La Región

Gabriel Claverie: “Volver a la vida fue potente”

En el juicio conocido como Mega Causa Zona V se ventilan delitos contra la humanidad perpetrados por el V Cuerpo de Ejército, cuya jurisdicción abarcaba el sur de la provincia de Buenos Aires, La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.

En la decimosexta audiencia se escuchó el testimonio de Gabriel Alberto Claverie, trabajador agrícola del partido bonaerense de Coronel Dorrego, secuestrado el 25 de septiembre de 1976, en el marco de un operativo militar conjunto con interrupción del servicio de energía eléctrica en el pueblo.

En aquel entonces, Claverie militaba en el Frente de Izquierda Popular y participaba en un grupo de teatro: “fue a partir de esas actividades, que empezamos a ser sospechosos para los servicios de inteligencia de la Marina. Buena parte de los artistas se convirtieron en militantes de la izquierda popular en Dorrego”, expresó.

Previo a la dictadura cívico militar, sufrió persecución política y amenazas por parte de la Triple A. “En diciembre del ‘75, se produjo un levantamiento de la Fuerza Aérea con el Brigadier Jesús Cappellini al mando, pidiendo la renuncia de Isabel Perón. No lo retiraron de la fuerza y llegué a la conclusión que el golpe estaba cerca. A partir de ese momento, me imaginé que podía ser víctima de secuestro”, expresó Calverie con una memoria prodigiosa.

“Enterré todos los libros que podían resultar sospechosos. Le dije a mi mujer tres cosas que debía hacer si me secuestraban. Primero, que en la biblioteca deje una novela de Borges y un libro sobre la vida de Hipólito Yrigoyen. Segundo, que en caso que me secuestraran, fuera a ver un abogado que no tenga ningún vínculo con la izquierda, sino que sea cercano al intendente que era una marino retirado, sabiendo que este no iba a hacer nada. Y tercero, que se comunicara con un familiar que tenía relación con el Ejército por ser directivo del Club Tiro Federal”, enumeró Claverie.

El trabajador agrícola contó cómo fue su secuestro en el campo donde vivía en cercanías a Coronel Dorrego: “una madrugada de septiembre golpearon la puerta gritando ‘Policía Federal’. Según mi esposa Ana María que estaba embarazada, llegaron encapuchados excepto uno. Me vendan con algodón y cinta. Me suben a una camioneta con ventanas chicas a los costados. ‘Primera condición: no tocarse la venda ni hablar’, me dijo un militar”.

Claverie contó que en el traslado hacia Bahía Blanca, pudo correrse la venda con la rodilla: “veo que en la camioneta había dos cuerpos. Ellos sí tenían la boca fajada. Una era una mujer. Paramos un momento en la zona de Las Oscuras, pensé que nos ejecutaban ahí. En Grünbein doblamos hacia la Base Aeronaval Espora pero seguimos. Frenamos adelante del Cementerio Municipal, nos separamos de la custodia, mi corazón latía fuertemente porque había leído casos de fusilamientos en esa zona. La última vez que miré hacia afuera, vi la Universidad del Sur. Ahí no tuve dudas que iba al V Cuerpo de Ejército”.

Sobre los interrogatorios, Claverie contó que pudo escuchar que “había una mujer, luego llegué a la conclusión que era Cristina Prado y en otra cucheta, estaba Pablo Santillán”. Los tres fueron alojados en el Centro Clandestino de Detención y Tortura “La Escuelita”. Santillán era militante del Partido Comunista, y Prado tenía 22 años de edad y militaba en el Partido Socialista de los Trabajadores.

“El que estaba interrogando ya me conocía y conocía del tema. Me hice la idea que era de inteligencia. Me preguntó por Daniel Randazzo, que era Secretario de la Federación Juvenil Comunista. Con su tono de voz y de mando decía: ‘a este me lo trajeron por izquierdista o por burgués’, dirigiéndose a otros que estaban presentes en la sala de interrogatorios”.
Una semana después de padecer cautiverio atado a una cama, Claverie fue liberado junto a Santillán. “Me sacaron la venda, me hicieron firmar mi declaración pero luego me llevaron nuevamente a la cucheta y pasaron varias noches. Empecé a dudar si me largaban o me iban a ejecutar. Finalmente, en el camino de vuelta a Dorrego, nos dejaron en el cruce de Monte Hermoso”.

“Volver a la vida fue potente”

Gabriel Alberto Claverie narró que luego de su cautiverio no fue fácil volver a la normalidad en un pueblo como Coronel Dorrego. “Volver a la vida fue potente. Cuando llegué a mi casa, me estaban velando. Era tal el grado de excitación, que me tuvieron que dar algo para dormir. Ahí pude ver que dejaron tirado afuera de casa el envase del algodón que usaron para vendarme cuando me secuestraron. El paquete decía: Ejército argentino, Departamento de Sanidad. Días después, fui a avisar a la familia Prado, para contar que Cristina fue retenida en el Regimiento. Me parecía que tenía que decirle a su madre que estaba viva”.

“En el pueblo, los conocidos, cruzaban de vereda para evitar saludarme. Una vez, fui al Banco Nación y un empleado cuando me vio, giró 90 grados para no atenderme. Un aislamiento muy grande sufrimos, éramos leprosos hacia los demás. Adquirí la psicología de un leproso. Esto duró por lo menos seis años hasta la guerra de Malvinas. Mi mujer lo padeció mucho. No podía ni hablar de política ni leer un diario ni un libro relacionado”, narró Claverie.

