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Líbero y memorioso: De improvisadores, repentistas y poetas

Escrito por Fabián Barda en Bola 8.

La payada en contrapunto realizada la noche del 23 de julio de 1884, en el Frontón de Pelota de la calle San José, en Montevideo, capital de la República Oriental del Uruguay entre el payador argentino Gabino Ezeiza y el bardo uruguayo Juan Nava fue tomado como referencia para establecer en la República Argentina el “Día del Payador”.
Coronel Dorrego tiene una larga tradición de defensa de los valores tradicionalistas, puntualmente el “arte payadoril” ocupa un sitial de privilegio por ser, precisamente, el pago de Dorrego el lugar de nacimiento del Payador Luis Acosta García.
Luis Acosta García no jugó al fútbol pero sí se vinculó con instituciones deportivas que lo practicaban y dos de sus dilectos amigos eran jugadores de Ferroviario.
La primera mención del acercamiento del genial poeta con uno de los clubes del distrito la hizo Pedro Masiggoge, el capitán histórico de “Rivadavia de Aparicio” al rememorar los primeros años de vida institucional del club que, precisamente en este 2019, está cumpliendo su primer siglo de existencia. Fue en uno de los primeros carnavales organizados por la institución de Aparicio que Acosta García participó. Masiggogge, en 1975, en memorias que escribió para el aniversario de la Liga de Fútbol de Dorrego, recordaba: “Pero aquella muchachada del Rivadavia no pudo olvidar un carnaval al que concurrió con una “Murga” preparada ex profeso, allá por los años ’20. En derroche de serpentinas, agua y disfraces, desfiló y regalaban flores. En la comparsa figuraba LUIS ACOSTA GARCÍA, con su guitarra. Se la bautizó como “LA MURGA HEROICA” y obtuvo premio.
El acercamiento más profundo con el mundo del fútbol se da por su amistad con la familia Roubió.
Rodolfo y Oscar Roubió tuvieron trato casi de hermanos. Oscar, en testimonio del año 1983, lo consideraba un hermano mayor, destacando la gran fraternidad que formaba con su hermano conocido como “Capote”. Los Roubió se caracterizaron por ser propulsores de la práctica del fútbol en Dorrego, participaron del primer equipo que fue “Fray Mocho” y, luego, de los tradicionales Independiente y Ferroviario. Acosta García concurrió alguna vez a la vieja Feria de Víctor Alonso, a la Estación de Trenes y la cancha ubicada en la denominada “Villa Dreyfus” a ver jugar a sus amigos.
Roberto lo recordaba como “una personalidad realmente notable, simpático, sincero; en fin, todo un buen y grande ser humano”….”seguí su trayectoria en el “Parque Goal” (el templo de los payadores en plena Avenida de Mayo en la ciudad de Buenos Aires) y recuerdo cuando ganó un certamen de payadores uruguayos y argentinos cuyo primer premio era una guitarra”.
Los Roubió, a principios de la década del ’30, compartieron plantel, en Alumni (Ferroviario) con José Alaiz “El Dorreguero”, poeta excepcional que, si bien jamás cantó en contrapunto, era un gran improvisador. Después Alaiz quedará más firmemente identificado con Independiente ya que a mediados de los años ’30 pasará a vestir casaca roja.
Más cercano en el tiempo, Silvio Mosegui, vistió la camiseta verdinegra de Progreso de El Perdido. En el ambiente futbolístico es conocido como “El hijo del Payador”, ya que Silvio es hijo del recordado payador uruguayo Walter Mosegui, quien visitó por primera vez Coronel Dorrego en 1959 para actuar en el Teatro Italiano, después será uno de los habitués de la Fiesta Provincial de las Llanuras que anualmente se realiza en Coronel Dorrego. Según comentaron varias veces los padres de Silvio, Walter y Amelia, en rondas familiares el goleador solía prenderse a la guitarra e improvisar con su padre. Aun así seguía siendo “El hijo del Payador”.
A principios del tercer milenio, vivió varios años en el pago de Dorrego el payador uruguayo Nieves Cabrera que alcanzó gran notoriedad en la Banda Oriental en los movidos años ’70. Su militancia política lo llevó a ser vocero, pueblo por pueblo, como los viejos juglares. La dictadura uruguaya lo expulsó al exilio. Antes de todo eso había sido puntero izquierdo de Nueva Chicago en la Argentina, pero el canto repentista pudo más que las ganas de jugar al fútbol.
En sus tiempos en Dorrego trabajó en un campo en cercanías de Las Oscuras, solía venir al pueblo donde cosechó amigos en el Bar de Caito Matélica y en el Bar de Osvaldo Mangione.
Como en el fútbol el arte de los payadores requiere de reglas, táctica y estrategia pero a la hora “de salir a la cancha” la improvisación y la genialidad definen a los mejores payadores.

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