brazos a Valentín, su hijo de casi cinco meses, que descansa plácidamente en brazos de él… Mientras tanto, las diferentes marcas de yerba o aquella tradición perdurable en las mujeres que le ponen rodajas de naranja, de limón o jengibre al mate… eran los tópicos de una charla que lentamente adquiriría una forma y un despliegue auténtico…)

– El año pasado me gustó mucho toda la “movida” que tuvo el fútbol local… Considero que al fútbol lo hacemos entre todos. El periodismo contribuye demasiado. Creo que se traza un paralelo en cuanto a la competencia que entre nosotros, los futbolistas, tenemos… y la competencia que entre el periodismo se genera. Pienso que la competencia le sirve a uno para no quedar estático en un punto fijo. Siempre hay que tender a mejorar…
– Para vos el periodista debe tener…
– Capacidad de asumir lo que el otro siempre ofrezca en su discurso. Trasladando esta situación al fútbol, el periodista tiene que asumir su rol más allá de hacer oídos sordos a lo que el otro reproche de malos modos. Tiene que estar preparado porque el fútbol genera comentarios de gente ajena, a niveles insospechados mediante la radio y las filmaciones de video… Si el periodista no se puede aislar de esta situación, no puede ser periodista…
– ¿Sentís que la crítica es bien recibida?
– A veces, a veces… Depende mucho de cada uno y de la apertura que puede tener. Yo siempre entendí que la crítica sirve para mejorar… hay que saber aceptarla. Lo que la crítica debe lograr es un cuidado de la forma y el tono con que va dirigida…

(Ingresa por el cobertizo su mujer Macarena acompañada por el pícaro Benjamín, el primer retoño de su matrimonio… Saluda gentilmente y le trae al menor de los hijos, Valentín, una fina manta blanca con borde azul y se retira… ¡Claro…! No se puede andar exponiendo por la vida y al aire libre a los bebés así no más. A lo macho. No, no… Se debe ser prudente. Se debe cuidarlo. Se debe adaptarlo… Dos tipos de sonidos nos acompañan en lo que en apariencias es una apacible tarde dorreguense. Es uno más pronunciado que el otro… Un sonido que predomina sobre el otro por su fuerza… Un sonido que significa algo distinto al otro… El sonido que me refiero no es ni más ni menos que aquel que nos mantiene en alerta ante la salida de los bomberos siempre voluntarios en temporada alta. Ése era el sonido que se imponía en la escena que se penetraba por nuestros oídos. Pero el otro, era todavía mucho más cercano, igual de cotidiano y nostálgico en cualquier pueblo. Más allá del ruido etéreo en simultáneo con el otro sonido alborotado, me atrevo a decir que no solamente se trataba de un sonido si no más bien de un lenguaje. El sonido de las campanas es como un lenguaje de sentimientos, una forma de comunicar a la Iglesia como institución con la comunidad…)

