La flexibilidad laboral no crea más empleo en blanco en Latinoamérica
Juntos por el Cambio impulsa un proyecto de ley para eliminar la indemnización por despido y reemplazarla por un seguro de desempleo. Se trata de una medida para flexibilizar el trabajo. Según el Fraser Institute, un centro de investigación libertario de Canadá, el resarcimiento por cesantía constituye uno de los elementos que agregan rigidez a un contrato laboral: los otros son las regulaciones para contratar y despedir, el establecimiento del salario mínimo, la negociación colectiva, el límite horario a la jornada de trabajo y el modo de reclutamiento. A partir de esos conceptos, el Fraser elabora un índice de regulaciones del mercado laboral en el que 10 puntos indica que un país es muy flexible y cero, que es muy rígido. Lo curioso es que al menos en Latinoamérica los países más flexibles no son los que crean más empleo en blanco sino que en varios casos cuentan con altos índices de trabajo informal y desocupación.
Perú lidera el ranking de flexibilidad, con 6,9 puntos. De todos modos, está 69º en el mundo, sobre un total de 165 países clasificados. Sin embargo, el 67,8% de sus trabajadores (tanto en relación de dependencia como independientes) está en negro y el desempleo alcanza al 7,5%, según los últimos datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La Argentina está novena entre los 18 países evaluados en Latinoamérica por el Fraser. Se ubica 140º en el ranking global, con 5,1 puntos, pero tiene bastante menos trabajo informal (47,9%) aunque más desocupación (10,2%) que Perú.
Después de Perú aparece República Dominicana, con 6,1 puntos, un trabajo en negro del 52,7% y un desempleo del 8%. El podio de la flexibilidad lo completa Costa Rica, con 6 puntos, un empleo no registrado del 38%, pero una desocupación del 18%.
¿Cuáles son los países con más trabajo en blanco de Latinoamérica? Uruguay, con el 22,6% de empleo en negro y un indicador de flexibilidad laboral de 5,9 puntos, el cuarto más alto de la región; Panamá, con 25,7% y Chile, con 27,2%, ambos con 5 puntos, tienen marcos laborales un poco más que rígidos que el de la Argentina.
«No me sorprende que no exista correlación entre flexibilidad, desempleo e informalidad», opina Luis Campos, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA). «Acotar la discusión a la legislación laboral tiene dos implicancias: por un lado, implica un avance sobre las condiciones laborales del 50% que todavía tiene cierta cobertura en materia de derechos sin ningún efecto positivo sobre el resto; por el otro, oculta la necesidad de discutir sobre las causas estructurales que impiden una mayor creación de puestos de trabajo y una formalización de los existentes. Lamentablemente no hay respuestas fáciles: tenés que meterte con la estructura productiva y los problemas que se derivan de un proceso de simplificación y reprimarización de la economía, donde el sector competitivo es capital intensivo, por lo que demanda poca fuerza de trabajo, mientras que los sectores no competitivos sólo pueden subsistir con una fuerte protección, insostenible en el largo plazo, y con bajos salarios, o un dólar alto, lo que es más o menos lo mismo», completa Campos, que en un reciente hilo de Twitter explicó que «en los últimos 13 años la industria de la construcción», donde rige el seguro de desempleo en lugar de la indemnización -tal como propone Juntos por el Cambio para toda la economía-, «no creó más empleos que el resto de las actividades».
Matías Maito, director del centro de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD) de la Universidad de San Martín, advierte de que «no hay evidencia a nivel global ni muchos menos en la Argentina que confirme que a mayor flexibilización laboral mejoren los niveles de empleo y la formalidad». «De hecho, la experiencia reciente en nuestro país podría confirmar lo contrario: en los 90 se avanzó en esquemas de flexibilización y aumentaron el desempleo y la informalidad. En los últimos años, si bien no se aprobaron normas de flexibilización, sí se produjo una flexibilización de hecho y una reducción enorme de costos laborales, el salario perdió 20% de poder adquisitivo, y eso no redundó ni en mayores niveles de empleo ni formalidad sino todo lo contrario. En las últimas décadas, el momento de mayor generación de empleo y descenso más acentuado de la informalidad fue entre 2003 y 2008, cuando se revirtió parte de las normas de flexibilización. Un empresario toma trabajadores si la economía crece, no si los costos laborales son bajos o la mano de obra es flexible. ¿La mejor manera de que la economía crezca es con trabajadores flexibilizados y con salarios bajos? Con flexibilización sólo aumenta la desigualdad y la inestabilidad y empeora la situación de los trabajadores», opina Maito. «En su libro ’23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo’, el economista surcoreano Ha-Joon Chang alerta que en el mundo en nombre de la ‘flexibilidad del mercado laboral’ se ha desestabilizado el empleo y con él, muchas vidas», dice.
Puesto como ejemplo por la oposición, el jefe de la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA), Gerardo Martínez, admite que «en el mundo el auge de la deslocalización del trabajo, el poder corporativo de las empresas transnacionales, la tercerización y las formas atípicas de empleos en sus formas más contemporáneas, como en las economías de plataformas, interpelan el modelo industrial de pleno empleo caracterizado por la relación de dependencia clásica». Martínez analizó los datos de trabajo informal y desempleo de Latinoamérica: «Se observaría la independencia de estos indicadores de los mayores o menores niveles de regulaciones nacionales. Durante los 90 en la Argentina se produjeron desregulaciones en el comercio, la industria y el Estado, así como reformas en la Seguridad Social que implicaron una reducción de los aportes patronales, que, lejos de redundar en la baja de la tasa de desempleo, la duplicaron. El abordaje riguroso de la problemática de la calidad de empleo requiere de políticas que permitan la expansión de la frontera productiva, aumento de la demanda agregada, sin que esto suponga una solución a partir de la eliminación de derechos de los trabajadores». Martínez, delegado de la CGT ante la OIT, recuerda que en 2019, cuando se cumplieron 100 años de este organismo internacional, se acordó allí que sus tres objetivos centrales fueran los aumentos de las inversiones en «las capacidades de las personas, en las instituciones del trabajo y en el trabajo decente y sostenible».
En el Ministerio de Trabajo, que conduce Claudio Moroni, se limitaron a criticar el índice del Fraser Institute por «problemas metodológicos» y no analizaron su impacto en el empleo en Latinoamérica. Cuestionaron que ese think tank valorara como positivo la máxima duración de los contratos temporarios, su utilización para actividades regulares o que los pasantes o los jóvenes que debuten en el mercado de trabajo reciban menos que un salario mínimo, lo que, según Trabajo, «atenta contra el principio de la OIT acerca de ‘igual paga para igual tarea'». elDiarioAR también consultó por la relación entre el indicador de Fraser y los datos de empleo informal y desocupación en la región al senador Martín Lousteau, autor del proyecto de ley que elimina la indemnización, y al presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), el abogado laboralista Daniel Funes de Rioja, pero no obtuvo respuesta. (elDiarioAR). (14-10-21).