Otro hecho descripto por el testigo y víctima en esta causa, fue que “un familiar lejano le dijo a su mujer que para interceder por su marido, tenía que verlo al Corto Talú. Justamente, era uno de los integrantes de la patota que me había secuestrado. ¿Cómo llego a esa conclusión? Por una casualidad. Solíamos ir a jugar a la paleta al Club Social de Dorrego que estaba frente a la plaza. En la entrada principal, había una persona mayor. Tenía zapatos de calidad, bien lustrados”.

“Mi mujer me dijo que cuando me secuestraron vio a uno con calzado bien pulido. Años después, en una ferretería, veo al Corto Talú. Con los mismos zapatos. Los informes de mi secuestro en Coronel Dorrego, archivados en la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA), los firmaba Talú”.

Abogado comprometido

En otro momento de la audiencia 16, por conexión telemática, presaron declaración testimonial Carlos y Fabio, hijos de Carlos Alberto Massolo, abogado fallecido en 2013 que en la última dictadura cívico militar representaba a personas que habían sido detenidas por cuestiones políticas y requerían asesoramiento judicial.

Carlos dijo en su testimonio que tiene dos recuerdos muy gravados. El primero referido al día que irrumpieron en su casa familiar “un grupo de militares que entraron a los gritos de forma muy violenta. Estaba durmiendo. Lo buscaban a mi papá. Él logra saltar una tapia y se escapó. Desde mi habitación, por el pasillo veo gente pasar. Intenté sacar un crucifijo de la mesa de luz. Por el ruido, entró un militar a la habitación y nos apuntó. Por suerte no pasó nada, fue un momento tremendo”.

El otro recuerdo tiene que ver con “mi mamá que se sentía muy molesta, por los cacheos al entrar a la cárcel de Villa Floresta cuando íbamos a visitar a mi padre. Mientras él estaba detenido, se dio una situación compleja para mi familia. A mi madre la afectó muchísimo, no quiso testimoniar porque no quiere revivir esos momentos”.

Por su parte, el otro hijo de Massolo, Fabio narró que su padre contó que primero estuvo en el V Cuerpo de Ejército y después fue llevado a Unidad Penal Nº4 de Villa Floresta. “Recuerdo vívidamente irlo a visitar a la cárcel. Para el familiar de preso común, se entraba por un lado, y para los familiares de presos políticos, por otro, con requisas más fuertes, toqueteos. Había una intención de humillar a quienes realizaban visitas”.

“Como familia vivimos mucho miedo e incertidumbre cuando lo detuvieron. La gente, por susto o por lo que fuera, dejó de hablarle y ayudarla. Para mi mamá fue una situación muy traumática. La única vez que la vi correr a mi madre, fue para abrazar a mi papá cuando lo liberaron. No sólo sufre el que está preso. A veces pienso que sufrió más ella que mi papá. Es como una onda expansiva, que atraviesa a la familia”, finalizó Fabio Massolo.

Luego fue el turno de Luis Horacio Taccari que pidió que su testimonio no fuera transmitido por los canales habituales de difusión. En 1976, era esposo de Marta Mabel Bravo y vivían en Huanguelén. Ella era hermana de José Luis Gon, militante del PRT. Taccari expresó que ella fue liberada tres meses después de su secuestro y dijo “que volvió muy deprimida, aún hoy está siendo tratada psicológicamente. Contó que la quisieron violar”.

‘Esa es la escuelita, ahí es donde les enseñan a hablar’
Por último, declaró Rubén Pollacchi, secuestrado el 16 de septiembre de 1976 en la ciudad de Tres Arroyos. “Volvía de algunas diligencias, cuando entré a casa me encontré con que me rodearon varios militares portando armas largas, fue un grupo comando en operativo cerrojo. Me ataron las manos con alambre. Eran del ejército, no eran de la armada ni la aviación, yo hice el servicio militar obligatorio en la Base Naval Puerto Belgrano y algo conocía”.

El traslado hacia Bahía Blanca, fue “en un camión Dogde, me llevaron en el medio tirado en el piso, había asientos laterales, techo de lona. Todos los conscriptos me ponían el pie arriba. Atado con alambre, los ojos vendados, boca abajo. Iba solo pero cuando paró el camión en el Regimiento, vi a otros de Tres Arroyos. Les pregunté la hora, nadie me contestaba, ni siquiera los propios secuestrados, se había corrido la bola que era peligroso”, expresó Pollachi, quien era mecánico al momento de su secuestro.

“Estuve 15 días con la misma ropa, día por medio me interrogaban. Se cansaron de hacerlo. Uno me decía: ‘andá, mañana te vas a acordar de todo’. Se sentían gritos desgarradores a la noche. Una vez le pregunté a un conscripto quién gritaba. Me contestó: ‘esa es la escuelita, ahí es donde les enseñan a hablar’.”

Inspección ocular

Por su parte, Pablo Fermento, auxiliar fiscal, solicitó al Tribunal que se realice una inspección ocular en Batallón de Comunicaciones 181. Desde el Ministerio Público Fiscal consideran que hay elementos nuevos y ha adquirido utilidad la medida solicitada ya que “en la Causa Bayón se hizo una recorrida, pero en el registro audiovisual, hay zonas como el Gimnasio y la sala de la Banda de música, que no fueron examinadas”. Por tal motivo, “se convoca a testigos que hayan declarado, para que participen de la inspección y el recorrido siempre que no sea revictimizante para los mismos”.

El juicio continuará el lunes 13 de junio a las 9 horas y habrá el jueves 16 una segunda audiencia en la misma semana. El debate en Bahía Blanca se puede seguir de manera presencial en Lavalle y Chiclana con presentación del DNI o a través del canal de YouTube de la Subsecretaría de Derechos Humanos: www.youtube.com/derechoshumanospba. (13-06-22).

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