La Región

Mega Causa Zona 5 / Roberto Staheli: «El miedo a que vuelvan lo tuve desde el primer día que me liberaron»

n la causa “Ayala, Felipe y Otros…” hay 334 víctimas, 230 testigos y, actualmente, 37 imputados, a los que se los acusa por privaciones ilegales de la libertad, tormentos, homicidios, robo de bebés y abusos sexuales cometidos en el V Cuerpo de Ejército, que tuvo sede en Bahía Blanca y jurisdicción sobre el sudoeste de la provincia de Buenos Aires y toda la Patagonia.

En la audiencia 50 de la Mega Causa Zona V se reprodujo la declaración de Roberto Omar Staheli, del 7 de septiembre de 2011,quien estuvo secuestrado un mes aproximadamente y brindó su testimonio en el primer juicio por violaciones a los derechos humanos en Bahía Blanca cometidas en la última dictadura cívico militar.“Me dedicaba a la construcción, vivía en Bahía Blanca. Fui secuestrado el 30 de julio 1976 en horas de la madrugada cuando irrumpieron en mi casa unos señores al grito de ‘policía, abra’. Le pegaron una patada en la puerta. Entran encapuchados. Cuando digo mi nombre, uno dice: ‘El hombre al auto, la mujer al baño’”.

Sobre los días de cautiverio, Staheli expresó: “Me pusieron una frazada y me subieron a un auto. Me llevaron a un lugar y en la entrada uno de ellos dio santo y seña y lo dejaron pasar. Me metieron en una habitación: ‘Te voy a sacar la frazada, si mirás, te vuelo la cabeza’, dijo uno. Me entabicaron y me esposaron en una cama de hierro. No estaba sólo, había mucha gente”.

Uno de sus captores le dijo: ‘Negro, acá estás con el tío. Nosotros sabemos que sos peronista. ¿Lo conoces a Roberto Acharez?’ “Yo le dije que sí, que era amigo mío”, le respondió la víctima. ‘A ese cuando lo agarremos lo vamos a hacer boleta. ¿Sabés lo que hizo? Dio una arenga en Sancor y pasó a la clandestinidad. ¿Qué sabes de él?’“Que es una buena persona y hacía changas de pintura además de trabajar en Sancor, le contesté”.

“Un día se me corrió el tabique y pude ver por una ventana vieja, antenas. Varios coincidieron que eran las que estaban detrás de “La Escuelita”. Eran de diferentes alturas. Escuchaba que había ruta cerca y pasaba cerca un tren. No era un lugar que estuviera dentro de la ciudad”, detalló el testigo víctima.

En otro pasaje de su declaración, Staheli contó que una noche en el Centro Clandestino de Detención y Tortura (CCDyT) conversó con un muchacho: “’No dejes de comer, te va a hacer mal a la cabeza’, me dijo y me comentó que trabajaba en Tribunales y tenía una imprenta. Ese muchacho me prestó una campera de cuero que yo use como almohada”.

“Décadas más tarde, me encontré con un chico de 18 años. ‘Quiero saber si estuvo con mi padre cuando fue secuestrado. Qué me puede hablar de él ¿Mi hermana puede charlar con usted?’ Le conté el hecho de la campera. De su pensamiento hacia sus hijos. Lloramos los dos. No lo vi nunca más”. Staheli se refería a Sergio y Patricia Bacasun, hijos de Miguel, quienes declararon en la audiencia 35 de esta Mega Causa. Miguel continúa desaparecido. Tenía una imprenta en Güemes al 200 y era bibliotecario en los Tribunales bahienses. Fue secuestrado en junio de 1976 en su departamento de calle España y visto por última vez en la Base Naval Puerto Belgrano.

Staheli recordó que también había una mujer y le contó que uno de los tipos la manoseaba. “Le llevaba paquetes de pastillas corazoncitos. Un día ella me dijo: ‘Hoy me dieron con todo. Me picanearon. Me hicieron pelota, estoy con unos dolores terribles. Me dijeron que me iban a dar un pasaporte y que eligiera un país. Elegí Italia’”. Se refería a Zulma Raquel Matzkin que fue secuestrada el 19 de julio del 1976. “Cuando me largaron, leí en La Nueva Provincia que en la calle Catriel fueron abatidos varias personas y estaba esta chica. Eso no fue un enfrentamiento”.

“Gracias a dios que puedo contar estas cosas. Pasaron muchos años pero tuve la oportunidad de decir esto. Dábamos apoyo escolar a ochenta chicos. Nuestra militancia era social. Las directoras nos decían del avance de la clase de apoyo. Muchos pibes venían descalzos. Ahí les traspiraba la ñata y empezaban a pensar. Nunca creí que las ideas puedan implantarse a partir de la fuerza. A nadie lo van a hacer callar por más que le peguen 200 millones de tiros”.

