Política

Reflexiones de junio: diagnóstico y cavilaciones de un simple afiliado radical

Por Bernando Blázquez Di Croce (publicado en La Nueva.)

Corría Febrero de 2015 y se llevaba a cabo una Convención Radical que paralizó al mundo político argentino. Cientos de Radicales de todo el país se reunieron a debatir durante más de 8 horas en Gualeguaychú, en un evento prácticamente sin precedentes en el siglo XXI, ya que terminó siendo de una gravitación inusitada para el acontecer política de la próxima década.

Las resistencias que se daban tanto adentro del teatro como por fuera, en las calles, en los comités y las redes sociales, daban muestras de lo complejo del proceso en cuestión, como así también del giro copernicano en materia ideológica del mismo, a mi entender, solo comparable con la Convención Nacional de la UCR de 1945 en la que intransigentes y unionistas se disputaron la conducción partidaria y el derecho a liderar los acuerdos subsiguientes, que dieron vida a la Unión Democrática, que consagró la Fórmula Tamborini -Mosca, para enfrentarse al naciente peronismo en las elecciones presidenciales que se llevarían en febrero de 1946.

Volviendo a Gualeguaychú, y teniendo presentes los elementos en discusión de ese momento histórico, muchos jóvenes, como quien suscribe, estaban absolutamente convencidos que lo que se estaba llevando a cabo era una claudicación en materia ideológica, ya que aliarse a un partido emergente con una impronta claramente marcada por el espectro ideológico que iba desde el centro hacia la derecha, parecía hacer caso omiso, dejaba en el oprobio al mensaje de Raúl Alfonsín, al cual aún estábamos duelando por su partida.

Luego el tiempo dio la razón a quienes impulsaron este acuerdo para poder terminar con el emergente populismo kirchnerista, que venía con una vocación hegemonizante, que había intentado subsumir al poder Judicial con la famosa “Democratización de la Justicia”, ley que fue oportunamente declarada como inconstitucional y que representó un freno absoluto al también delirante sueño de “Cristina Eterna”, aún obnubilada por el 54% de los sufragios obtenidos en las elecciones de 2011.

Es muy probable que de no ser por el accionar de los convencionales radicales, Cambiemos no habría visto la luz, y la posibilidad de alternancia en el poder no se habría concretado. Cambiemos primero, luego Juntos por el Cambio con sus continuas ampliaciones, paulatinamente fue convirtiéndose desde sus inicios, de una opción de la “derecha rancia”, como la caracterizaron intelectuales rentados, periodistas militantes y los miembros del “Instituto Patria”, hacia una opción de centro con un marcado componente republicano, en donde el Radicalismo terminó convirtiéndose en un importante abrevadero moral e intelectual, pese a que en el Poder Ejecutivo simplemente éramos socios de segundo orden, culpa también del proceso de hiperfragmentación al cual nos sometimos durante más de veinte años, particularmente en la provincia de Buenos Aires.

Pero ¿Qué es lo que nos trae ahora a tener que barajar la opción de hacer este análisis diagnóstico? En el 2025 asistimos a un proceso de defunción de la alianza republicana en ciernes que era Juntos por el Cambio, y también asistimos a un proceso de mutación ideológica de los cuadros dirigenciales del PRO, sobre todo de Patricia Bullrich, que por enésima vez pegó el portazo del partido que integraba (más grave aún, lo presidió y fue la candidata a la presidencia bendecida por su fundador, Mauricio Macri).

Quienes se rasgaron las vestiduras durante diez años defendiendo a ultranza la república, hoy día, optaron por ponerse la investidura de la defensa de la Libertad, una libertad carente de conceptualidad, de definición vaga, vacía y deficitaria en cuanto al contenido real que la definición per sé conlleva. Hoy la libertad es un latiguillo, una suerte de arenga de militancia de filiación conservadora, iliberal y antidemocrática que lo único que propende es a la consecución del poder, pasando por encima de las instituciones clásicas de la democracia liberal moderna argentina, utilizando elementos extraídos de filósofos como Karl Schmidtt o Antonio Gramsci, aunque tal vez no se den cuenta o no quieran admitirlo. El modo de construcción del enemigo que llevan a cabo el oficialismo actual mucho se asemeja a la construcción del conflicto agonista, y a la lógica amigo/enemigo llevada adelante con mayor profundidad por Chantall Mouffe, la cual fue a su vez, una ideóloga por excelencia, junto a su esposo Ernesto Laclau, del Kircherismo. También, otro concepto extraído de latitudes ideológicas lejanas del “libertarismo”, es el concepto de Batalla Cultural, que originariamente provienen del consagrado filósofo y miembro del Partido Comunista Italiano Antonio Gramsci.

