Télam duele

Por Pablo Javier Marcó

La semana pasada se produjo un hecho que quedó eclipsado en parte por la victoria de la Selección a Nigeria en el Mundial. También por la deliberada omisión (o justificación) de los medios más concentrados del país. Se trata del despido masivo de centenares de trabajadores de planta de Télam, la agencia oficial de noticias.

“Hemos decidido desvincular a empleados que no responden al perfil”, argumentó el directorio de la agencia de noticias estatal, en un cable en el que daba cuenta de los despidos masivos y que llamativa y cínicamente se tituló “La agencia Télam tiene futuro”.

Hernán Lombardi, el funcionario macrista a cargo del Sistema de Medios, fue más lejos y disparó una frase cargada de cinismo: “Hoy ganó el periodismo”. Lo dijo después de haber echado a más de 300 periodistas. Lamentable el papel que está desempeñando este personaje, no sólo en intento de disciplinamiento de los trabajadores o la liquidación de la agencia estatal, sino también en los feroces ajustes y el desguace de otros medios del Estado.

Horas después del comentario de Lombardi, el presidente de Télam confirmó que los 354 despidos informados desde responden a razones ideológicas, algo terminantemente prohibido por la legislación nacional. “Hubo un núcleo duro que decidió mantenerse con un perfil muy ideológico», afirmó Rodolfo Pousá, justificando la persecución ideológica.

En medio de la conmoción por las cesantías, en el marco del llamado “plan de reestructuración” por el Gobierno, el presidente de la agencia de noticias intentó justificar el 40 por ciento de ajuste en la planta de trabajadores. «Nuestro objetivo es profesionalizar la agencia. Hubo un núcleo duro que no se sumó a esto y que decidió mantenerse con un perfil muy ideológico», afirmó Pousá, en declaración a Radio Berlín.

Entre los despedidos, hay muchos que tenían entre 20 y hasta 35 años de probada calidad profesional en la agencia. E hicieron su trabajo durante distintos gobiernos.

Vaya, a la distancia, mi acompañamiento a la lucha de los trabajadores de prensa ante esta ola de despidos masivos, acallamiento de voces y otras medidas que atentan contra la libertad de expresión y pluralidad de voces de nuestra democracia.

En la edición de este domingo del diario La Nación, Pablo Sirvén escribió: «Los despidos actuales alcanzan al 40% del personal: es mucho más que una mera purga de los militantes K ya que abarca tendencias ideológicas y situaciones personales, profesionales y de antigüedad en la empresa de lo más variadas. Fue el siguiente paso de un fallido plan de retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas que se había puesto en marcha, pero que se vio abruptamente interrumpido cuando Hacienda no garantizó los fondos correspondientes para respaldarlo durante los próximos cinco años…».

Nadie puede decir que La Nación y Sirvén son furiosos antimacristas ni, mucho menos, defensores del anterior gobierno.

«La presente amputación, claramente más dolorosa en sus formas, acentuada por declaraciones y comunicaciones de funcionarios que demostraron muy poco tacto en circunstancias tan delicadas, implica una drástica reducción de la superpoblada empresa estatal. Se produce en un momento social y político mucho más complicado, con un gobierno que exige a sus ministros, sí o sí, recortar gastos para bajar el inmenso déficit fiscal y cumplir con el programa acordado con el Fondo Monetario Internacional…», agregó Sirvén.

El descontento, la impotencia y la tristeza de muchos trabajadores de la agencia se hizo sentir en las redes sociales tras recibir una carta documento en la que se puede leer: en virtud de la reestructuración general que se lleva a cabo en esa sociedad se le notifica que queda despedido a partir del día de la fecha.

«Mis hijos lloran con el gol de Rojo (a Nigeria), yo porque no sé cómo decirles que me echaron de Télam después de 22 años”, escribió en Twitter Carlos Nis.

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