Cultura

(CON AUDIO) A 23 años de la partida de José Alaiz, El Dorreguero

Azucena Juncos, sobrina de Alaiz

POR FABIÁN BARDA

Un 28 de setiembre, hace 23 años, nos dejaba José Alaiz, «El Dorreguero», la máxima expresión de la poesía gauchesca de nuestro Coronel Dorrego.

La vieja partida de nacimiento, escrita con esa caligrafía que ya es difícil de hallar, dice que Don Matías Alaiz de 27 años, español, jornalero, domiciliado en la casa de Díeroee, en este pueblo, (Dorrego) declara: que el día diecisiete a las dos de la mañana, en su domicilio, había nacido una criatura de sexo masculino, a quien había llamado José, hijo legítimo del declarante y de Hermenegilda Berrueta de veinticuatro años. Corría el año 1914.

Sin embargo, Azucena, sobrina de aquel José nacido hace 104 años, sostiene que José Alaiz “el Dorreguero” nació aquí en Coronel Dorrego, un 13 de abril de 1914 y que por esas cuestiones de la vida, de los tiempos, hasta de las costumbres en familias numerosas de trabajadores, José fue “anotado” unos días después de la fecha de su nacimiento. El 13 o el 17, en el otoño del ´14, nace el poeta fundamental del género gauchesco de este pago. Como dijimos, era hijo de Hermenegilda Berrueta y Matías Alaiz, ambos inmigrantes vascos, nacidos en Lumbier, Navarra, en cuya Biblioteca se encuentran los libros de “El Dorreguero”.

Era el segundo hijo de seis hermanos, concurrió a la escuela Nº 7 pero no terminó el primario pues comenzó a trabajar con su padre, que hacía pozos de agua, con una barreta, que la familia aún conserva como legado de la dignidad del trabajo de gente que tuvo que afrontar desde muy pequeña el sustento diario. Fue peón de campo, de allí surgieron sus versos que denotan su gran conocimiento de las tareas rurales y su amor por los caballos, era un gran conocedor de pelajes.

Más tarde, compraron, con su hermano Ángel, una lancha y pescaban en Monte Hermoso. Luego iniciaron, los tres hermanos, a quienes llamaban “los gallegos” y, un amigo, Alberto “Merengue” Alonso la sociedad, que conformó la industria Pesquera” La Araucana”. Su hermano Ángel compraba el pescado y lo salaba en Necochea, en septiembre lo traía a Monte Hermoso, donde lo secaban y empaquetaban para la venta.

En deporte José, se destacó, jugando pelota paleta y lanzamiento de jabalina, también jugó futbol y vaya que jugó, ya que integró por varios años la formación del Club Atlético Independiente en la denominada “época del fútbol grande” cuando algunos de los equipos dorreguenses, entre ellos los rojos y Ferroviario, jugaban en la Liga de Tres Arroyos.

Pero esa familia familiarizada con el trabajo, fue también el ámbito para que los Hermanos Alaiz, tanto los hombres como las mujeres, se interesaran por la historia y las letras argentinas, será acaso esa una de las grandes temáticas que atraviesa la obra de nuestro poeta.

Viajaba seguido a Buenos Aires a ver teatro de revista. Le gustaba jugar a las cartas, poseía una gran habilidad para la baraja, como solía decirse, un gran conocimiento que volcó en versos excepcionales, como muchos de sus amigos de esa época, el primer traje con sombrero, lo estrenó un 25 de mayo, en una fiesta, en el teatro Italiano y ya nunca dejó de usarlos.