– Nobleza obliga… Esta nota saldrá en el segmento deportivo del semanario y más allá de que me resulta entretenida la posibilidad de continuar el diálogo sobre los ritos que giran en torno al mate, las diferentes marcas de yerba… con naranja, limón o jengibre… sobre el periodismo y el periodista… el lector espera lo que piensa el capitán de Independiente acerca del mismísimo Independiente, en relación con el respeto ganado dentro de la liga dorreguense… de la hegemonía de títulos de los equipos de Monte Hermoso y además, tu visión sobre el fútbol a nivel general…
– Espero que el lector no se canse de leer, je… Pero responderé exactamente a la inversa de como lo planteaste… En el fútbol se da un fiel reflejo de la vida misma. Uno puede ganar… Uno puede perder… Yo no soy de esos tipos que tienen que ganar a cuesta de todo. Uno debe mantener ciertos valores y más aún, cuando se trata de una liga amateur como la nuestra… ¿Si me gané el respeto del ámbito liguista…? Voy más allá de eso… Yo estoy en una etapa que me encuentra con treinta años y hoy en el fútbol te enfrentás con pibes de diecisiete o dieciocho años que corren, corren y nunca se cansan de correr… Quizás, me conozcan de nombre pero el fútbol va cambiando. Lo que puedo decir es que yo soy muy exigente conmigo mismo ya qué no me gustaría que uno de esos pibes me termine arrastrando dentro de la cancha por qué el día que ocurra sabré decir: “Hasta acá llegaste, Pablo…”; aunque trabajo para que no ocurra. Veo a jugadores de mi época a los que les cuesta más y es lógico… Los años pasan para todos. Tal vez hoy, uno gane experiencia, tranquilidad, ubicación… pero el fútbol hoy es más físico que cualquier otra cosa. Es por este motivo que no me alimento de haberme ganado un respeto…
– ¿Coincidís en qué la buena organización que tienen los dos equipos de Monte Hermoso, Atlético y Suteryh, es una clave de la hegemonía de títulos que cosecharon ambos clubes en los últimos cuatro años…?
– Está más que claro que ambas escuadras persiguen una idea. Las dos instituciones adoptaron una forma de trabajo que sumadas al apoyo otorgado, se organizan de muy buena forma. Ellos toman decisiones que después les salen bien… ya sea al dar en la tecla con los técnicos… o con los refuerzos. Atlético, para lograr el bicampeonato, pasó de tener a Martín Carrillo al “Pescado” Iribarren en la conducción técnica y el objetivo de ganar el campeonato lo logró pese al cambio. En Suteryh, “Tato” Grifol le dio una identidad importante y logró que los refuerzos se quedaran a entrenar todos los días, se afiancen dentro del grupo… Al resto de los equipos nos da que pensar de qué en algo estamos fallando, ya sean detalles o no… Un orden hay que establecer…
– ¿Qué saldo le dejó el año pasado a Independiente…? ¿Qué expectativas tenés depositadas para el 2018…?
– A nosotros nos salieron las cosas como lo quería Independiente en un principio pero sin querer. No nos habíamos propuesto salir campeón. Se apuntó a traer un técnico y a promover chicos. En un comienzo, no había sucedido nada de eso último. Se fueron sumando varios jugadores que a excepción de Schmidt y Digiglio, el resto dejaron de jugar en la mitad de campeonato. No sé si por orden del técnico o qué, pero con el cierre del libro de pases se anotaron jugadores de más… Por eso te digo que fue sin querer… que terminaron jugando todos los chicos… No sé si fue buscado o no, pero hubo un cambio de timón. En los refuerzos no se puede improvisar, es lo que no les sucede ni a Atlético ni a Suteryh… Creo que para este año no habría que traer refuerzos por el simple hecho de traer. El fútbol está contaminado. El jugador de fútbol tiene más derechos que obligaciones… Es muy difícil traer refuerzos porque la mayoría no superan el nivel que tienen los pibes del club… Ha ocurrido que llegan “refuerzos” que subestiman a la liga y a los compañeros pero de pocos, puedo decir que me ganaron un partido o un campeonato solos… Pienso que la mayoría de los refuerzos lo toman como un retroceso en su carrera venir a jugar a nuestra liga… Sabido es que acá la paga es buena… Hoy por hoy viene cualquier cuatro de copas que te dice que viene de jugar en tal lado o en tal club, y llegan con esa chapa. Es muy difícil bajarlos del carro… Tampoco por ser así, por marcarle los errores vas a ser un renegado pero la gente de pueblo es muy bonachona con el foráneo. Un tipo que sea medio vivo le saca si quiere hasta el auto al dirigente… La clave de los refuerzos es tenerlos a todos juntos para lograr un acoplamiento de grupo. Tal como lo hicieron San Martín y Suteryh…
– Recuerdo cuando Independiente disputó el Argentino ‘C’ (hoy denominado Torneo Federal C) con todos jugadores del medio local y ningún equipo bahiense les sacó mayores diferencias. El nivel que mostraste por aquella época había alcanzado el pico más alto de tu carrera… ¿Hubo llamados de equipos de la liga bahiense con la intención de llevarte…?
– Sí, en aquel momento pude irme… Me han llamado de Rosario, Sporting y un club más de Bahía Blanca pero nunca me fui por cuestiones laborales. Trabajo en el banco desde que tengo veintidós años y por esos años no me inclinaba para dedicarme al fútbol a ese nivel… He tenido algunas experiencias, como en el 2005 cuando me dirigió Gustavo Echaniz en Olimpo… Después, con el “Ruso” (Alejandro Rasmussen) quedamos en Defensa y Justicia… Antes uno jugaba dos o tres partidos de forma convincente y te llevaban a probar a clubes de Buenos Aires. Estuvimos en una pensión de Avellaneda durante una semana, teníamos que viajar una hora y media por día… Recuerdo que habíamos realizado pruebas en Independiente y en Quilmes… Tal vez, me haya faltado sufrirla más de chico… Los que somos de pueblo estamos acostumbrados a tener comodidades y en las grandes ciudades a lo mejor, no las encontrás… Nunca pasé hambre. Nunca pasé frío. Aunque muchas veces ese hambre a uno lo ayuda para determinadas circunstancias de la vida. El chico madura antes y empieza a ser un hombre… Yo destaco a todo aquel que llega porque es señal de que se formó bien como persona y desarrolló su personalidad… Estando en el pueblo, los afectos a uno, le terminan ganando…

