Información general

El aumento de la densidad de siembra controla el raigrás

Los profesionales evaluaron en dos campos del partido de Coronel Dorrego el efecto de la doble densidad de siembra sobre poblaciones de raigrás naturalizadas en tales esos sistemas de producción.

Por Marcos Yanniccari y José Ignacio Massigoge

En el área de influencia de la Chacra Experimental Integrada de Barrow las poblaciones de raigrás (Lolium spp.) resistentes a herbicidas son un problema frecuente en los lotes de trigo y cebada. Varias poblaciones de raigrás presentan individuos resistentes a más de un herbicida de diferente modo de acción.

En este contexto, se requiere del diseño de estrategias de manejo que no se base únicamente en el control químico y que promueva la interferencia del cultivo frente a la maleza. El aumento de la competencia de los cultivos mediante el incremento de la densidad de siembra es una técnica posible para el manejo de malezas cuando se desarrolla resistencia a los herbicidas comúnmente empleados.
En ensayos llevados a cabo en la Experimental local desde el año 2016, se ha demostrado que duplicar la densidad de siembra normalmente empleada en trigo, conduce a un cultivo más agresivo frente a la maleza. Fundado en tales resultados, se planteó el objetivo de probar y ajustar esa práctica a campo bajo circunstancias de producción en sistemas reales.

Evaluaciones

Es así que los ingenieros Marcos Yanniccari y José Massigoge, de la Chacra Experimental Integrada Barrow, evaluaron en dos campos del partido de Coronel Dorrego el efecto de la doble densidad de siembra sobre poblaciones de raigrás naturalizadas en tales esos sistemas de producción.

En un caso, en un establecimiento próximo a Monte Hermoso se evaluó el efecto de la doble densidad de cebada y en otro caso, en un campo cerca del paraje Loma Chata, la doble densidad de trigo.
Sobre una población de raigrás, los productores sembraron el cultivo a la densidad habitualmente empleada y luego realizaron una doble densidad generada por una re-siembra transversal a aproximadamente 45° una de otra, en ambos casos el cultivo se mantuvo en interacción con el raigrás.

Los experimentos se realizaron bajo las condiciones tecnológicas comúnmente llevadas a cabo en cada sistema de producción. Previamente, se realizaron barbechos químicos que permitieron sembrar sin malezas implantadas, y el proceso de enmalezamiento se inició luego de la siembra del cultivo.

Resultados

En estas experiencias con el aumento de la densidad de siembra se lograron cerca de 300 plantas por metro cuadrado. Ese incremento no provocó diferencias significativas en el número de espigas de cebada ni de trigo obtenidas al final del ciclo.
En promedio para ambas densidades, la cebada y el trigo produjeron 527 y 457 espigas por metro cuadrado, respectivamente. Esto indica que el aumento de la densidad se compensó con una menor producción de macollos fértiles. Tales efectos no llegaron a repercutir en el rendimiento final de cebada ni de trigo cultivados bajo interferencia con el raigrás.

Sin embargo, la doble densidad de siembra junto al efecto de la distribución espacial de las plantas (generada por la re-siembra orientada a 45°), afectaron la producción de espigas, y por ende, de semilla de raigrás. En ambos experimentos la maleza produjo la mitad de macollos fértiles por efecto del incremento de la densidad de siembra de cebada y de trigo.

Esto ayuda a no incrementar en gran manera el banco de semilla de la maleza en el suelo. El efecto del aumento de la densidad de siembra de trigo y cebada sobre raigrás se propone como una interesante alternativa de manejo basada en el ajuste de densidad de siembra por ambientes.

En tal caso, el ambiente donde duplicar la densidad estaría definido por aquellos sitios (dentro de un mismo lote) de alta densidad de raigrás, “parches” o “manchones” que caracterizan el patrón de distribución de la maleza.

Conclusión

La densidad del cultivo ha sido una variante trascendente para mejorar la habilidad competitiva de los mismos frente al raigrás al aumentar el número de plantas por unidad de superficie es posible favorecer al cultivo limitando el proceso de enmalezamiento.
Esta práctica cobra relevancia dentro de estrategias de manejo integrado de la maleza, donde junto a otras prácticas culturales como al control químico contribuirían a reducir la incidencia y perjuicios del raigrás resistente a herbicidas.

FUENTE: LA VOZ DEL PUEBLO

Etiquetas
Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Cerrar
Cerrar