José Alaiz, publicó cuatro libros que se editaron en la mítica Imprenta “La Minerva”, el primero de ellos fue “Desensillando” , 1966, (Sujeto el pingo y me apeo/la cancha me está esperando,/el que poco va arriesgando/mucho no puede perder/ y como vengo a correr/aquí estoy … DESENSILLANDO); luego vino, “Con todo el rollo”, 1969, (Ensillo y monto resuelto,/abierta está la tranquera,/y ya salen puerta afuera/como pial de codo vuelto:/sin traba, libres, van sueltos/ siguiendo el surco surero,/ son versos de un dorreguero/ que de la sombra salieron./ y allá van como nacieron/ sin palenques ni laderos); casi veinte años después, en 1983, edita “Sur adentro”, con prólogo de Carlos Castelo Luro, (Salí con “Desensillando”/ y siguiendo el surco criollo/les tiré “Con todo el rollo”/ como quien se va templando/ luego anduve mañeriando/ y vino el verso a mi encuentro/ y como estoy en mi centro/ prosigo en pos de mi estrella/ siguiendo una sola huella/ huella que va “Sur adentro”), y un año después, “Desde Dorrego”, será su última obra editada, (“Desensillando” llegué/ valorando lo surero/y en este pago campero/”Con todo el rollo” tiré/ con “Sur adentro” hice pié/ y tras un corto hasta luego/ de nuevo la vuelta pego/ el rigor no me hace mella/ y sin salir de mi huella/ aquí estoy “Desde Dorrego”. Los tres primeros ilustrados por Rául Franceschini y el último por Silvio Canavesi. La obra edita de José Alaiz la podemos ubicar en su etapa más tradicionalista por su vinculación con la Peña Nativista, seguramente que su larga amistad con Pedro Iribarne, fundador de esa entidad, reconoce un pasado en el Club Independiente, institución de la cual el reconocido tradicionalista fue dirigente entre las décadas del cuarenta y fines de los sesenta del siglo pasado. El propio “Dorreguero” fue presidente de la Peña en varias oportunidades en los años 70, después de la separación de esta del Club Independiente.
De la obra no editada, podemos rastrear algunos poemas del año 1935, aunque seguramente habrá algunos de fechas anteriores. Es interesantísimo bucear en los papeles, que su sobrina Azuzena, pudo rescatar después de la muerte del poeta, allí hay originales del propio puño y letra y los que él les dictaba a sus hermanas que tenían una excelente caligrafía. Tuvo por costumbre que algunos de sus amigos le pasaran poemas en viejas máquinas de escribir, así era que cuando estaba en Monte Hermoso, Mito Alonso supo pasarle muchos de los versos que algunos terminaron publicados y otros no, también Hugo de Cos, poeta local, y hasta en los papeles de Enzo Barda se encontró la transcripción del “Susto y la disparada”, acaso el poema más renombrado que nunca fue incluido en sus libros cuya popularidad atraviesa varias generaciones.

Entre versos y versos de los papeles que Alaiz dejó pudimos ver el proyecto del libro que el tiempo no le dejó editar: “Del natural al gaucho”, todo un símbolo y una demostración de cómo también él fue interpretando la utopía de la tradición surera simbolizada en la Simbiosis Pampa.

Alaiz es uno de los más digno representantes del género gauchesco, es porque su obra está viva, es necesaria para los tiempos en que la deformación del género es moneda corriente y atinado rescatar de los viejos papeles aquello que no llegó al libro. Quien se adentró en su obra certificará lo que decimos, quien no lo ha hecho encontrará una variedad de recursos, una temática que tiene un hilo conductor pero que en la pluma del “Dorreguero” es una fuente inagotable.

Su visión de la historia, la descripción del paisaje de este costado de la Pampa, los arquetipos que denotan su conocimiento como lector (Don Segundo Sombra y el Martín Fierro, por ejemplo), los símbolos de la patria, los caballos tanto en el ámbito rural como en su pasión de las Cuadreras, los oficios con los cuales convivió y la reivindicación de la Tradición casi como un alegato.

El sábado, en Distendidos, Fabián Barda dialogó con Azucena Juncos, la sobrina de El Dorreguero.

FUENTE: LA DORREGO Y ECOS DE MI CIUDAD

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