Política

Peronismo Py: la huida de Alberto y los límites de Cristina

Nota de Pablo Ibañez en Cenital

Cristina Kirchner desayunó con su hijo Máximo en su casa en el barrio de Constitución antes de partir a Comodoro Py a testimoniar en el juicio por el intento de homicidio en su contra, del cual se cumplirán dos años el próximo 1° de septiembre. El azar –los fan de las conspiraciones podrán especular– hizo que en el mismo momento, en Comodoro Py, se ultimara el escrito que imputó a Alberto Fernández por lesiones graves y amenazas contra Fabiola Yañez, su expareja.

En un extraño e insólito destino, los compañeros de la fórmula del Frente de Todos (FdT) que cinco años atrás reinstaló al peronismo en el poder confluyeron, con cinco pisos de diferencia y en roles antagónicos –una víctima, el otro victimario–, en ese edificio emblema del poder y las oscuridades de la Justicia Federal. Algo dice que una doble postal del peronismo en crisis se registra en ese territorio en disputa.

En medio de esta convulsión, Fernández renunció de forma definitiva e indeclinable a su cargo como presidente del PJ nacional.

En Py hubo varios diputados de UxP pero no estuvo Máximo, que de la casa de su madre partió al Congreso. Esa ausencia impidió una imagen que se volvió difusa y que simboliza otros ruidos: la del diputado y presidente del PJ bonaerense junto a Axel Kicillof. El gobernador y el legislador protagonizan de larga data una disputa intensa en el corazón del kirchnerismo. Es uno de los anillos de la crisis múltiple del panperonismo.

El escándalo de Fernández tras la denuncia de Yañez aceleró una implosión que viene desde hace mucho tiempo: el FdT, ahora rebautizado UxP, estalló en la semana post derrota en las legislativas del 2021, pero la cosa venía de antes. El vínculo político y personal entre los Fernández se volvió irrecuperable, aunque tuvo un período de tregua, breve, motivado por la pulsión de retener el poder con la candidatura de Sergio Massa.

Los límites
Fernández unificó, en la crítica o el silencio (más silencio que crítica), a prácticamente todo lo que alguna vez fue el FdT. Cristina, en cambio, no logró atravesar en el respaldo las fronteras de La Cámpora y del peronismo del conurbano. Se perfilan, ahí, los dos límites del peronismo: las dificultades para unificarse hacia adentro y la imposibilidad, manifiesta, para crecer más allá de sus propios márgenes.

Ocurre en el Congreso. UxP había celebrado, quizá demasiado rápido, que dejaba de ser la mancha venenosa, pero no: le cuesta construir alianzas y cuando lo logra los términos no escritos son de ir detrás de lo que dispongan otros espacios. Fracasó, este miércoles, en juntar votos para poner a discutir una posible sanción a los diputados libertarios que fueron a la cárcel de Ezeiza a verse y charlar con genocidas presos, entre ellos Alfredo Astiz. El caso Fernández-Yáñez, sin tener efecto directo, aparece como una factor adicional que obtura los acuerdos de UxP con otros sectores.

Otra opción es resignarse a ir detrás de otros bloques. Hoy puede ser parte, con opositores habitualmente amigables, el socialismo y sectores de la UCR, del rechazo al DNU que dispone fondos reservados por 100 mil millones de pesos para la SIDE. Ayer, Nicolás Massot, uno de los que empuja el rechazo, contó 132 votos, un margen ajustado, en el que excluyó a los radicales ligados a Emiliano Yacobitti, cuyo apoyo ponían en duda. Ese sector del radicalismo empuja, como prioridad, una ley que garantice el financiamiento universitario.

Fracturas y cismas
En el Senado, el goteo peronista se puede agravar: a la fractura definitiva con Carlos “Camau” Espínola y Edgardo “Turco” Kueider se puede sumar un mini cisma protagonizado por el catamarqueño Guillermo Andrada para confluir en un bloque “amigable”, con perfil federal, patrocinado por el gobernador de Chubut, “Nacho” Torres. El chubutense charló de ese armado con Santiago Caputo y Guillermo Francos, y aspira, con la suma de algún radical y de los dos misioneros, a constituir el tercer bloque más numeroso.

