La muerte de la Política
NOTA ESCRITA POR NANCY PAZOS EN INFOBAE
No fue el triunfo de nadie. Fue la derrota de todos. No fue la culpa de uno. Fue la irresponsabilidad de muchos. Que después de 38 años de democracia, y en medio de una de las mayores crisis económico financiera de la historia del país, el Congreso no pueda ponerse de acuerdo en la llamada Ley de Leyes es producto de una actual clase política cortoplacista, egoísta y alejada de la realidad. No es sólo dejar sin Presupuesto al Gobierno. Es dejar paria a la sociedad que los votó a unos para gobernar, a otros para ser oposición y a todos para sacar este país adelante. Es decretar la muerte de la política.
El día después a ese bochorno institucional cada sector cuenta la historia a su manera. Para unos, el discurso de Máximo Kirchner pulverizó los puentes. Para otros, el bloque de Juntos por el Cambio iba a usar cualquier excusa para no votar el Presupuesto porque los sectores dialoguistas no lograban puertas adentro imponerse a los más duros.
“Usaron la excusa de la provocación como los violadores culpan a la pollera corta de la mujer violada”, alegan.
Si fue táctica de unos, estrategia de otros o cansancio y nervios acumulados de todos después de 20 horas de sesión ya no importa. Lo real es que con la prórroga por decreto de la anterior Ley de Presupuesto (el mecanismo que le quedó a mano a Alberto Fernández) el Presidente o, mejor dicho, el secretario de Hacienda, Raúl Rigo, tienen total libertad para manejar las partidas y reasignar presupuesto.
Eso significa que quienes en los hechos tienen mas para perder son los gobernadores de la oposición y el Jefe de Gobierno porteño. “Desde el 1 de enero no hay argentino que necesite un plan o gobernador que necesite una obra que no dependa de un decreto de Alberto”, reconoce amenazante un diputado oficialista. Por eso si la oposición contabilizó como un triunfo la votación ya deberían estar recalculando.
Ayer fue el partido de Elisa Carrió el que a través de un autocrítico comunicado puso blanco sobre negro el tema: “Para la Coalición Cívica voltear el presupuesto no era una opción. Entendemos que la tensión y la insensatez del oficialismo puede haber encerrado a Juntos por el Cambio, pero necesitábamos aplomo para tener una posición más inteligente y responsable”.
Es que sin Jefe de Interbloque, con Jefes de Bloque que compiten y se desconfían entre sí y con un grupo de gurkas que en el recinto actúan como barrabravas, la oposición es un aquelarre inmanejable. Y eso fue central en lo que sucedió en la sesión del jueves.
Las negociaciones entre unos y otros habían empezado en el minuto uno. El oficialismo había cedido algunos pedidos puntuales de Cristian Ritondo, otros de los distintos gobernadores y hasta ofreció no dejar al azar y darle al Congreso por ley el famoso excedente de recaudación. Es decir, que si como sucede habitualmente en épocas de inflación se termina recaudando más de lo proyectado, esos fondos no queden para uso discrecional del ministro de Economía sino que sea nuevamente el Congreso quien disponga hacia donde van.
Es decir, la previa parecía encaminada. El peronismo y el PRO contaban -ambos- con la abstención de la Coalición Cívica. Que por convicción, como redactaron después en el comunicado, no rechazaría el presupuesto. El tema es que el PRO y los radicales consiguieron favores políticos a cambio. Al grito de “te están vendiendo los votos”, alguien le advirtió a los Lilitos que se estaban pasando de ingenuos.
Hay una escena que pinta el momento. Margarita Stolbizer, Silvia Lospenato y Maximiliano Ferraro, entre otros, escucharon en el despacho de Sergio Massa los “acuerdos” a los que habían llegado con Emiliano Yacobitti por determinadas partidas para la Universidad de Buenos Aires; con Ritondo para unas obras puntuales y con los gobernadores por pedidos de las provincia. El problema es que los aliados se estaban enterado por el Presidente de la Cámara y no por sus propios compañeros de las negociaciones.
Lo de Massa no fue casual. El oficialismo trabajó las 20 horas de sesión en quebrar el bloque opositor. Hete ahí quizás más que en el presupuesto en sí mismo, su principal derrota.
