Policiales

La política de las emociones

Nota de Ricardo Aronskind en El cohete a la Luna

El mundo no se terminó con la aprobación en el Senado de la ley Bases, ni se acabó por la planificada represión a la manifestación popular llevada a cabo ese día.

Nuevas vueltas legislativas y legales aguardan a esa mega ley de las corporaciones, pero muchos de sus efectos, incluso en el caso de aprobarse, no alterarán en forma significativa la marcha de la actual gestión macroeconómica, que está mostrando –como señalamos antes de la aprobación de la ley– síntomas de descomposición.

Varios datos de los últimos días confirman un sendero marcadamente descendente en materia de actividad económica, con señales claras de próximo rebote inflacionario y con muy fuertes tensiones cambiarias en el horizonte cercano.

En un informe de la Unión Industrial Argentina (UIA), dado a conocer en la semana pasada, surgen datos de la economía real difíciles de disimular. Los despachos de cemento se contrajeron en mayo un 27%, en comparación con igual mes del año pasado. La producción de automóviles cayó un 28%. El patentamiento de maquinaria agrícola se contrajo un 23%, a pesar de la mejora en la cosecha de este año.

Para el total de la actividad industrial, el acumulado hasta abril de este año refleja una caída del 14,2% en comparación con el difícil año albertista.

La UIA resalta el siguiente dato para abril: el 53% de las empresas tuvo caídas de la producción, el 60% en las ventas, el 37% en las exportaciones y el 24% en el empleo. Por lo que han declarado algunos industriales pymes, de persistir la actual contracción del mercado interno deberán ingresar a una etapa de mayores despidos, ya que no podrán sostener una planta de trabajadores que estaba adaptada a un nivel mayor de actividad económica y de ventas. Finalmente, la UIA indica que la utilización de la capacidad instalada industrial en abril de este año es de sólo el 56% del total.

Pero no es sólo la actividad industrial, golpeada por el desplome de los ingresos de la mayoría de la población. En mayo se registró una potente caída del turismo receptivo.

Según especialistas, se trata de los peores resultados de las últimas dos décadas, ya que la cantidad de turistas provenientes del exterior se contrajo en un 30% en el último año. La Dirección Nacional de Migraciones registró que durante mayo habrían llegado al país 357.408 turistas del exterior, lo que representaría una caída del 30% en relación a mayo del 2023, cuando arribaron 510.635 personas.

Según los registros de ingresos, la contracción de los visitantes del exterior se concentraría especialmente en aquellos provenientes de Chile y Uruguay. En realidad no debería sorprendernos un resultado tan malo, ya que hemos señalado que la Argentina, debido a la política del tándem Milei-Caputo, está registrando aumentos de precios muy significativos en dólares, que complican la vida a los turistas de ingresos medios. La combinación de la eliminación de incentivos al turismo proveniente del exterior, que existían en la gestión anterior, y la grave inflación de precios en dólares explica este nuevo escenario.

Para completar un panorama caracterizado por una agresión estructural al mercado interno nacional, los supermercados registraron en el primer cuatrimestre del año una caída interanual de las ventas, en términos reales, del 17,6%.

El dólar, cada día más verde

La tensión en torno al tema cambiario crece cada día, debido a obvias razones: el gobierno está completamente jugado a no devaluar para consolidar un sendero de “des-inflación” que le dé alguna popularidad basada en hechos, pero todo el mundo sabe que no está consiguiendo dólares ni prestados desde el exterior, ni vendidos por los exportadores locales.

Por lo tanto, es mucho más probable que el tipo de cambio oficial vaya del actual 2% mensual preanunciado y fijo, hacia incrementos mensuales alineados con los valores reclamados por el sector privado exportador, y no a la inversa, como pretende Luis Caputo.

En un documentado análisis sobre la situación del sector externo publicado en Ámbito Financiero, Alejandro Vanoli, ex presidente del Banco Central, señaló las debilidades cambiarias del gobierno de Milei en función de la meta declarada de “abrir el cepo”, o sea, volver a vender dólares a todo el mundo, con “libertad”.

