DÍA DE LA SOBERANÍA / Alberto, Miguel y Ariel: Una historia de La Vuelta de Obligado
• Cuando en los años 70 el Día de la Soberanía era reconocido, pero no había adquirido la visibilización que tiene desde que es feriado nacional, el Triunfo escrito por Miguel Brascó con música de Alberto Merlo fue el vehículo de mayor divulgación de tan trascendente hecho histórico.
• Todo el proceso que lleva a su grabación es propio de la personalidad de su autor Miguel Brascó y de la estatura artística y moral de Alberto Merlo, “El Señor del Sur”.
• En esta historia se cruzan Miguel Brascó, Ariel Ramírez y Alberto Merlo.
Escribe Fabián Barda
Hoy se celebra en la Argentina el Día de la Soberanía en recuerdo de la Batalla de la Vuelta de Obligado desarrollada el 20 de noviembre de 1945. Este acontecimiento marcó un hito en la defensa del territorio argentino y de la esencia que define a un estado nacional, su soberanía, aunque por aquel entonces todavía no se había llegado a la sanción de la Constitución Nacional manejándose los asuntos del estado, en lo que ha sido definido como una Confederación de hecho liderada por el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, además encargado de los asuntos de política exterior por lo establecido en el Pacto Federal del 4 de enero de 1831.
La “pax rosista” se mantenía sobre la base de los ingresos que por los derechos de exportación de los productos ganaderos habían puesto a los porteños, gentilicio este que se usó prácticamente hasta la federalización de Buenos Aires 1880, en una situación de dominio político sobre el resto del país. Esos ingresos fiscales hacían de la provincia la más rica. Rosas manejaba esos recursos a discreción, generando adhesiones y “lealtad” de los “13 ranchos”, como despectivamente fueron llamadas durante casi todo el siglo XIX las denominadas provincias históricas del país.
Los hechos de la Vuelta de Obligado tuvieron lugar en ese noviembre. El enfrentamiento tuvo lugar, cuando una flota, anglo-francesa, forzó con éxito las defensas que había extendido las tropas de la Confederación sobre el río Paraná, a la altura de la localidad de San Pedro. La agresora era una escuadra considerable: 22 buques de guerra y otros 92 mercantes, con los cuales las potencias colonialistas más importantes de la época, pretendían comerciar favorablemente en el Litoral argentino y más al norte.
El saldo fue gravoso para los defensores de la Vuelta de Obligado: 250 muertos y 400 heridos. En la flota invasora, solo se registraron 30 víctimas fatales y 86 heridos, pero estuvo detenida en el paraje más de 40 días. Al emprender su regreso, fue atacada nuevamente desde tierra. Hay que recordar que París y Londres apostaban a la construcción de un nuevo “tapón” entre la Argentina y Brasil, como dos décadas antes habían logrado con Uruguay. Además de la libre navegación de los ríos para introducir sus mercancías.
La Batalla de la Vuelta de Obligado, el bloqueo anglo y bloqueo anglo francés del Rio de La Plata posicionaron a la política exterior de Rosas, sobre todo la heroica defensa sobre el Río Paraná, hoy a la altura de San Pedro.
En los años 70 del siglo XX se revalorizó el significado del combate a merced de la prédica del Dr. José María Rosa, tal vez el historiador revisionista de mayor divulgación en la Argentina. Durante el tercer gobierno peronista, ya en manos de Isabel Perón, luego de la muerte de su esposo Juan D. Perón, el “Pepe” Rosa logra que sea declarado el 20 de noviembre como Día de la Soberanía, recién en el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (2011-2015) se establece como feriado nacional.
Muchas veces la visibilización de determinados hechos históricos no pasan por lo académico, ni por la divulgación histórica si no por otras manifestaciones del arte (piénsese un instante en el Guernica de Picasso). Con la Vuelta de Obligado pasó exactamente eso. Los protagonistas fundamentales son dos santafesinos: Miguel Brascó y Alberto Merlo, autor y compositor, respectivamente del triunfo “La Vuelta de Obligado”.
Alberto Merlo, popularizado como “El Señor del Sur”, se llamó en realidad Aquilino Candelario Merlo, vivió entre 1931 y 2012 y fue considerado un baluarte del canto surero. Compositor y guitarrista, vino al mundo en Santa Fe, de padre y madre de origen italiano pero naturalizados. El ambiente rural en el que creció imprimió de forma indeleble en sus inquietudes los ritmos folklóricos tradicionales: milongas, huellas, estilos y zambas. Alberto siempre contaba que la aproximación a las especies musicales propias de la provincia de Buenos Aires las había escuchado desde niño, en su provincia natal, en las materas de los campos en que los peones golondrinas hacían la cosecha en esa porción de la Pampa Gringa.