No es el único punto. Así como de ahora en más los opositores que necesiten partidas tendrán que peregrinar por el ministerio de Hacienda para conseguir el objetivo, sin la nueva Ley de Presupuesto el oficialismo no tiene margen como tenía hasta ahora para aumentar las retenciones.
De ahora en más, si quiere hacerlo, necesitará los votos del Congreso que es casi como resignarse a no usar nunca más ese mecanismo para subir la recaudación.
La baja en bienes personales impulsada y votada por la oposición también traerá consecuencias no deseadas. Como buen impuesto coparticipable en el 2022 gracias a esa baja Córdoba recibirá 6500 millones menos, Corrientes 2500 menos, Jujuy 2100, Mendoza 3000 y la ciudad de Buenos Aires 1800 millones menos.
Está claro que nadie se pudo haber ido del recinto en la madrugada del viernes con el sabor del deber cumplido. La sesión estuvo marcada por gritos, falta de respeto, desorden y hasta un “pelotudo” que se le escuchó al diputado Miguel Ángel Bazze dirigido al Presidente de la Cámara.
Los problemas del oficialismo, al no tener quórum y número propio para sancionar el presupuesto, están claros. Las opciones de ahora en más son cerrar el Congreso hasta el 2022 o intentar tejer lazos más productivos con parte de la oposición.
Pero la oposición dista de estar en su mejor momento. Lo que aconteció en el recinto no refleja solo la falta de conducción dentro del Congreso. Sino la falta de un líder externo que unifique.
¿Qué hubiera pasado si Horacio Rodríguez Larreta se hubiera involucrado personal y públicamente para destrabar el conflicto quedando como el garante de la gobernabilidad y pensando en su propio futuro? Con un bloque con figuras tan pesadas como María Eugenia Vidal, Diego Santilli, el mencionado Ritondo, Emilio Monzó, Rogelio Frigerio, y siguen las firmas, ¿realmente pueden terminar conducidos por los intransigentes al estilo del recién casado Fernando Iglesias?
Está claro que el discurso de Máximo irritó. Tanto como las miles de interrupciones y acotaciones del recién llegado Rodrigo De Loredo, que si no se calma (como le aconsejaron sus propios colegas de bloque) no llegará a presidir, como pretende, el interbloque nunca.
Lo mismo pasa con Ritondo. Su sobre reacción al discurso de Máximo (que no dijo nada nuevo o nada que no haya dicho en los últimos tiempos), ¿no fue mas pensando en su batalla cuerpo a cuerpo con De Loredo por la presidencia del Interbloque que en la votación del la ley?
El mismo análisis se puede aplicar para el oficialismo. ¿El Presupuesto les estalló en la cara o en el fondo querían que no hubiera presupuesto para manejar discrecionalmente las partidas?
Los mayores cambios a la Ley Madre fueron producto de la discusión con el Bloque oficialista. No con la oposición. Guzmán había tenido que ceder en varios tramos. ¿Máximo quería votar ese presupuesto o el rechazo opositor le ahorró tragar aceite de ricino?
Sea como haya sido hay una sola certeza. Nadie, ni siquiera los que votaron en contra, se sienten responsables de la caída de la Ley de Presupuesto. Pero lo único cierto es que Presupuesto no hay.
La Política, con mayúsculas, está herida de muerte. Y la nueva generación que venía para cambiar las cosas todavía está en pañales.
El problema es que no hay tiempo para esperar que crezcan. Háganse cargo. Dejen de hacer papelones. No pierde uno. Pierden todos. Y lo peor es que no se están dando cuenta.
Bonus Track
Mauricio Macri eligió a dos Miguel Ángel para hacerlos partícipes de su decisión. Toma y Picheto se anoticiaron hace pocos días que Mauricio ya está en la intimidad lanzado a ser candidato a Presidente para el 2023. Noticia que no debería sorprender a nadie después de su publicado “Primer Tiempo”.
Atrás de esa misma estrategia se escondería un reciente cambio del domicilio. El de la ex ministra de seguridad Patricia Bullrich, capitalina por nacimiento que tiene a disposición, comentan, desde hace poco domicilio en Provincia. (21-12-21).