La soja, con problemas de calidad

La semana pasada se conoció un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) que advierte sobre el bajo nivel de proteínas en soja, y su impacto e implicancia en la competitividad del sector agroindustrial exportador.

El menor tenor de proteína en el poroto influye en la caída en la calidad de harina de soja resultante del proceso de molturación, hecho que viene sucediendo desde hace mucho tiempo.

Lo que está sucediendo es una merma en la calidad industrial del grano que se viene acentuando en los registros de los últimos 20 años. La primera consecuencia de ello es que la industria aceitera no puede cumplir con los estándares del comercio internacional, con exigencias del 47 por ciento al 48 por ciento de proteína para la harina de soja.

Sucede que, en el caso de nuestros principales competidores, Estados Unidos, Brasil y hasta incluso Paraguay, el nivel de proteína en soja es mucho mayor al registrado en la Argentina.

En nuestro país, el mejoramiento genético realizado por las empresas de tecnología de semillas ha tenido siempre como objetivo el aumento de los rendimientos. Y no se ha tenido en cuenta el tenor de proteína, y por este motivo la industria dispone de materiales con un alto nivel de productividad, pero en consecuencia una caída en los niveles de proteína.

La industria debe ajustar al máximo el proceso productivo de molienda para evitar el incumplimiento de los requisitos mínimos a la hora de exportar la harina de soja.

Un dato muy importante a tener en cuenta; el tenor de proteína de soja de Paraguay es uno de los más altos del mundo como resultado de una interacción genotipo-medio ambiente que tiene que ver con factores externos a la semilla de soja.

Es en esta situación que cobra mucha importancia la importación temporaria de soja de Paraguay, para su procesamiento industrial y posterior exportación de aceite y harina de soja.

El nivel de importaciones de soja de Paraguay hacia las terminales del Gran Rosario oscila entre cuatro millones y seis millones de toneladas, y es utilizado por la industria aceitera nacional para mejorar el tenor proteico de la harina de soja, donde la Argentina es el primer exportador mundial.

Una de las prácticas de proceso que permiten elevar el tenor proteico del subproducto consiste en un proceso adicional de secado del poroto. Esta acción genera un costo adicional en el proceso de 71 centavos de dólar por tonelada de soja de las cuales 43 centavos de dólar corresponden a mayor consumo de gas y 29 centavos al mayor consumo de energía eléctrica, según menciona el informe de la BCR.

Impacto

La entidad rosarina estima un total de pérdidas por menor tenor de proteína, del orden de los 551 millones de dólares que corresponden a la perdida de volumen de harina de soja y de 23,9 millones de dólares a los mayores costos energéticos.

En la búsqueda de soluciones, se trata de un tema donde los tres principales integrantes de la cadena de la soja –productores, industria semillera y la industria aceitera– deben generar un ámbito de trabajo en conjunto, para dar solución y mejora a esta problemática, que termina por perjudicar a toda la cadena.

El pago de la propiedad intelectual a las nuevas variedades de soja es el primer paso para que la industria de semillas pueda disponer del capital necesario para invertir en investigación y desarrollo, y tener como objetivo en la mejora genética de los cultivos. (Licenciada Pablo Adreani / Infosudoeste). (10-08-21).

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