Vanoli señala cómo, hasta el mes de mayo de este año, “el superávit comercial se mantiene por la caída en las importaciones, pero principalmente por la caída en el pago de importaciones (es decir, con el endeudamiento comercial de las firmas importadoras)”. Por el lado de las exportaciones de cereales y oleaginosas, el artículo muestra un dato inquietante proveniente de las cámaras sectoriales: “El acumulado del año (de ingresos por exportaciones del complejo agroindustrial), alcanzando los U$S 9.045 millones, es un 4% inferior que el de 2023, año de fuerte sequía, y bastante menor que los valores de 2021 y 2022”.

Uno de los errores políticos graves del gobierno de Alberto Fernández fue no haber puesto de manifiesto con toda claridad, ante la opinión pública, la gravedad del evento climático que afectó tanto a la producción agraria como a las exportaciones y a la propia recaudación tributaria del gobierno nacional. Ahora, sin sequía, el gobierno ultra liberal y adorador del mercado de Javier Milei está sufriendo una “sequía” de dólares provocada por la falta de voluntad de liquidar las divisas por parte de un sector que no acepta la actual cotización de la divisa.

Vanoli señala que está creciendo rápidamente la deuda en dólares del BCRA, por la emisión de BOPREAL, nuevos títulos creados por Caputo-Bausili que están siendo utilizados por las empresas para cancelar deudas con el exterior y también remitir utilidades.

Esto contradice la afirmación mileísta de que están “limpiando de deudas al BCRA”. Vanoli aporta un dato sorprendente: “El tipo de cambio (oficial) hoy está un 12% por debajo del de fines de 2015”, es decir que Cristina Kirchner terminó su gestión presidencial con un tipo de cambio oficial más competitivo que el que tiene actualmente el gobierno libertario.

“Las dudas están puestas en la velocidad de la apreciación (del tipo de cambio oficial), en un contexto donde un salto cambiario podría agravar la situación macroeconómica mediante sus efectos contractivos e inflacionarios. No obstante, el gobierno ratificó recientemente el ritmo de depreciación del 2% y el actual régimen cambiario”, señala el análisis.

Es interesante contrastar estos datos con la actitud oficial: el gobierno festejó la inflación de mayo del 4,2% –probablemente el mayor logro inflacionario de toda la gestión del actual ministro Caputo, ya que en junio los valores de la inflación serán mayores–. Sin embargo, en términos de retraso cambiario, dada la pauta devaluatoria fija del 2% mensual, el tipo de cambio real ¡se atrasó en otro 2,2%!, lo que indudablemente no aportará a que el sector exportador tienda a liquidar las divisas que está obteniendo en el comercio exterior y por lo tanto acrecentará la expectativa devaluatoria.

Vanoli entiende que “una liberación del mercado cambiario (salir del cepo, en la jerga de la derecha económica) requiere no menos de los U$S 15.000 millones adicionales en las reservas que estimó el gobierno”. Pero advierte que de darse algún tipo de reactivación o de mejora en los ingresos de ciertas franjas poblacionales, la demanda de dólares podría ser mayor, así como la demanda de dólares para importaciones.

En el mismo terreno de falta de solidez de los supuestos logros gubernamentales aparece el problema fiscal, en términos muy concretos. A la población argentina, a los jubilados, se los puede ningunear y amedrentar para sostener el ficticio superávit fiscal. Pero no así a las grandes empresas, sobre todo cuando son extranjeras.

Es lo que está detrás de lo ocurrido 13 de junio, cuando las empresas generadoras de electricidad efectuaron un nuevo reclamo al gobierno, esta vez por no cumplir el acuerdo firmado recientemente por la deuda de Cammesa. En ese acuerdo las empresas habían aceptado una reprogramación de la deuda gubernamental, implementada con un bono en dólares a 2038, con una quita implícita adicional. En una carta enviada a Luis Caputo, señalaron que “en el día de hoy (13 de junio) sólo hemos cobrado el 35,29% de la transacción del mes de abril 2024, apartándose fuertemente del compromiso asumido y quedando también aún pendiente de pago las cuotas del Fondo para inversiones necesarias que permitan incrementar la oferta de energía eléctrica en el mercado eléctrico mayorista (FONINVEMEM) correspondientes a los vencimientos de mayo y junio de 2024″.

El FMI amigo y enemigo

Como acabamos de ver, no hay ninguna mejora real en la cobertura de reservas.