Antes de finalizar su declaración, en el registro audiovisual se escuchó a Staheli expresar algunas de las consecuencias que tuvo su secuestro: “El miedo a que vuelvan lo tuve desde el primer día que me liberaron. Cada vez que se produjo alguna revuelta en el sistema democrático ¿otra vez? Pensaba yo… todo lo que costó, todos los muertos. Otra vez estos tipos haciendo mierda el país. Siempre pensé que iban a volver. Ellos te lo hacían sentir con soberbia: ‘Nosotros estamos siempre’. Que esto nos sirva a todos los argentinos. Este tipo de desencuentros. De haber castigado así a nuestros propios hermanos. De que alguien se sienta dueño de la verdad”.

“Me refugiaba en las canciones que yo sabía. Las cantaba internamente”

En segundo término, se reprodujo el testimonio de Gustavo Darío López quien declaró el 2 de noviembre de 2011, en el marco de la Causa Bayón. López fue secuestrado con otros estudiantes de la ENET Nº1 “César CIPOLLETTI” de Bahía Blanca. El grupo de alumnos fue detenido en distintas fechas entre los meses de diciembre de 1976 y enero de 1977, fueron trasladados al CCDyT “La Escuelita”, donde sufrieron interrogatorios y torturas. Algunos de ellos sufrieron una segunda etapa de cautiverio en el Batallón de Comunicaciones 181, antes de ser liberados.

“Estar 30 días secuestrado y atado, a los 16 años, generó un estado de estrés y confusión interno. Sabiendo que a cada momento nos decían que nos iban a matar. Tortura y simulacros de fusilamiento. Me refugiaba en las canciones que yo sabía. Las cantaba internamente. Reproducía los poemas que sabía. Sentía alivio. Recuperaba algo la humanidad que perdía en ese estado de locura, muerte e inhumanidad”, declaró López.

“Me ataron a un elástico de una cama, me golpearon. Electrodos en las sienes, en los testículos. Por momentos perdí la conciencia. Estaba prohibido hablar y ver. Me sentía como un autómata esperando la muerte o la liberación. Siempre sentí que me iban a matar. Uno aprende la dimensión del dolor. Siempre puede tener una escala más. Nunca pensé que había personas que podía ejercer ese grado de horror, de tratamiento inhumano a una persona. Había un odio latente, creciente y que lo inundaba todo. Las marcas en el cuerpo me remiten a una experiencia muy fuerte, intensa, traumática. Es una experiencia que me acompaño toda la vida más allá de las marcas físicas. De eso no se puede extraer más que dolor”.

Según el testimonio de López, en el CCDyT “La Escuelita” había una mujer embarazada y dos chicas más:“Había dos habitaciones llenas de personas. Una noche, la que estaba embarazada se quejaba, estaba mal. Un guardia dijo: ‘Está con pérdidas’ y se la llevaron. Eso fue en enero de 1977”, detalló el testigo víctima.

“Cuando nos liberaron cerca del cementerio, a los pocos minutos nos detuvo el Ejército. Nos llevaron a una celda al batallón. Estaba recién pintada, con jabón y toalla paraseis personas. Estuvimos una semana ahí. Mis padres vieron a Herrero, el director del colegio, dentro del Batallón de Comunicaciones 181, una de las veces que fueron a pedir por mí. La madre de Sergio Andrés Voitzuk lo reconoció”.

“Al batallón, fue dos veces a visitarnos el padre Aldo Vara. Nos llevó cigarrillos y galletitas. Recuerdo que nos aconsejó que seamos buenos, que sigamos los consejos de nuestros padres, que no vayamos por el sendero descarriado. Nosotros no pedimos asistencia espiritual pero sí le dijimos que hable con nuestros padres. Entendimos que necesitaban limpiarnos, alimentarnos antes de liberarnos y darnos a nuestros padres. Fui liberado el 21 de enero de 1977”.

Sobre la edificación donde funcionó el CCDyT La Escuelita, López contó que conoció a una persona que estuvo en la demolición:“Gustavo Casé, conscripto en 1982. Este chico era compañero de estudio de mi hermano. En democracia me dijo que había estado en la destrucción del lugar”.

A modo de reflexión, antes de finalizar su testimonio, López expresó que en aquellos años se vivió “una política de miedo y terror hacia la población para que luego se replique ese miedo en su comunidad y a través de la instalación de ese horror se pudo llevar adelante consecuencias políticas y económicas. Fue una acción de total inhumanidad con la finalidad de aplicar terror y horror”.

“Quiero agradecer a todos los que hicieron posible este juicio para colaborar con la historia de nuestro país y nuestra ciudad. Agradezco esta oportunidad. Y a todos los que trabajaron estos años y no sesgaron para que esta verdad tenga oportunidad de aparecer”, finalizó López. (14-04-23).

Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba