«Un León en el bosque», otro abordaje para el autismo
La ficción ilumina una realidad que muchas veces prefiere evitarse, con una familia que debe lidiar con la falta de empatía de la sociedad hacia un niño de 9 años. Se puede ver en Flow.
NOTA DE EMANUEL RESPIGUI EN PÁGINA 12
El trastorno del espectro autista (TEA) es mucho más que una afección en el desarrollo neurológico de una persona. Representa, además, un condicionamiento para la vida de quien lo posee y de todos a su alrededor, ante un sistema social que por ignorancia o falta de empatía no genera las condiciones necesarias para facilitarle la vida a quienes tienen en su círculo íntimo a alguien con TEA. Esa problemática forma parte del centro de la trama de Un León en el bosque, la serie se puede ver por Flow, con producción de Kuarzo e Idealismo Contenidos. Una ficción que se anima a trascender los límites audiovisuales para iluminar una realidad que muchas veces prefiere evitarse abordar.
Un León en el bosque no es una serie más. Entretener a los espectadores es una búsqueda de la producción pero no la única. Crear conciencia sobre lo que padece alguien diagnosticado con alguna condición del espectro autista es otro de sus objetivos, en un proyecto que es audiovisual pero también social y cultural. De hecho, la serie escrita y dirigida por Mariano Hueter contó con el asesoramiento del Licenciado en Psicología Luciano Bongiovanni y el apoyo de la ONG TEACTIVA, quienes participaron activamente de la producción con el fin de aplicar a los guiones el cuidado necesario para transformar al producto audiovisual en una herramienta de aprendizaje. Todo un desafío.
Filmada en Pinamar, Un León en el bosque está protagonizada por Julieta Cardinali, Federico D´Elia, Carolina Kopelioff, Julián Cerati, Valentina Bassi, Lucio Elie y Raúl Rizzo. La trama se centra en la historia de una familia que decide mudarse a a la Costa Atlántica en busca de tranquilidad y estar más cerca de la naturaleza, para ayudar así a León, el hijo de 9 años que presenta una condición del espectro autista. Sin embargo, el plan no tiene en cuenta que los problemas no se resuelven alejándose del lugar de origen y pronto se topan con la falta de sensibilidad de un colegio que le exige tener un acompañante terapeútico permanente, una comunidad educativa que se desliga de sus responsabilidades, y un grupo de compañeros y de padres con más miedos y preconceptos que sentido humano. La lucha contra todos esos obstáculos, sumado al desgaste físico y mental que carga cada uno de los integrantes de la familia, es el eje de una historia que no por dura impide transmitir belleza y sensibilidad.
“Un León en el bosque no cuenta la historia de un chico con autismo, sino la de una familia”, analiza Julieta Cardinali en la entrevista con Página/12. “Qué pasa con cada integrante de esta familia. Qué pasa con esa madre de esa familia que decide irse a Pinamar pensando que van a encontrar un poco de paz mental, y se dan cuenta que en realidad la paz mental está en la cabeza, no está en los lugares. De esta mujer que va y viene durante horas trabajando a Buenos Aires; de este padre que tiene que cambiar de trabajo, buscar sus changas, de esa persona mayor que trata de adaptarse a otro lugar nuevo. Y todo esto con un hijo que tiene un autismo severo y que, por supuesto, demanda mucho más trabajo que otras personas”, detalla la actriz.
A lo largo de ocho episodios, la trama aborda la condición del espectro autista desde una perspectiva que valora la neurodiversidad pero sin hacer foco en León, sino más bien deteniéndose en las distintas miradas que asume cada una de las personas que se involucran con el chico. De hecho, cada capítulo está contado desde el punto de vista de cada uno de los integrantes de la familia, como una manera de ver las diferentes maneras en que asumen las situaciones que les toca vivir a diario. Una estructura narrativa que intenta generar empatía desde las consecuencias habituales que genera entre el grupo social damnificado el ser “diferente” .
“La serie trata de visibilizar un tema que es super complejo, sin bajar línea», subraya Cardinali. «El otro día vimos el primer capítulo con un montón de miembros de asociaciones que trabajan con gente con autismo y estaban muy emocionados. Recuerdo que una mujer me dijo sobre mi personaje: “Yo soy esa mamá cansada y harta también”. La serie muestra lo que nos pasa a todos, es una ficción pero que parte de la vida misma. Todos estamos hartos de distintas situaciones en las que estamos inmersos. Bueno, esta familia también, porque tiene lidiar con sus propios trabajos, con el cuidado de sus hijos, con la burocracia estatal, con el hecho de que los padres de los compañeros de su hijo acepten y entiendan la situación…. Sus vidas están cruzadas por todo ese contexto”.
-En la serie interpretás a la mamá de León, una mujer que tiene que lidiar con todo lo que le pasa a su hijo, con su propio trabajo y con lo que también sucede dentro de su familia. Es un personaje que combina fortaleza y fragilidad, a la vez. ¿De qué te valiste para la composición?
-Hablé mucho con el director, ya que es una historia muy personal, porque tiene un sobrino con TEA y conoce muy bien el tema. También con amigas que tienen hijos con TEA, que son madres que viven a diario estar en esa situación. Y además soy madre, por lo que hay un aspecto de la interpretación que está allanado: ese cansancio y esa dedicación suprema que tenemos con nuestros hijos… Una de las cosas que más me repetían las madres con la que hablé era que estaban agotadas, sobre todo del sistema, pero también del resto. Entonces, para mí era importante transmitir eso, no pintar al personaje en color de rosa, no hacerlo con dibujitos de colores y crear una falsa expectativa para el que lo ve. No era por ahí. Por supuesto que se trata de una familia que sigue apostando, que sigue luchando para salir adelante. Pero sin que la serie decore la dura realidad que viven muchas familias en el país.
-¿Considerás que es un momento social del país para sentarse a empatizar con lo que les pasa a otros a través de una serie de ficción?
-La verdad es que no lo sé. Ojalá que sí. Y, de todas maneras, volvería a hacerlo siempre porque me parece que es importante contar determinadas historias. Si la serie logra crear conciencia, aunque sea un poquito, ya habrá sido suficiente. Es una serie que no intenta bajar línea, pero sí visibilizar una problemática más extendida de lo que se cree. (26-11-24).