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Adriana Tejerizo: “El comisario me dijo ‘no lo busque más, seguramente a su esposo lo chuparon los militares’”

Audiencia 46 del juicio Mega Causa Zona V. En esta oportunidad, se escucharon testimonios sobre los casos de las víctimas Hugo Fuentes, Héctor Reynaldo Correa, Teodoro Alfredo Bonfiglio y Julio Infante.

El juicio conocido como Mega Causa Zona V en el cual se juzgan a 37 imputados por delitos de lesa humanidad cometidos en la última dictadura cívico militar, llegó a la cuadragésima sexta audiencia. En esta oportunidad, se escucharon testimonios sobre los casos de las víctimas Hugo Fuentes, Héctor Reynaldo Correa y Julio Infante. El testigo por el caso Teodoro Alfredo Bonfiglio solicitó la no transmisión de su testimonio por YouTube.

En la jornada de debate 46 del juicio que comenzó en febrero de 2022, declaró desde Tucumán a través de la conexión telemática, Adriana Belinda Tejerizo, esposa de Héctor Reinaldo Correa, quien tenía 27 años cuando fue secuestrado y asesinado. Los restos fueron identificados por el hermano de la víctima, José Alberto, en la Delegación de la Policía Federal de Bahía Blanca, luego de haber recibido un telegrama en el que comunicaban que su esposo había sido “abatido en un enfrentamiento”, noticia difundida por el diario La Nueva Provincia en la edición del 26 de septiembre de 1977.

“Mi esposo estudiaba en la facultad de Ciencias Económicas. En segundo año de su carrera, se relacionó con los curas tercermundistas a través de Bienestar Social, empezó a concurrir a las villas fines de semana, formó parte del Centro de Estudiantes y se afilió a la JUP. Siguió militando hasta recibirse”, detalló Adriana.

En 1976 la familia se mudó a Epuyén, Chubut cuando allanaron “el local que figuraba como imprenta donde se juntaban a tener reuniones. Él se salva porque al llegar a la esquina vio lo que sucedía y se fue. Ahí tomaron preso a algunos compañeros de él. Nos fuimos al sur y estuvimos cuatro meses encerrados sin tener contacto con nadie. Luego nos trasladamos a Comodoro Rivadavia, yo estaba embarazada y tenía un hijo de un año. Él empezó a trabajar como contador. Mi segundo hijo fui a tenerlo a Tucumán”.

Tejerizo relató que su esposo “salió a la mañana en el auto con destino a su estudio contable. Teníamos turno con el médico de mi hijo a las 12.30. Nunca volvió. A Héctor lo secuestraron el 9 de agosto y nos informaron que murió el 23 de septiembre de 1977. Dos días después era su cumpleaños 28. Cuando fuimos a la policía provincial, el comisario me dijo ‘no lo busque más, seguramente a su esposo lo chuparon los militares’. Me pusieron un móvil para ‘cuidarme’. Fueron momentos muy tensos, entraron a revisar la casa”.

“Mi suegro que tenía relación con la Iglesia y participaba en el grupo católico de los cursillistas, se enteró por ellos que mi esposo estaba en Bahía Blanca. En los diarios salió publicado que un delincuente subversivo fue abatido por poner una bomba en una central termoeléctrica. Al otro día llegó el telegrama a la casa de mi suegro informando la muerte. Mi cuñado, reconoció el cuerpo y dijo que tenía muchos impactos de bala en el cuerpo. Yo vi su cara, tenía un disparo en la frente”.

Cuando la Auxiliar Fiscal Paula Molini le consultó sobre las consecuencias que tuvo en su familia el secuestro de su marido, Adriana Tejerizo dijo que fueron “nefastas, quedé mal, enferma, con depresión, con miedo. Tenía miedo que me saquen los chicos. Estuve dos años sin salir de la casa de mis padres. Tengo una familia que se hizo cargo de mis hijos, yo no los podía atender. Todos vivíamos atemorizados. Nadie se acercaba. Quedábamos aislados”.

