Debió superar varios obstáculos por ser mujer: Nació en Dorrego, es hija de médico y ejerce como oftalmóloga en Tandil
En el Día Internacional de la Mujer, el portal Tandil News entrevistó a la doctora Romina Alonso, una mujer que decidió realizar su sueño de ser médica oftalmóloga, haciendo posible la utopía del feminismo que busca la igualdad a base de esfuerzo y superación constante.

-Romina, ¿por qué medicina?
Lo fui, sin darme cuenta, absorbiendo de mi papá. Desde muy chica estuve en contacto con la Medicina gracias a él. Se levantaba a atender a los pacientes de madrugada y en la tarde leía mucho. A mi papá no le he conocido vacaciones, incluso lo han venido a ver a la playa. Vivíamos en Coronel Dorrego y teníamos una casa en Monte Hermoso, íbamos todos los fines de semana; y por ahí estaba pescando y llegaba algún paciente de urgencia.
-¿Cómo le dijiste que querías ser médica?
En realidad terminé de definirlo en la secundaria, tenía una beca de estudio de la Fundación Houssay por mis notas, mi participación en las Olimpíadas Argentinas de Biología y porque hice esta etapa de secundario en cuatro años.
-¿Cómo que en cuatro años?
Claro (risas) rendí libres los catorce finales del primer año, era un desafío que quise afrontar (risas). Al principio, los adultos no me tomaban muy en serio porque el guardapolvo me quedaba re largo, pero las apariencias engañan y arranqué el secundario con doce años. Me preparé durante 7mo grado, a la mañana iba a la escuela y a la tarde leía con mi papá sentado a mi lado. En diciembre rendí los exámenes y pasé de 7mo grado a 2do año del secundario.
-Siempre ocurre que admiramos una condición de una persona que queremos imitar pero sin tomar en cuenta el esfuerzo que le costó llegar ahí. ¿Tus compañeros también quisieron animarse a pasar de año al ver que vos lo hiciste?
Sí, pero no lo intentó nadie más. Es que a veces de afuera parece sencillo. Me parece que es algo cultural, tendemos al facilismo, al camino más corto y por lo menos en mi experiencia de vida, todo lo logré a base de estudio y sacrificio.
-¿Mucho sacrificio?
Sí, mucho. Entre otras cosas, hay que distribuir el tiempo del día correctamente. Elegí Oftalmología para acompañar y abordar al paciente integralmente, desde el tratamiento médico clínico hasta lo quirúrgico. Hay patologías que no evolucionan bien con el tratamiento médico y requieren actos quirúrgicos para su resolución. Entonces esta especialidad tiene ambos abordajes terapéuticos.
Cuando comencé con la especialidad, empecé a adquirir los conocimientos rápidamente y completaba la curva de aprendizaje en plazos más breves a los habituales. Sin embargo, me costó lograr un lugar para entrenarme y capacitarme. Rendí el examen de residencia para entrar en Mar del Plata y de 70 postulantes quedé 6ta, pero cuando pasamos a la entrevista, no pasaron de mis datos personales porque yo estaba casada… ahí me enteré que estar soltera es un método anticonceptivo nuevo (risas)
Los médicos pensaban que iba a quedar embarazada durante la residencia, que iba a ausentarme y sobrecargar de trabajo a los demás. Yo les explicaba que había decidido que era el tiempo de especializarme y que la maternidad iba a llegar más adelante. Pero del sexto lugar pasé al onceavo solo por ser mujer y estar casada.
-¿Fue tu primer traba por ser mujer?
Si, al siguiente año rendí de nuevo, de setenta quedé tercera y con mérito académico. Pero mis datos personales eran los mismos, no me había divorciado, seguía casada (risas) y tampoco pude. Luego se abrió una nueva oportunidad, me tomaron pero seleccionaron también a un médico varón por miedo a que quedara embarazada.
-¿Y cómo te sentiste?
Decepcionada, defraudada e impotente porque no podía hacer nada. Con las reglas de juego iguales yo me manejo muy bien porque me gusta estudiar, depende de mí hacerme responsable de mis elecciones. Pero varón no podía hacerme (risas).
A pesar de eso, me especialicé. En el camino, también conocí médicos ya especialistas que les cuesta liberar y transferir los conocimientos a los médicos que recién comienzan, más que nada en el área quirúrgica e intentan frenarte en la capacitación, sobretodo si demostrás demasiado entusiasmo y te destacás. Un poco contradictorio, pero así es en muchos lugares de nuestro país.
-Pasaste de que no te tomaran en Mar del Plata a Nueva York…
Si, fue una experiencia increíble. Te enseñan todo, desde el primer día entré al quirófano, cosa que acá no se puede.
-¿Qué pensas de los desafíos de la mujer?
Pueden surgir obstáculos todo el tiempo, pero no hay que desmotivarse. Hay que prepararse para asumir el liderazgo en los equipos de trabajo, el Hospital te da mucho de eso, te prepara para asumir esos desafíos.
A la mujer que recibe indicaciones de otra mujer le cuesta asimilarlo. Más que nada porque se confunde autoridad con autoritarismo cuando viene de una mujer para con otra. Creo que eso es producto a la sociedad patriarcal que tenemos, sale más fluidamente obedecer a un varón que a una mujer.
En lo personal y con el tiempo, como valoro a todos los compañeros del equipo del hospital en sus cargos y calidades, porque los considero a todos igualmente importantes, cada uno ocupando su rol, logramos trabajar juntos y a la par. Todos aportando en pos del beneficio del paciente y dependo mucho de nuestros enfermeros que son profesionales de los que aprendo a diario y aprovecho para agradecer a todos ellos y al resto del grupo del Hospital Ramón Santamarina.
-¿Y de Tandil qué opinás?
Tenemos un hospital de lujo, Estuve en muchos hospitales provinciales y no hay punto de comparación, el Sistema de Salud de Tandil es superior a todos.
-¿Qué te pasa cuando escuchás críticas muy enfáticas para con la gestión del Hospital?
Tal vez porque desconocen lo que ocurre en otros lugares. Cuando no conoces lo que pasa en otros lugares no podes valorar lo que tenés. Desde ya, todo es perfectible, siempre tenemos que mejorar pero Tandil tiene un Hospital para sentirse orgulloso del mismo.
FUENTE Y FOTO: TANDIL NEWS