Comenzó en el profesionalismo como intérprete de tangos y luego se radicó en Jesús María (Córdoba), hasta que recala en la ciudad de Buenos Aires y comienza a edificar una carrera basada en la honestidad y en la conceptualidad de su obra que jamás se apartó de un marcado tradicionalismo.
Miguel Brascó, cuya imagen pública más recordada parecería incoherente con inquietudes anticolonialistas. En efecto, en la década de 1970 fue director de la revista de la tarjeta de crédito “Diners” y de “Status”, una publicación que consagraba sus páginas al erotismo y la cultura gourmet.
Pero su trayectoria fue tan prolongada y diversa que, en 1984, recibió el Diploma al Mérito Konex de los Premio Konex, en el rubro Literatura de Humor. También editó revistas muy recordadas, como “Claudia” o “Cuisine & Vins”, entre otras. Llegó a desempeñarse en el canal Gourmet de la televisión por cable, donde relataba en espacios cortos, historias de vinos y de lugares vitivinícolas célebres. Inclusive franceses. Brascó, todo un personaje, sería en los cánones de hoy un sommeliers, o mejor para abarcar a todas las generaciones un buen catador de vinos. Seguramente que más de un lector/lectora de esa nota recordará a Alberto Olmedo, en el exitosísimo “No toca Botón” haciendo el PNT o “Chivo publicitario” de la famosa casa de vinos “Savoy” y el inmediato saludo a Miguel Brascó.
En el amplio espectro de sus actividades y hobbies, Brascó tuvo una interesante producción poética. Muchas de sus obras fueron s convirtieron en especies musicales cantadas a lo largo y ancho del país, musicalizadas casi en su totalidad por Ariel Ramírez, también santafesino. De esa producción “Santafesino de veras” (en la que remarca su provincia y su pueblo natal, Vera) Y “Agua y sol del Paraná”, ambas grabadas por los intérpretes de música de raíz folklórica más renombrados. Dijimos que el maestro Ariel Ramírez había compuesto la casi totalidad de las obras musicalizadas de Brascó porque precisamente hubo una cuya música pertenece a Alberto Merlo y en los agitados días de la Argentina de la década de 1970 se convierte, llamativamente para un ritmo musical propio de la provincia de Buenos Aires, en un “hit”.
El proceso que lleva a la grabación es interesantísimo con anécdotas merecedoras de ser conocidas.
Primero, Ramírez se niega a musicalizar el poema. Aduce entre otras cosas que cantores como Horacio Guarany o César Isella jamás la cantarían por tener párrafos como ¡qué los peló a los gringos / una gran siete! O ¡Ahijuna con los franceses / quien los pudiera! También, no lo convencía darle un marco musical surero.
Brascó quedó a la espera que alguna vez su amigo de la infancia se arrepintiera hasta que una mañana tocan su puerta. Relatado por el mismo varias veces. En una de ellas, recordó: “Golpean la puerta de mi casa, abro y me encuentro con un gaucho parado en la vereda, si, un gaucho vestido a la usanza criolla. Se presenta, dice llamarse Alberto Merlo y me pedía permiso para grabar La Vuelta de Obligado.
En esa charla el poeta se sorprende porque solamente conocían de la existencia de la obra el poeta Hamlet Lima Quintana y Ariel Ramírez, posible compositor. Merlo le comenta que ya su obra era cantada en todas las peñas del país casi como un himno, él le había puesto música y ahora quería llevarla al disco.
No todo terminó ahí porque hubo una serie de idas y venidas sobre lo que “El Señor del Sur” quería llevar al disco.