(Se acabó el agua caliente. A esta altura me faltaba contarles de los grandes esfuerzos que hacía por mantener un mate que parecía más una sopa con las resacas de la yerba que un auténtico mate. Peor, el mate había perdido su propio aura… Pablo, su mujer y sus dos hijos debían irse a las siete de la tarde al cumpleaños de la nena de un amigo de la pareja, del cual no revelaré su identidad para resguardarlo de futuros chascarrillos. Nos paramos los dos, distendidos… previo a que corramos el riesgo de que se nos estremezcan las piernas. Mi entrevista con él seguía su cauce. La charla fluía como en un río cuya fuente principal de alimento era la memoria… Un río con varias caras… Caras anchas, cuadradas, castigadas, confiadas, secas, simpáticas, tranquilas… Hasta recuerdo al varón del tango, Julio Sosa anunciar con su vozarrón “que sabía que vendrían caras extrañas…” Pero de todas esas caras nos detuvimos en una. La que todo Independiente recuerda. La que todo Independiente y el estrato futbolero local no olvida. La cara de su primo Ezequiel. Esa cara que aportaba sentido de pertenencia a toda una gran familia como lo es no solamente la suya si no también, la de Independiente… Una herida que en las proximidades de abril cumplirá dos años de antigüedad y que a día de hoy cuesta cicatrizar… Así, como de nuestra charla salían temas como el fútbol o el periodismo… Así, como en nuestra charla recordábamos alguna de esas atajadas épicas del Bebo bajo los tres palos… de la templanza defensiva del “Ruso” Fuster… de las pinceladas estoicas del escuálido y ruliento “Perico” Pérez… de la potencia y capacidad goleadora del tandilense Gastón Rossi y del bahiense Armando Mondelo… Así, como ambos coincidimos en la diaria luz que ofrecen el utilero Bichango y el canchero Sauco… Así, como de nuestra charla salían tópicos de mayor profundidad que, inclusive, revisten un mayor tratado por parte de los especialistas, abocados a desmenuzar lo qué nos pasa como sociedad, de la división de unos y otros bajo un mismo suelo, de la agenda que marcan los medios de comunicación… Otra vez, la irrupción de la campana de la Iglesia en el espacio nos da a entender con su lenguaje que se hicieron las ocho de la noche… Tenían que estar a las siete… Nos vamos acercando a la salida de la casa. Desde el pasillo se oye a Macarena decirle a Pablo que ya tiene a los niños bien vestidos. Antes de anunciar mi partida nos estrechamos la mano como si ambos estuviésemos conformes después del trámite bancario que generalmente a uno lo convoca… Me fui con una imagen mental producto de nuestra despedida… La imagen suya en el banco haciendo el gesto a un cliente para atenderlo: “Venga, pase por aquí.. pase por caja dos…”

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