Antes de finalizar su declaración y responder preguntas de las partes, la esposa de Correa expresó: “Ha pasado mucho tiempo y cada vez que hablo de este tipo de cosas, es bastante doloroso, lo hago para que quede claro que mi esposo no ha sido ningún delincuente. Ha sido de terror como las Fuerzas Armadas han tratado a las personas. Me han entregado un cuerpo acribillado a balazos. Espero que no suceda más”.

‘La muerte del pensionado’

De manera presencial, y luego de soportar las demoras para concretar su declaración debido a la recusación de los jueces formulada por un defensor particular, fue el turno de Martha Edith Garrido, quien fue compañera de estudio de Hugo Fuentes, víctima del terrorismo de Estado que aún continúa desaparecido.

“Preparamos juntos la última materia, estudiábamos letras en la Universidad Nacional del Sur (UNS). No le conocí actividad política, era reservado, introvertido, alegre y solidario. Nunca hablamos de política, estábamos desesperados por irnos de la universidad, era 1977”, explicó Garrido al iniciar su declaración.

Ante la pregunta del Auxiliar Fiscal Pablo Fermento, sobre cómo era estudiar en la UNS, la declarante dijo: “Era traumático, teníamos miedo, entrabamos al aula y mirábamos qué banco estaba vacío. Nos íbamos enterando de la desaparición de algunos. Por ejemplo, de Cora Pioli y Zulma Izurieta. Luego de preparar esa materia, no lo volví a ver más”.

Martha contó al Tribunal Oral Criminal Federal (TOCF) que deseaba entregar el legajo universitario de Hugo con el fin de recuperar y reconstruir la memoria de Fuentes y explicó que “en un acto de la UNS me lo dieron a mí. A través de esa documentación pude reconstruir la vida universitaria de él. Pude saber que tenía 10 años más que yo”.

Antes de concluir su testimonio, Garrido leyó una poesía de la víctima aún desaparecida, titulada: ‘La muerte del pensionado’, la cual habla sobre la pensión católica de calle Zapiola. “Él vivió ahí hasta que la cerraron”, dijo Martha.

Finalmente, “como no es una situación habitual, escribí una reflexión. Quiero agradecer a todos, a tanta gente joven que trabaja para llegar a la verdad y hacer justicia”, concluyó su declaración testimonial la compañera de estudios universitarios de Hugo Fuentes.

“El humo no dejaba ver la oficina”

Por último, de manera presencial en el TOCF de Bahía Blanca, declaró por el caso de Julio Infante, Pedro Félix Troncoso quien trabajaba de para palos en Bowling Center de Bahía Blanca: “Había terminado mi turno, estaba sentado en una banqueta de un juego electrónico y escuché que venía gente gritando y tirando tiros al techo. Me pegaron una patada y quedé abajo del flipper. Había dos personas en el bar que corrieron y se metieron en un vestuario”.

Luego de la balacera que se dio en el local del centro bahiense “el humo no dejaba ver la oficina. Era tanto la pólvora. Cuando se diluyó, salió una persona inclinada a 45 grados, hizo dos pasos y se cayó. Su brazo derecho estaba muy suelto. Uno le hizo un torniquete, lo engancharon de las axilas y se lo llevaron”. Troncoso en su testimonio hacía referencia al ‘Chiva’ Julio Infante, dueño del lugar que aún continúa desaparecido.

“Al otro hombre que estaba con él adentro, lo pusieron boca abajo, uno se le sentó encima, lo agarró de los pelos de la nuca y lo golpeó contra el suelo. Luego se fueron todos. A mí me llevaron a la comisaría. Estando allí aparecieron mis padres que habían recorrido hospitales, buscándome”, concluyó Troncoso.

Próxima Audiencia

El jueves 9 de marzo a las 9 horas continuarán las jornadas de debate en el TOCF de Bahía Blanca. Se pueden presenciar las mismas en Lavalle y Chiclana con presentación del DNI o a través del canal de YouTube de la Subsecretaría de Derechos Humanos: www.youtube.com/derechoshumanospba. (08-03-23).

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