En la revisa “Folklore”, muy popular y difundida en los años 60 y 70 del siglo XX, Brascó, ya más formalmente y en el marco de un repaso de su obra, contó, con su clásico humor e ironía, que “primero e importante, una letra no se escribe, sino que se compone. Segundo y fundamental, te demanda el mismo esfuerzo componer un éxito que un fracaso, así que en vez de perder tiempo componiendo fracasos, háganme caso, compongan hits. Es lo que yo hice con La Vuelta de Obligado un triunfo que compuso en Holanda. Hice un estudio de mercado, escribí una letra y se la mandé a Ramírez por carta. Era la vuelta de Obligado un triunfo. La letra de La Vuelta… dice “que los tiró a los gringos, juni gransiete, navegar tantos mares venirse al cuete”. Es muy fuerte porque en el último verso sigo “que digo, venirse al cuete”. Eso le da fuerza al último verso. Todo estaba estudiadísimo con respecto a la forma y además la letra era muy buena. Ahora, Ramírez, que no es gran escritor de cartas, nunca contestó. Cuando regresé a la Argentina, le pregunté “¿qué pasó con la letra de ese triunfo que te mandé?”. Entonces me dijo “no se justifica el trabajo de componerle una música porque tiene tres malas palabras. Entonces no se va a poder cantar por radio, ni por televisión, ni en los teatros y entonces no la voy a poder grabar. Salvo que la cambies”. Yo le dije “bueno, pero decir “que lo tiró a los gringos” no es una mala palabra, “juni gran siete” tampoco y “venirse al cuete” menos. Ariel me retrucó: “Si, pero Isella o Guarany no la van a cantar así, van a decir que los parió a los gringos, juni gran puta…” Y exactamente eso fue lo que pasó después, una cosa era lo que decía la letra y otra lo que se cantaba. Los cantantes de folklore son muy desaforados, muy idos de boca, salvo algunos casos…”.
Agregó Brascó que “Ariel se negó a ponerle música, un día, mucho tiempo después, me visitó Hamlet Lima Quintana, un conocido compositor y nos pusimos a tocar la guitarra y a ver temas. Ahí me acordé de La Vuelta de Obligado, saqué un triunfo y se lo di, y él le agarró una calentura enorme con ese triunfo. Ahí me olvidé del tema y varios meses después golpeó la puerta de mi casa un provinciano con un ponchito típico. Se presentó, se llamaba Alberto Merlo, y me dijo que quería hablar conmigo. Lo hice pasar y me expresa que él estaba cantando La Vuelta de Obligado y que lo quería grabar. “¿Y cómo llegó a su poder’”, pensando que tal vez Hamlet se lo había pasado? Me echó una mirada extraña y me dijo “¿Usted no sabe nada acerca de lo que pasa con La Vuelta?”. Le dije: “No, se lo di a Hamlet y no supe más nada”. Se estaba cantando en todas las peñas, era un éxito. Claro, yo a una peña no había ido nunca, así que no me enteraba de nada”.
Luego remarcó “este Merlo, un divino, venía a pedirme autorización para hacerle unos cambios inverosímiles. Por ejemplo, dice la letra: “A ver vos Pascual Echagüe, gobernadore”. Es gobernador, pero hay una licencia poética del Siglo de Oro que permite que agregues una vocal a una palabra que termina en consonante, por ejemplo “Arbolé, arbolé seco y verde”, ese poema de García Lorca se toma esa licencia. Es una licencia muy usada que está en todo el cancionero español clásico. Entonces le dije: “Merlo, gobernador y gobernadore es lo mismo”, pero él quería poner gobernadores. Le señalé que iba a ver una gran incongruencia, un plural y un singular. Por otro lago, ningún argentino que canta folklore pronuncia una ese ni por error, pero le dije que lo cantara como quisiera. “No, porque hay editarlo”. “Edítelo”. Tuvo un éxito impresionante, se tocaba en todas las radios, lo cantaba cuanto conjunto había, y con la Guerra de Malvinas parecía el Himno Nacional, prácticamente hablaba de Malvinas, porque la letra dice “cuarenta buques mercantes, veinte de guerra, vienen pechando arriba las aguas nuestras”. Cobré muchísimo en beneficios por ese tema”.
Alberto Merlo graba el triunfo para la compañía EMI-ODEON, en 1974, el LP (Long Play o Larga Duración) lleva el título de La Vuelta de Obligado.
Finalmente, Horacio Guarany lo llevó al disco, también lo hicieron Alfredo Zitarrosa, Los Huanca Hua, Opus Cuatro, Yamila Cafrune, el “Chino” Martínez, Franco Coria, Los Incateños y el Grupo Folklórico Kawin, este último instrumental en la serie Danzas Folklóricas Argentinas.
La versión del “Señor del Sur” es la más difundida y reconocida. Siempre la incluyó, aún en dictadura, en sus presentaciones.
La Vuelta de Obligado
Noventa buques mercantes
Veinte de guerra
Vienen pechando arriba
Las aguas nuestras
Veinte de guerra vienen
Con sus banderas
Angostura del quebracho
De aquí no pasan
Qué los parió a los gringos
Una gran siete
Navegar tantos mares
Venirse al cuete
¡Qué digo venirse al cuete!
Ahijuna con los franceses
Quién los pudiera
A ver, vos Pascual Echagüe
Gobernador es
Que no pasen los franceses
Paraná al norte
Pascual Echagüe los mide
Mansilla los mata
20-11-24