En 2015, tras una investigación de varios años, la agrupación La Voz de los Colimbas entregó al Ministerio de Defensa un listado con 217 conscriptos de todo el país que fueron asesinados o desaparecidos durante la última dictadura.
«Con el presente trabajo buscamos contribuir a la Memoria, por esos chicos que fueron arrancados de sus familias y merecen nuestro homenaje, como también merecen nuestro respeto y homenaje las familias de los colimbas porque unos y otros fueron víctimas. Nosotros hicimos el Servicio Militar Obligatorio y no escapa a nuestro pensamiento que cualquiera de nosotros podría haber sido desaparecido y que nuestras familias padeciesen la pérdida», explicó el documento, entregado por Ricardo Righi, conductor del programa radial La Voz de los Colimbas, a la directora del Área de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa, Stella Segado.
Hasta ese momento, el Estado reconocía 117 casos y la nueva investigación sube el piso para continuar el registro, que comenzó en el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) en la vuelta de la democracia, que dio cuenta de 70 casos, y el posterior libro El escuadrón perdido, de José Luis D’Andrea Mohr, que llevó el número a 129, consignó Tiempo Argentino.
«Contra lo que es creencia popular, no todos los colimbas secuestrados eran militantes, tampoco fueron desaparecidos por negarse a torturar o asesinar, fueron muchos los casos en el que el secuestro y desaparición fue resultado de tener un apellido judío, de cumplir un trabajo social, de recriminar un abuso, de ver algo que estaba vedado a la tropa o hasta ninguna de estas cosas, simplemente no caerle en gracia a algún suboficial u oficial», señala el documento.
Los crímenes contra los colimbas tuvieron algunas particularidades, en muchos casos eran engañados para que salieran del cuartel y apenas estaban en la calle eran secuestrados. Muchos otros fueron secuestrados en sus casas o en los mismos cuarteles. Los mismos encargados de su secuestro, luego denunciaban como «desertores» a los soldados conscriptos, como forma de encubrir del delito y de desinformar a las familias de las víctimas.
Recién en 2010, durante la gestión en Defensa de Nilda Garré, se modificó en los legajos la palabra «desertor» por «detenido-desaparecido». La organización destaca también el rol como testigos de los ex colimbas, quienes fueron forzados a presenciar los crímenes del terrorismo de Estado. «Han pasado a testificar más de 1500 ex conscriptos. Creemos firmemente que hay miles de ex colimbas que han visto muchas situaciones y que por diferentes motivos no se animan a hablar. Bregamos para que esto así suceda, pero necesitamos políticas de Estado para que tomen conciencia de lo sanador que es ir a testimoniar en los juicios», aseguró el texto.
La investigación forma parte de las actividades de la agrupación para visibilizar a los colimbas. Seis fotografías gigantes de colimbas desaparecidos fueron colocadas en el predio de la Ex Esma junto a familiares para homenajear a Darío Oscar Bedne, Rodolfo Mario Eder, Carlos Rolando Genes, Ricardo Héctor Zatylny, Reinaldo José «Chango» Monzón y Miguel Fiorito. (24-03-21).
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