Karen Arranz: “Soy una de las pocas mujeres que no enchufa la guitarra”
Nota escrita por Franco Pignol en La Nueva.
Karen Arranz y Alejandro Lavigne se presentarán en el marco de la semana de la tradición argentina, hoy sábado, a las 21, en Colón 80 (Aula Magna de la UNS) de Bahía Blanca, con entrada libre y gratuita.
En la previa estará el joven dúo folklórico Iruya, integrado por el bajista Francisco Arregui y la cantante y percusionista Romina Sarlangue. De esa manera se cumplirá la séptima programación del festival “Por una vez que nos juntamos”.
Se solicitará un alimento no perecedero para colaborar con comedores e instituciones de la ciudad. Todo es organizado por la Secretaría de Cultura y Extensión de la Universidad Nacional del Sur.
“Es una semana importantísima. Mi vida está dedicada a la tradición y al arte nativo. Por esa razón estoy muy feliz de haber sido convocada para festejar en la Universidad”, reveló Arranz.
La idea es evocar el natalicio José Hernández, autor de la obra cumbre “El gaucho Martín Fierro” y “La vuelta del Martín Fierro”, ambos emblemas de la literatura mundial.
“Fue un año muy productivo. Estamos recién llegados de hacer dos conciertos. Uno en Merlo y otro a una cuadra del obelisco, en un bar literario que se llama ‘Pal que guste’. Estuvo presente el canto surero. Siempre junto a Alejandro Lavigne llevando nuestras milongas, estilos y cifras, entre otros estilos”.
—¿Cuáles son las tradiciones de Karen Arranz?
—Tengo muchísimas. Creo que lo mejor es ser digno de portar un mensaje fiel y auténtico a través de los años. Los que me siguen saben que nací y moriré tradicionalista. Soy la única mujer que queda que no enchufa la guitarra. Hace 36 años que mi voz, mi guitarra criolla y mi mensaje viajan por distintos lugares. Desde los 8 años tengo la misma guitarra.
“La mejor manera es ser auténtico, fiel y no cambiar el estilo a lo largo de los años. En el caso de lo que yo hago, no creo en el folklore de proyección. Es decir, creo que a nuestros géneros hay que preservarlos, reivindicarlos y mostrarlos tal cual son. Un canto de la llanura bonaerense, mirar el paisaje desde adentro, ser autentico desde el fondo del corazón.
—¿Qué pasaría si Karen enchufara la guitarra?
—Yo respeto a quienes lo hacen. Pero si yo la enchufara no lograría la misma sonoridad en los arpegios y los ligados. A eso yo lo comparo con la pureza del hombre de campo, del puestero o del tambero que se levanta a las 3 de la mañana. Mi canto tiene que ver con ellos, está dedicado para esa gente que engrandece a los pueblos con su sacrificio y su trabajo digno.
“Mis hijos saben eso también. Que su mamá es tradicionalista todos los días, no sólo cuando canta. Si estoy con un grupo de amigas hablo de la tradición. A veces estamos hablando de algún tema en especial y cito algo de “El payador perseguido”, de Atahualpa Yupanqui. Soy así todo el tiempo. Amo lo que abrazo”.
—Nunca deja de sorprenderme la atención que generas cuando estás en el escenario y como te escucha la gente entre una canción y la otra.
—Me pasó siempre eso, no sé por qué. Cuando grabé mi primer disco a los 8 años notaba que la gente llegaba a mi después de los conciertos y me contaba sus intimidades, sus sufrimientos y padecimientos. Mi mamá me apartaba naturalmente porque yo era muy pequeña. Después me di cuenta de algo que decía el santo San Agustín: “Cantar es orar dos veces”.
—Este año tocaste en la Fiesta Nacional del Camarón y el Langostino, en el escenario principal.
—Fue un momento muy emotivo para mi. Había muchísima gente y al aire libre. Todos hicieron silencio para escuchar el sonido humilde y sencillo de una guitarra criolla que simboliza la voz de mucha paisanos que están silenciados a lo largo de los años.
—¿Cuál es tu sueño?
—Nos estamos quedando si referentes. Mi sueño es poder dejar a alguien en mi lugar antes de retirarme a tiempo. Insisto: no hay que dar lástima en los escenarios. Así me marcharía en paz. (La Nueva.). (18-11-23).