El lado B de Fer Zurbriggen: «Me siento mucho más que un basquetbolista»
Nueva figura de la Liga, el base cuenta cómo se propuso volver a la Selección pero sobre todo de sus inquietudes: estudio universitario –¡hasta trajo los libros a la concentración y rendirá examen!-, lectura, cocina, música y familia. "Todo me ayuda a ser mejor jugador", explica.
POR JULIÁN MOZO / JEFE DE PRENSA DE LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA DE BÁSQUETBOL
“El básquet es mi prioridad, un deporte hermoso, un juego que me transmite sensaciones únicas y que hasta me ayudó en mi formación, pero yo soy mucho más que un jugador… Soy muy curioso, me gustan muchas cosas, me encanta aprender y prepararme para lo que viene aunque tenga 23 años”. Fernando Zurbriggen impacta más allá de la cancha. Por su locuacidad, carisma, energía, madurez y hasta por sus numerosas inquietudes. El santafesino se recibió en diciembre de profe de Educación Física con el mejor promedio del Instituto Obras Sanitarias (9.15) y ahora sigue con la Licenciatura de EF y Gestión, es un amante ecléctico de la música hasta el punto que toca la armónica y piensa seguir con el teclado, hace yoga, medita y lee bastante, además de ser extremadamente familiero. En esta nota con Prensa CABB vas a conocer el lado B de este base que brilló en el comienzo de la Liga Nacional (líder en valoración con 29.2 y asistencias, con 5.4, además de tercer goleador con 19.4) y volvió a la Selección Mayor como se propuso durante la pandemia.
Criado entre un pueblo (Zenón Pereyra) y la capital santafesina, surgido del club Banco Provincia, este chico de ascendencia suizo-alemana llegó a Obras a los 16 y a la Selección a los 17, cuando fue al Mundial U17 en Dubai con Silvio Santander como DT. Luego, en 2015, estuvo en el Mundial U19 en Grecia y a la Mayor arribó en 2018, como sparring. En el 2019 estuvo en la concentración y disputó el 3×3 en los Panamericanos. “Estar en la Mayor fue mi gran objetivo de estos meses, quise aprovechar la cuarentena para mejorar lo que sabía que necesitaba, básicamente dos cosas. Lo primero, el entendimiento del juego, que me faltaba. Identificar los momentos en los cuales acelerar y en los cuales parar, saber cuándo era para mí y cuándo para otros. Vi muchos videos, míos y de otros jugadores como referencia, en especial de Facu (Campazzo), quien ya tiene un master en administrar su alta intensidad y lucidez mental para donde orientar el juego. Y me puso muy feliz, en este comienzo de la Liga, ver que me había servido, que podía ver cuando pasar o generar yo. Y esa lectura me llevó a mejorar lo segundo, el tiro. Administrar mejor los ritmos me levantó la eficacia: de un 21% en triples pasé al 50%”, explica.
La convocatoria, entonces, no lo sorprendió pero sí lo hizo explotar de felicidad. “Estoy inmensamente contento, disfrutando hasta las comidas. Sabía que estaba en el radar y tenía la expectativa, pero cuando te lo dicen es distinto… Cuando corté el teléfono, dije ‘guau, lo logré’ y lo disfruté mucho íntimamente. Es un premio al esfuerzo. Pero no es un punto de llegada. Es una motivación enorme para seguir así”, admite quien espera con ansias su debut de este viernes, a las 21.10 en Obras, ante Chile (el sábado es con Colombia) por la clasificación a la Americup 2022. Pero, claro, inquieto como es, la pandemia lo ayudó mucho más que para mejorar su juego. “Realmente me vino muy bien y la aproveché a full. Hice otras cosas para digerir la ansiedad no de estar en la cancha”, reconoce.
-Me dijeron que progresaste mucho en la cocina.
-(se ríe) Es verdad. Mejoré mucho el arte culinario, en especial en materia pescados, mariscos, condimentos… Me defiendo. Soy cocinero social sólo en el asado a la estaca, en Santa Fe. Como cheff privado soy de los platos gourmet. Mi especialidad es el risotto de verduras, con camarones a las finas hierbas.
-También sos de leer bastante, me dijeron.
-Sí, soy lector de psicoanálisis y autoayuda, por caso.
-¿Por gusto o para aprovechar en tu profesión?
-Ambos. Soy curioso por naturaleza. Me gusta saber más: cómo se maneja las emociones, los tiempos de concentración, el tema de la transmisión de energías y el aprender a dosificar energías. Por eso hago yoga, meditación. Porque soy alguien que vive desparramando energía (se ríe).
-Me hablaron de tu pasión por la música.