Más allá de la enumeración de elementos doctrinarios característicos de los miembros del hoy partido oficialista, creo que el elemento que más genera resquemor, es el hecho de la concepción de la democracia que los mismos tienen. El sesgo autoritario que tienen estos “Liberales iliberales”, es marcado. El poder puro, el desprecio constante del Poder Legislativo, la Prensa. La utilización de los recursos de la Inteligencia del Estado para la persecución a plena luz del día de opositores y las alianzas geopolíticas que el propio presidente lleva a cabo, es una cuestión no menor a tener en cuenta. Los aliados actuales del presidente son miembros de una avanzada conservadora nacionalista mundial, que bien podría contrariarse con las “ideas de la libertad”, pero la realidad es que personajes como Giorgia Meloni, Donald Trump, Nayib Bukele o Victor Orbán, no dejan de llamar la atención por ser los horizontes hacia los cuales el Presidente apunta.

Los jefes de Estado mencionados anteriormente apuntan a una consecución absoluta y hegemónica del poder, similar al auge que tuvo el populismo de izquierda latinoamericano, con los ojos puestos en Venezuela y en Cuba; pero con un componente alejado de esos regímenes filo estalinistas. Entonces, si nos pusiésemos a hacer un ejercicio de análisis profundo de nuestra ideología clásica y de nuestra responsabilidad histórica, podemos afirmar sin miedo que estamos en una suerte de antípoda. El poder hegemónico, el avasallamiento de la teoría de los contrapesos de poderes. En definitiva, todo aquello alejado a nuestra idea de República, debería cuanto menos, pensarnos como un partido alejado de ese tipo de manifestaciones ideológicas.

¿Cuál es el punto de esta cuestión? En el afán de erradicar un populismo que fue deteriorando el tejido social, creando un Estado Elefantiásico, que fue a su vez subsumiendo la vida independiente de las instituciones de la sociedad civil, borrando prácticamente las instituciones intermedias, o convirtiéndolas en meros apéndices del Estado con total dependencia y sumisión. Como decíamos, en el afán de ello, hemos hecho una concesión ideológica, al aceptar el convite del PRO, partido que en condiciones normales, sería tal vez un contrincante digno en una compulsa electoral, aunque, nobleza obliga, no está de más afirmar que hay excelentes cuadros surgidos de sus filas y que nos une, con muchos de ellos, el fervor republicano que fue una característica fundamental de la coalición que supimos concebir..

Hoy, pulula la posibilidad de una suerte de acuerdo electoral con la Libertad Avanza. Este mencionado acuerdo nos encuentra en una situación muy disímil de la del año 2015, porque vemos un kirchnerismo en franca retirada, donde los subordinados se sublevan, como Kicillof. Donde la vocación hegemonizante es ya más una utopía irrealizable que una posibilidad latente como en el período 2011/2015; y donde hubo una gran oportunidad, de, utilizando la poco felíz analogía del Presidente, “ponerle el último clavo al cajón”, por una cuestión de conveniencia política, no se hizo, por el simple hecho de mantener con vida política a la gran adversaria política del 70% de las expresiones electorales de los argentinos que es Cristina Kirchner. Hoy nos encontramos en una diatriba, que consiste en seguir el camino de nuestros otrora socios del PRO y sellar un acuerdo que sólo sería solamente a fines pragmáticos, o intentar construír otra alternativa, solos, o con aliados del centro político.