Javier Milei puede, a priori, celebrar este nacimiento si le permite reducir el poder de fuego del peronismo. Si en Diputados la prueba de fuego es el DNU de los fondos reservados (que anoche se caía), en el Senado es la aprobación de la nueva fórmula jubilatoria que aumenta, de manera retroactiva, 8% los haberes. Hace diez días, la cuenta era sobre los votos que faltaban para llegar a los 2/3 que impiden que Milei la vete. En estas horas, ese número parecía inalcanzable y el contexto de indignación por la denuncia contra Fernández podría volver menos gravoso el costo político de un eventual veto presidencial.

Martín Menem espera, en la Cámara baja, una fractura que no parece estar en los planes de nadie. Son pocos los peronistas que “la ven”: el más visible fue Daniel Scioli. Está, ahí, Osvaldo Jaldo y coquetea con el salto olímpico Raúl Jalil, aunque en Catamarca convive con bastante armonía con Lucía Corpacci, quien tiene el control de un pedazo grande del peronismo local. Corpacci, vice del PJ nacional, piensa como lo que alguna vez fue, gobernadora, y acepta el zigzageo de Jalil si eso sirve para lograr cosas para su provincia.

El sillón del peronismo
Hay otras derivadas. El martes, el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, fue el anfitrión de una cumbre de mandatarios del norte. Estuvieron nueve de los diez: faltó el tucumano Jaldo. Quintela y el formoseño Gildo Insfrán –con quien, Santiago Caputo estaría buscando un nexo- son los dos jefes territoriales con posturas públicas más críticas contra Milei. Se topan con una dificultad: el grueso de los mandatarios son menos fervorosos, más por tener coincidencias con Milei, que por temerle a las consecuencias.

Esto sucede a pesar de que cada una de las promesas que hizo la Casa Rosada, algunas de ellas incluso presentes en la Ley Bases, no se cumplieron hasta acá. El riojano propuso dejar de “hacer catarsis” y reclamar con más dureza al Gobierno. Se prometieron hacerlo pero cada uno por su lado. Quintela empezó, en paralelo, una carrera para tratar de presidir el PJ nacional que debe elegir autoridades el 17 de noviembre. El acto de jura de la Constitución, en La Rioja, el viernes pasado, estuvo precedido por un rumor: se sabía que Quintela jugaba esa carta y desde CABA se hizo circular la versión, minimizada en La Cámpora, de que “Wado” De Pedro se postulaba para ese mismo sillón.

El riojano charló, en estos días, con Cristina. La había invitado al acto de La Rioja, donde estuvo Kicillof, en un gesto de peso simbólico. Al bonaerense no le importa el partido, el nacional al menos, pero autoriza el forcejeo de otros dirigentes para tratar de presidir el PJ de la provincia, que ahora está en manos de Máximo. Cristina, recién llegada de México, se disculpó: fue Oscar Parrilli, cuya presencia se lee como una extensión de la expresidenta.

En el ecosistema peronista, golpeados por lo de Fernández, ponen todas las fichas a un dato: el deterioro en la imagen de Milei que creen irreversible frente a una política económica que tiene, como regla principal, la depresión económica. La baja de la inflación, que se ralentiza, deja lugar a otras demandas, incluso de los sectores que votaron a Milei. Un focus de Proyección entre votantes libertarios de menos de 29 años muestra que, aunque hay expectativa con el presidente, aumenta la incertidumbre sobre la economía y aparecen quejas por la dificultad para conseguir trabajo o mejorar la calidad del trabajo. Hay una línea muy interesante: apuestan a que Milei los proteja frente a los abusos de sus jefes.

Enfrente, lo que no parece perder solidez es el rechazo a Milei. Un informe de Pulsar UBA aporta un dato que, en diagonal, puede leerse como pista de por qué hay un universo que rechaza, sin matices, al presidente libertario. En cuestiones puntuales como la seguridad, los votantes de identidad peronista tienen una postura claramente diferente a los votantes de LLA y de JxC que son casi idénticos entre sí. Esa identidad, ideológica o cultural, está enfrente de Milei y busca quien le hable. (18-08-24).

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