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96 años y en plena forma en el ajedrez: el caso de Horacio Tomás

Por todos es conocido que el ajedrez es una actividad mental exigente y que requiere gran habilidad. Por ello, cuando encontramos un caso como el de Horacio Tomás Amil Meilán, no podemos dejar de sorprendernos. ¡El protagonista de este artículo continúa practicándolo a sus 96 años!

Horacio Tomás nació en Buenos Aires en 1923 y actualmente reside en Palermo, donde practica su afición semanalmente en el Club Argentino de Ajedrez de Bs. Previamente representó al Club Gimnasia y Esgrima, del cual es socio vitalicio.

Este descendiente de españoles que llegaron a Argentina a principios del siglo XX llegó a jugar, a principios de los años 70, contra el reconocido Bobby Fisher (un año antes de que el americano se proclamase campeón mundial); y consiguió a ganar una partida al argentino de origen polaco Miguel Najdorf, que se alzó con el título de Gran Maestro Internacional.

El año pasado incluso consiguió ganar un torneo, en este caso en la modalidad de Ajedrez Ping-pong (partidas a 5 minutos por rival), lo que nos puede dar alguna pista de su gran agilidad mental, que va más allá de la edad cronológica.

No es ninguna novedad que la práctica del ajedrez es muy beneficiosa para el rendimiento cognitivo a cualquier edad. Nos hace trabajar la materia gris resolviendo problemas, aplicando el razonamiento lógico-matemático, planteando hipótesis y estrategias, anticipándonos a nuestros contrarios, estudiando su estilo, así como los de otros jugadores, etc.

Visto de esta manera, parecería que solo estamos entrenando nuestra inteligencia más “tradicional”, pero no podemos olvidar la inteligencia emocional ya que, para ser buenos jugadores, también deberemos gestionar adecuadamente nuestras emociones y tener empatía para poder situarnos en la mente de nuestros contrincantes; lo que entra dentro de los apartados conocidos como inteligencia intra-personal e inteligencia inter-personal. Eso sin contar la necesidad de agudizar la concentración y la memoria, o la necesidad de ordenar nuestras ideas y ejecutar decisiones bajo presión.

A fin de cuentas, el ajedrez es un ejercicio y entreno mental que nos permite mantener a nuestra materia gris en forma y prepararnos para otras actividades de habilidad. Si no, que le pregunten a Leo Fernández, que practicó el ajedrez a nivel semi profesional antes de pasarse a las cartas y convertirse en un profesional de póker, una pasión que le ha reportado tantos logros.

Este deporte de habilidad está siendo utilizado, incluso, dentro de terapias de rehabilitación y recuperación de funciones cognitivas, gracias a su potencial de estimulación de las diferentes áreas y funciones. Un ejemplo podrían ser personas que han sufrido un accidente cerebrovascular.

Y en otros casos, como actividad para ralentizar el deterioro que implican patologías como el alzhéimer o la demencia senil, tanto a nivel de entrenamiento para la materia gris, como a nivel de autoestima, tan perjudicada en este tipo de patologías. De hecho, en opinión de nuestro protagonista, Horacio Tomás, a él le ha ayudado a retrasar los efectos del envejecimiento.

Trabajos realizados por investigadores de renombre, como Wilson, Rodríguez de Fonseca o Verghese, refuerzan esta opinión, que incluyen en este tipo de ralentización del deterioro cognitivo a otras actividades además del ajedrez, como la música o la literatura, basándose en un concepto que Verghese denomina “Alto nivel de reserva cognitiva”, que permitiría seguir siendo funcional a pesar de que este tipo de enfermedades hubiesen empezado a deteriorar la mente.

Todo ello ha comportado que, desde las entidades públicas, se intente potenciar su aprendizaje; un caso ha sido la iniciativa promovida por la Dirección de Cultura, como nos hacíamos eco hace unos meses. En muchos de los casos, el aprendizaje o iniciación al ajedrez va dirigida a los más jóvenes. Pero cada vez es más común, por las razones expuestas anteriormente, que personas de todas las edades se beneficien de la práctica de este deporte.

No podemos dejar de aplaudir cualquier iniciativa que redunde en la mejora de la salud y la autoestima de las personas. Y, por supuesto, hay que reconocerle a Horacio Tomás su mérito, que abre el camino a que otras personas sigan su ejemplo entrenado su cerebro. A la edad que sea.

 

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