-Sí, lo que más me gusta de la música es que me transmite emociones y esta cuarentena la usé para alimentarme. Por ejemplo, escuchar Los Palmeras me traslada a mi Santa Fe. Voy eligiendo los momentos para ver qué escucho. A la mañana tal vez prefiero la música clásica, cuando quiero estar más zen pongo algo de meditación, cuando quiero energía algo de rock pesado. Y, cuando cocino, electrónica. Cuando estoy en grupo y quiero levantar, pueden ser los Palmeras y Leo Mattioli…
-Con tanta cultura musical podés ser el DJ de esta Selección.
-No, no. DJ no. Yo con lo mío, con auriculares, para no molestar. Por ahí puedo reclamar un tema, pero no más que eso.
-Me dijeron que tocás la armónica. ¿Cómo es eso?
-Mi familia tiene una fuerte ligazón con la música. Mi vieja María Rosa toca el acordeón y mi hermano mayor, Fede, el clarinete, incluso en la Sinfónica de Santa Fe. Yo estudié música dos años a los 11/12 y un día le dije a mi vieja que me gustaba la armónica. Y ella me regaló una. Así empecé, con tutoriales en Youtube y luego de caradura nomás…
-¿Y tocás bien? Queremos escucharte.
-No se puede (se ríe). Hay un tema personal que no me lo permite. Sólo toco en el seno familiar y todos saben que nadie puede grabarme. ¿Si soy bueno? Perseverante, podemos decir (se ríe), como en el básquet. Y siempre yendo por más. Cuando me reciba de Licenciado, me compró un teclado y arranco. Es lo que tengo pendiente.
-Hablando de tu familia, me contaron que sos muy apegado.
-Es verdad. Disfruto mucho del tiempo con mi familia. Lo que no puedo compartir físicamente, lo comparto virtualmente. Intento que mi familia esté presente en momentos tristes y alegres. Es un pilar fundamental.
-Imagino que también habrás aprovechado la cuarentena para avanzar con el estudio.
-Sí, ya venía bien pero mejoré más el rendimiento académico.
-¿Y cómo es mejorar el rendimiento luego de haber tenido el mejor promedio del Instituto Obras, entre unos 250 alumnos?
-(Se ríe) Sí, me fue bien en la carrera. Terminé con 9.15 puntos. Pude encontrarle la vuelta a los faltazos lógicos de un atleta de alto rendimiento. La institución lo comprendió y yo aproveché en los viajes y concentraciones para meterle horas de lectura y estudio.
-Hasta te trajiste apuntes a esta concentración de la Selección.
-Sí, claro porque rindo un examen durante la concentración. Además, me gusta. Tengo un nivel alto de curiosidad y a veces hasta me gusta leer cosas que no tienen que ver con mi carrera. Me encanta saber el funcionamiento de las cosas, también soy muy preguntón… Y, además, estudiar me ayuda, no sólo aplicando lo de mi carrera académica a la de deportista sino porque además mentalmente me despeja.
-Pero no parás con el estudio. Ahora estás haciendo la licenciatura de Educación Física y Gestión.
-Sí, me propuse seguir con esta carrera de grado que dura 24 meses y yo me propuse terminarla en 16. Quería, luego del profesorado, inclinarme por la parte de gestión, la administración de recursos, la organización…
-Pero me hablás como alguien que va a ejercer mañana.
-No (se ríe). Mi prioridad es el básquet y mi expectativa es jugar en Europa. Las otras actividades complementan mi carrera como atleta. Pero una cosa no quita la otra. Entre los deportistas modernos se normalizó el estudiar. Acá, por caso, en la Selección: Javi Saiz estudia, Lautaro (Berra) y Agustín (Caffaro), lo mismo. Son ejemplos que demuestran que el alto rendimiento y el alto nivel académico pueden ir de la mano, que se puede estudiar y jugar a este nivel. No es necesario hacer una carrera en cinco años. Pero se puede hacerla, aunque sea en 8/10. Se puede. Y te ayuda. Te brinda un equilibrio emocional y psicológico que sirve para la vida.
-Me dijeron que tenés mucho carisma y llegada a los niños.
-Soy un jugador que siempre que tiene un tiempito, comparte con los más chicos. Me hubiese gustado, cuando yo era chico, haber tenido un mayor acceso a jugadores profesionales y no me olvido… Por eso, en Obras, que es mi casa, siempre trato de robarle una sonrisa a un nene, explicarle todo lo que pasa en la cancha no es tan importante, que el básquet es un juego… Me gusta ese lado docente.
-Entonces, en el futuro, ¿te ves haciendo docencia?
-En clubes, pero no escuelas. La docencia formal no me gusta tanto. Me veo más coordinando o administrando actividades. Pero bueno, por ahora, estoy acá, en la Selección, cumpliendo un sueño y disfrutando del básquet. Y no hay nada más hermoso que eso. (27/11/20).