Ambas son opciones complejas, la primera, por la claudicación republicana que representa, porque nos significaría colgar, acaso, el principio rector, el hilo conductor de los más de 130 de años de existencia del radicalismo que es la defensa a ultranza del REPUBLICANISMO. La otra opción, es mucho más compleja en cuanto a lo fáctico. Hoy tenemos la centralidad del poder en la oposición de un personaje que pareciera que se ha retirado a cuarteles de invierno que es Sergio Tomás Massa. Pero muy lejos de esa opción, el superviviente político más hábil de las últimas décadas está más que activo, en primer lugar, siendo actor protagónico en la relación CFK/Kicilloff, ya que estaría abonando el campo para que exista unidad y unicidad dentro del peronismo, mitigando el efecto de la intención de Axel de querer acelerar la herencia en la conducción del movimiento. A su vez, está oficiando de fragmentador de la oposición, con el único objetivo de que, tras concretada la unidad del peronismo bonaerense, se pueda erigirir éste con la victoria en la madre de las batallas de esta elección legislativa, que es en la Provincia de Buenos Aires, dándole así el revés más importante al Gobierno. En ese afán de dividir a la oposición, estaría actuando, según algunos rumores, como financista de espacios políticos opositores, muy difícil de chequear, pero tampoco imposible, algo similar hizo en 2023 con LLA.

La idea, como dije anteriormente, es aplicar la máxima de Maquiavelo “divide y reinarás”. En esa gran división, la posibilidad de crear un gran centro político democrático y republicano se aleja aún más, y una de las grandes causas es el desatino estratégico de las interna de Juntos por el Cambio en 2023, herida que aún sangra, y que más que al río, la sangre llegó al mar. La otra, como dijimos, la presencia de la muñeca del líder del Frente Renovador, al cual la propia criatura que ayudó a construir, se le fue de las manos y no pudo vencer en el Balotaje de 2023. Hoy la construcción a la que apunta es a pequeños “monstruos”, fácilmente manejables, y fácilmente derrotables, tanto por el peronismo como por los libertarios. ¿Qué podemos hacer nosotros los radicales que no nos bajamos del barco? Primero, desensillar hasta que aclare. La turbulencia política debido a la implosión de Juntos por el Cambio aún genera ola. Segundo, mantener una coherencia ideológica, pues no podemos estar mutando la misma cada 10 años. Una cosa es cambiar procedimientos y adaptarnos a los tiempos que vivimos, otra distinta es una claudicación. Tercero, volver a la base. Asentarnos en nuestras gestiones locales y la sapiencia de nuestros legisladores, tanto nacionales como provinciales, los cuales cuentan con la experiencia suficiente como para marcar una impronta. Podemos y sabemos gobernar, pero para poder plantear la posibilidad de ser una opción en 2027, tenemos que atravesar este marasmo con la menor cantidad de heridas encima.

Nos debemos la materia de construir un candidato a Gobernador de verdad. Ello no se logra cerrando un acuerdo legislativo como socios minoritarios de quien en el fondo, nos odia y nos combate. Una simple reflexión, que nos debemos, todos, de crear un espacio para esto, sin autoflagelo, sin fotos sepia, sin catarsis eternas y estériles. Simplemente, construyendo. (12-06-25).

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2 Comentarios.

  1. Muy buena narrativa, es esperable para alguien que fue a la facultad ( el unico objetivo es el mas opositor, el mas puteador del partido, el que la tiene mas larga). Se olvida alguna vez cantando ” somos la derecha radical”, mezclando a su vez la figura de Raul Alfonsin y tambien a Hipolito Irigoyen , cuando cantan la marcha radical.( esto no se olvida). Olvida, la proscripcion del peronismo cuando gobernó Illia y además, el gobierno de De la Rua( no se acuerda ningun radical de este marasmo politico/ social). Revise Blazquez la palabra populismo, usted que es tan erudito y riguroso. Tiene entendimiento juridico, revise la causa de Cristina Fernandez, no por lo que escucha, despues hablamos de justicia y democracia.

  2. complices de la dictadura del 55
    después de la del 76 aportando 3000 intendentes
    1989 y 2001
    alcahuetes de macri
    y ahora mulos de la usura
    no aprendieron nada

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