Política

Por qué el Papa Francisco le apuntó al gobierno de Javier Milei

Nota de Washington Uranga en Página 12

En el oficialismo la orden fue no responder a los señalamientos del Papa. Sin embargo, en el gobierno no se alcanza a disimular el malestar por los dichos de Francisco y el silencio habla del desconcierto provocado por las palabras del Papa argentino. Que un gobierno acostumbrado a desconcertar se muestre ahora desconcertado, no es una cuestión menor. Es evidente que no esperaban una arremetida del calibre que tuvieron las palabras del Papa cargadas de contundencia argumental e inteligencia política.

Quienes conocen a Jorge Bergoglio desde sus tiempos de arzobispo porteño saben también que el ahora pontífice ha sido siempre un estratega en términos políticos, hábil para usar palabras adecuadas en el momento exacto. Fue lo que hizo el pasado viernes sabiendo que el auditorio internacional integrado por representantes de movimientos sociales de diversas partes del mundo, a la vez que amplificaba sus palabras, tendría una repercusión inevitable en la Argentina. Así fue.

A lo anterior hay que sumar algunos condimentos adicionales. El primero de ellos es la excepcionalidad de una intervención como la que pronunció Francisco, atendiendo a su doble condición de máxima autoridad de la Iglesia Católica en el mundo, pero también de Jefe de Estado del Vaticano. Salvo en situaciones muy extremas y preocupantes, un Papa no se refiere a la realidad de un país (ni siquiera el propio) con la precisión y la contundencia crítica que utilizó Bergoglio. Esto habla de la inquietud que Francisco tiene sobre lo que está ocurriendo en la Argentina. También revela que sigue atentamente lo que sucede en el país y que tiene su propio análisis de lo que aquí sucede. “No tengo el monopolio de interpretación de la realidad social, pero escucho”, dijo. Lo dejó en claro con la precisión de sus referencias críticas: la represión de la protesta, la denuncia de coima en el gobierno, las actitudes de los políticos que cambian de posición, los padecimientos de los pobres y de la clase media. Nada que no puedan comprobar quienes transitan a diario la cotidianeidad argentina. Además de tener fuentes precisas, Francisco hace un análisis agudo de la realidad social y política.

Con sus palabras –y con un estilo muy similar al que utilizó tantas veces en la Argentina y desde el púlpito de la catedral porteña- Bergoglio le marcó la cancha al gobierno, pero también a la dirigencia política. Al mismo tiempo dejó en claro de qué lado está: con los pobres y con quienes defienden sus derechos. Al Papa le gusta que los movimientos sociales “no se achican, van al frente”. Le parece que está bien la protesta social y mal que se reprima a quienes la protagonizan. Se refirió además a las “conciencias adormecidas” de dirigentes políticos que deben hacer cumplir los derechos de la ciudadanía. Vayan tomando nota.

El mensaje también es para la Iglesia y para los obispos argentinos. De respaldo a quienes se alinean con la “centralidad de los pobres” (“no es el Papa, sino que es Jesús quien los pone en ese lugar”) y de advertencia a quienes desde la grey católica (dentro y fuera de la institucionalidad eclesiástica) se enfrentan con esa posición e incluso combaten al mismo Papa. La actual conducción del episcopado se ha mostrado incondicional al pensamiento de Francisco, impulsando en lo local gestos que así lo demuestran. En la segunda semana de noviembre hay asamblea de la Conferencia Episcopal y elecciones con necesario cambio de autoridades. No se descuenta que los más conservadores intenten alguna maniobra para intentar torcer el rumbo.

Queda siempre pendiente la pregunta sobre el viaje de Francisco a la Argentina y los motivos de su postergación. La decisión de hacerlo o no es de Bergoglio y de nadie más. Si bien dio algunos indicios de que la visita podría concretarse el año próximo, nada está dicho por el momento. En el vuelo de regreso de Singapur a Roma el Papa dijo que “hay cosas que resolver antes” de pisar nuevamente suelo patrio. La pregunta que se suma es si entre esas cosas por resolver no están también varias de las que él mismo mencionó en su discurso del viernes pasado. (24-09-24).

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