Producción

Balance de la cosecha de trigo en Dorrego y la región

“La caída del área fue compensada por mejores rindes. A veces se dice que cuando mayor es el rinde, menor será la proteína, pero en esta campaña, que venía muy bien en cuanto a lluvias, el productor decidió invertir más en paquetes tecnológicos y, al final, tuvo sus resultados”.

Para la ingeniera agrónoma María Elena Antonelli, de la Dirección de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca, el rinde — definitivamente— salvó a la producción triguera en el sudoeste bonaerense.

Para los 29 distritos de la provincia de Buenos Aires y los 14 departamentos de La Pampa, se incrementó la producción en 9%, con 4,9 millones de toneladas (versus 4,5 M/T), en tanto que el rinde creció hasta el 14%, con un promedio de 3.450 kilos por hectárea (vs. 3.000 K/H).

Este panorama se da en un marco que caracteriza, y magnifica, al trigo de la zona, ya que la caída en la superficie fue del 13%, con 1,38 millones de hectáreas (versus 1,59 M/H).

“Por eso no dejo de destacar la riqueza del suelo de la región, ya que si bien la superficie disminuyó por la falta de piso, se logró aumentar la producción”, amplió Antonelli, en diálogo con La Nueva.

“Insisto en destacar el buen manejo del productor en el sudoeste bonaerense. Se trabaja bien y con buena tecnología”, sostuvo.

“Esto, sumado a una baja densidad de siembra, que ahora es de 30 kilos por hectárea cuando (antes 60); una oportuna fertilización y el control de la cosecha que realizan los contratistas son determinantes para lograr un buen producto”, explicó.

A la hora de las estimaciones, se aguardaba un mayor incremento de la superficie sembrada para esta campaña, en especial por las mejores condiciones comerciales, pero las excesivas lluvias registradas entre febrero y abril dejaron no pocas hectáreas sin implantación.

La mayor caída del área se produjo en los distritos del noroeste bonaerense y en los departamentos del noreste pampeano. En el extremo sur, Bahía Blanca y los partidos linderos incrementaron la siembra en un 5%.

“Cuando me refiero a las inversiones del productor hago alusión a que este año tuvo que aplicar fungicidas, porque hubo condiciones de humedad propicias para que los patógenos se desarrollen. Por ejemplo, en manchas en red y fusarium”, afirmó.

“Entre el producto y la aplicación, en algunos casos se debieron anexar casi 50 dólares por hectárea”, dijo.

Antonelli comentó que una de las protagonistas de la campaña fue la roya, entre otras enfermedades. Y que se perdieron varios lotes por la helada tardía del 24 de noviembre.

“En la zona del pie de las sierras hubo lotes que variaban entre los 4.000 kilos por hectárea y casi nada, porque la cosechadora ni siquiera pasaba”, comentó.

“Otras pérdidas se registraron por ataques temporales con granizo y vientos muy fuertes, como en Daireaux, por ejemplo”, amplió.

Respecto de la venidera campaña, que en el mes de marzo iniciará los laboreos, aún no se tienen precisiones, pero es indudable que el fantasma de La Niña (fenómeno con lluvias por debajo de los promedios normales) sobrevuela a la región.

“Si bien esta es una zona semiárida, y tenemos registros promedio de 550 milímetros anuales, en los últimos años se han producido muy buenas lluvias”, dijo la ingeniera Antonelli.

«En los tres últimos años el promedio fue de 850 milímetros. Incluso, en el año 2014 cayó 1.000 milímetros”, detalló.

Un total de 207 millones de dólares invirtieron los productores trigueros del sudoeste bonaerense en la campaña 2017/2018.

La cifra representa un 8% menos respecto de lo realizado en la zafra anterior (versus U$S 224 M).

De esos 207 millones de dólares, U$S 154,5 M fueron para la siembra.

Si bien se implantaron menos hectáreas (505.000 ahora respecto de 550.000 en 2016/2017), la producción fue la misma: 1,5 millones de toneladas, lo que denota la cuestión del rinde antes citado en un área más amplia.

La inversión en semillas, laboreos y paquetes de fitosanitarios y fertilizantes fue del 126 millones de dólares (vs. U$S 132 M), mientras que resultó natural que cayera el concepto de arrendamientos por una menor superficie implantada: U$S 28,5 M versus U$S 31.

En la recolección y en el transporte del trigo los productores invirtieron 52,5 millones de dólares (vs. U$S 61 M), con este desglose: U$S 24 en la cosecha (contra U$S 27 M) y 28,5 millones de dólares en el transporte (contra U$S 34 M).

De acuerdo con el mismo relevamiento, la inversión total por hectárea para esta campaña fue de 410 dólares por hectárea. Para 2017/2018 había sido de U$S 403.

Se concluye que el 60% de la superficie sembrada en el SOB está bajo la modalidad de arrendamiento, con aquella inversión de U$S 28,5 M.

De acuerdo con los datos de la Cámara Arbitral de Cereales de Bahía Blanca, el nivel promedio de proteína del trigo del SOB es del 10,6% (4% más respecto de la campaña previa), con picos en lotes de 16,3% en el partido de Tornquist y de 14,8% en el distrito de Patagones.

Los de mayor calidad son los ubicados en el sur del SOB: en Villarino se logró 11,1% y en Patagones 11%.

El resto de los distritos consiguió estos valores proteicos: 4) Coronel Dorrego y Coronel Suárez, 10,7%; 6) Coronel Pringles y Bahía Blanca, 10,6%; 8) Saavedra, 10,5%; 9) Adolfo Alsina y Guaminí, 10,4%; 11) Puan, 10,1% y 12) Coronel Rosales, 9,8%.

Respecto del peso hectolítrico en el sudoeste bonaerense, el promedio de 82,25% es el adecuado para la producción y no se registran situaciones extremas generalizadas (panza blanca o afectación del grano por heladas) que modifiquen un estatus normal de producción.

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