No encuentro otra forma de decirlo

Por Carlos Madera Murgui

En este 2023 a cuarenta años de la recuperación democrática en el país se han escuchado a lo largo del territorio nacional, sentidos, profundos, analíticos relatos. Algunos con perspectiva, otros históricos, otros críticos ante la parvedad, cierto es, pero del menos malo de los sistemas conocidos. El elegido por los habitantes del suelo argentino, con mucho sufrimiento, dolor, penurias y enfrentamientos es perfectible como toda cosa en el mundo. Lo más polémico de la información del sistema, es que la mayor parte de la población cree que la Democracia es solo que te permitan votar o elegir a quienes delegamos nuestras decisiones como nuestros representantes de allí en más.

Casi todos olvidan que tenemos derechos pero también obligaciones que nos confiere un marco regulatorio que se llama Constitución Nacional y de allí las leyes que generan o hacen respetar los poderes del Estado. En el marco conmemorativo emergió nítidamente en el ámbito pueblerino una seria y determinada acción curricular, pero fundamentalmente societaria, por parte de la Escuela Secundaria Media 2 de Dorrego. El proyecto venia en marcha, pero se terminó de visibilizar con toda fuerza en este 2023, año de los 40 de la democracia. Las acciones de divulgación, inclusión y diversidad de la Institución quedaron detalladas en el discurso de cierre del año de la Directora, licenciada Mercedes Gagna.

El proyecto llevado adelante sobre un tema, a priori, demasiado importante para el tratamiento de jóvenes que egresan de secundaria. Sin embargo, fue coronado exitosamente por un gran trabajo coordinado por el profesor, el abogado Fernando Dimatz. Esto es opinión, como toda esta crónica. Un trabajo de este tipo no lo llevan a cabo gentes a la cual le resbala el compromiso o la contingencia de tener que cumplir con algo. Recrear el dolor, la aberración, el terrorismo de Estado en Dorrego, un pueblo tranquilo, como se denomina el estudio de investigación y que fue presentado en el Centro Cultural Municipal días atrás, y también por segundo año consecutivo en participación en el programa Jovenes y Memoria de la Comisión Provincial por la Memoria en Chapadmalal, no es tarea sencilla dentro de hipocresías, cinismos y falta de empatía y sinceridad de muchos coterráneos de mi querido pueblo.

Lo de la familia Aiub/Salomón (de ellos se trata y está dicho por autoridades en el tema) fue uno de los hechos más aberrantes conocidos en los asesinatos de la dictadura cívico, militar, eclesiástica que asoló nuestro país desde 1976, en un contexto afín , cómplice de vastos sectores, donde matar era la solución.

Detener, justo juicio, absolución o condena, no figuraba en lo posible de esos días, y en una dictadura declarada, con el acompañamiento y anuencia de gran parte de la población, más aún en Dorrego. Por eso digo y de acuerdo a los poemas de Carlos, sabían que el Estado, encarnado por los milicos los iban a matar. Tuve el honor de ser invitado para contar lo mío,(como si fuera importante) las marcas, los recuerdos, pero nada comparable, por si fuera necesario decirlo, ante la muerte misma, de esa entrañable familia que quise y me dio tanto. Pero aún más hacerlo, en un compendio donde dice lo suyo, lo más autorizado, lo doliente de verdad, el sufrimiento y la marca más letal, imborrable, relatada por Ramón Aiub.

Cuenta Ramón y me consta, donde anduvieron sus padres y sus tíos y sus parejas, con sus hijos hasta morir. Y es ejemplo de cómo reaccionan personas bien pensantes ante el dolor colectivo y la impotencia, hay que estar dotado de un profundo sentir humanístico, para acompañar esas ideas con acciones concretas. Carlos, su papá, fue quien marcó mi vida, también con su desaparición, pero básicamente con todo lo que aprendí junto a él. El estupendo trabajo armado con chicos de su materia por Fernando paradójica y felizmente , porque no confesarlo, uno de ellos, mi nieta Agostina, traza un riego a una planta semi marchita desde su ocurrencia. La pasividad de mi pueblo en su conjunto,( pocos son la excepción) y ya no solo eso, los innumerables “amigos” de los turcos y María y Petiso, que lograron cosechar gracias a su bonhomía, generosidad y solidaridad, como buenas personas que fueron, negados y hasta el día de hoy realmente es de un dolor comparable a la pérdida. Por eso, la importancia de la memoria y verdad, aunque con los vientos que soplan no sería lo más promisorio para la justicia en este tema.

La visibilización, la información, la docencia sobre hechos indiscutibles,, de las más oscuros recordados de la Argentina y y en esa moldura el más monstruoso sufrido por la sociedad dorreguera y a sus hijos, viene a aportar ciertos refrescos sobre deudas de retentiva que pocos reclamamos y muchos no se ocupan. El valor de lo realizado, no lo marca cantidad de gente, aplausos o elogios, si lo imprime la creencia y el reconocimiento a gente que coincidiendo con una premisa (Es vivir como se piensa, y no pensar como se vive ), se ocupa de no olvidar, pero paradójicamente en lo más actual, se actualiza y cómo, de que estamos hablando. Esto fue un muy interesante y participativo trabajo de Democracia, derechos humanos, dictadura sangrienta y formas de vida, donde jóvenes como estos, y un poco más grandes dieron su vida, nada menos, por un pueblo, un país o un mundo mejor. Ya no están, digo que no alcanza con una chapa o un monolito después de muchos años y por iniciativas personales no institucionales, por eso me reconforta enormemente después de muchos años que una Institución educativa, pública además, haya tomado la posta ante el silencio vergonzante y negador de muchos de mis coterráneos. Hablo en primera persona, por considerarme cercano al tema, y además por dos condiciones que me enorgullecen.

Llegar a viejo y poder contar y además hacerlo públicamente por este medio, mi casa. Como hablamos con Pablo, ambos con relación con el tema y con la familia, un arbolito en la radio los recuerda, implantada junto a Susy, especialmente a los Aiub. A los Auib, a María a Petiso que también los mataron los milicos, los conocía todo el pueblo, sabían lo que eran, lo que daban, y lo que podían hacer, de hecho morir para que todos viviéramos mejor. No obstante eso, después de lo que ocurrió, la sociedad ésta, les dio la espalda, fiel a un ADN, que mucho no sea modificado.

N de la R: Salvo el nombre del Cura Aldo Vara, a cargo de la parroquia La Inmaculada (mencionado en el reportaje) y colaboracionista de la represión, luego juzgado por delitos de lesa humanidad, otros apellidos que conspiraron involuntariamente, o no, en nuestra formación en Acción Católica cuando chicos, fueron omitidos de común acuerdo en el informe. (24-12-23).

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