El FMI, muy comprometido y observado por el desastre que hicieron durante la gestión de Lagarde/Macri, ve con simpatía el ajuste mileísta, pero teme por sus efectos sociales y su falta de solidez política.

En una declaración reciente sobre el caso argentino, señaló: “El directorio enfatizó que para mantener los sólidos avances se requiere mejorar la calidad del ajuste fiscal, iniciar pasos hacia un marco mejorado de política monetaria y cambiaria, e implementar la agenda estructural. También será necesario proseguir los esfuerzos para apoyar a los más vulnerables, ampliar el apoyo político y garantizar una implementación ágil de las políticas”.

Gita Gopinath, la primera subdirectora gerente y presidenta interina del directorio del FMI, luego de elogiar al gobierno por los logros en materia fiscal e inflacionaria, mandó un mensaje claro, a pesar del lenguaje particularmente opaco del organismo. En síntesis, reclamó una política monetaria más contractiva, con tasas de interés positivas “para sostener la demanda de pesos y seguir reduciendo la inflación, una política cambiaria “más flexible” (mayor devaluación oficial) para “salvaguardar la desinflación y el proceso de acumulación de reservas” y aumentos de tarifas (o sea, reducción de subsidios públicos) para consolidar el ajuste fiscal.

El FMI, luego de la última revisión de metas del acuerdo vigente, le concedió al gobierno 800 millones de dólares para fortalecer las escasas reservas, y seguramente esperarán para avanzar hacia un nuevo acuerdo a que el gobierno tome las medidas solicitadas “para seguir afianzando el proceso de desinflación y mejorar aún más la cobertura de reservas”.

El FMI miente y disimula sobre el verdadero estado de la situación –muy comprometida en términos macroeconómicos– porque acompaña la filosofía neoliberal subdesarrollante del actual gobierno, pero prudentemente no arriesga fondos significativos para apuntalar el experimento conducido por un experto timbero.

La represión como política y experimento

Es importante tomarse en serio la precariedad económica del gobierno, que sólo puede agravarse en los próximos meses generando mayor impugnación social y política, para enmarcar el aventurerismo antidemocrático iniciado a partir de la manifestación pública en ocasión del tratamiento en el Senado de la ley Bases.

Es evidente que inventar una ficción sobre un “golpe de Estado” o el “asalto al Parlamento” sólo tiene sentido como intento de amedrentar y disuadir la movilización popular. Afortunadamente nos habíamos acostumbrado en las últimas décadas a manifestar sin mayores inconvenientes, y ya habían quedado atrás las precauciones características de los gobiernos dictatoriales.

Pero la actual aventura política, apañada por el gran capital local y las potencias occidentales, muy audaz en sus metas refundacionales en pos de una situación abiertamente neo-colonial, requiere de un nivel de agresividad consistente con el daño que se le está provocando a la mayoría del país.

Las detenciones al azar, las acusaciones insólitas y arbitrarias realizadas por la Justicia armada por el macrismo, y el tiempo desmedido tomado por la jueza para terminar rápidamente con la patraña urdida desde el Poder Ejecutivo, hablan de un aparato institucional que no garantiza las libertades personales y los derechos básicos establecidos por la Constitución.

La débil contestación del sistema político frente a estos hechos aberrantes propiciados desde el Estado muestra un espectáculo de sometimiento parlamentario a las necesidades de los poderes fácticos, tanto en el plano de la aprobación de sus leyes de negocios como en la no condena a los atropellos a las conquistas democráticas.

El ancho camino del centro está tan en silencio que pareciera adherir a la agresividad autoritaria del gobierno de Javier Milei.

La derecha realmente existente se muestra en toda su verdad: no le interesa ni la democracia, ni la República. Con concretar los negocios corporativos le basta y sobra.

Pero ni la ley Bases, ni el RIGI, ni la persecución autoritaria de Bullrich & asociados son datos inamovibles.

Las patas de barro del actual modelo económico social son mucho más definitorias del escenario próximo que cualquier campaña de acción psicológica, tanto triunfalista como amedrentadora, de la actual gestión.

Por lo tanto, la clave política de la hora reside en la consistencia intelectual, política y anímica del campo popular. (27-06-24).

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