“La necesidad humana de compartir cosas es evidente”, decía la escritora Carmen Martín Gaite. Ahora, más allá de la literatura, un estudio de la Universidad de Brigham Young en Utah demostró que dejar esa necesidad insatisfecha tiene incluso una notable y negativa repercusión en la salud. Y es que numéricamente hablando la soledad –que no es un problema exclusivo de la gente mayor– mata a más personas que la obesidad. Según los investigadores, la soledad y el aislamiento social pueden aumentar el riesgo de muerte prematura hasta en un 50%.
El grupo de investigadores norteamericanos analizó más de 218 estudios sobre los efectos del aislamiento social que actualmente sufren más de cuatro millones de personas. De estas, según la asociación Mental Health Foundation, aquellas que tienen entre 18 y 34 años afirman sentirse más solas que los que superan los 50. El problema, por tanto, puede empezar a tratarse desde la adolescencia, que es cuando se establecen gran parte de las relaciones sociales.
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De hecho, el año pasado la Universidad de Harvard publicó un artículo en el que se explicaba que no tener amigos en la juventud incrementa los niveles de fibrinógeno, la proteína que se encarga de coagular la sangre. Una cantidad excesiva de esta proteína aumenta la presión sanguínea y los depósitos de grasa en las arterias, lo que, a largo plazo, puede acabar causando un infarto.
En ese “no tener amigos” se incluyen también los virtuales. Es decir, los que nos siguen o no en las redes sociales. Según un estudio presentado en la reunión anual de la American Psychological Association, la gente que cuenta con sólo cinco amistades en Facebook o Instagram, tiene un 20% más elevados los niveles de fibrinógeno que aquellos que tienen más de 25.
Los investigadores no se quedaron en un mero análisis de la situación, sino que recomendaron ciertas medidas para que la muerte prematura causada por la soledad no llegue a convertirse en un problema aún mayor. Es por eso que el profesor al cargo de la investigación, el doctor Julianne Holt-Lunstad, propuso que los colegios de todo el mundo incluyan sesiones para que los más jóvenes aprendan a construir relaciones sociales significativas, que son clave tanto para la felicidad como para la salud. (Fuente: La Vanguardia).
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