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Parece que a la gruesa no le va a faltar agua

Los pronósticos internacionales indican la permanencia de El Niño durante el verano y un debilitamiento progresivo con probabilidad de que llegue a su fin durante el trimestre abril-mayo-junio de 2024. Para el sur bonaerense se espera un enero llovedor y un descenso de la frecuencia de eventos en febrero.

“Dada la importante recomposición hídrica en la mayoría de las zonas productivas, en esta campaña de gruesa podemos afirmar que el agua no es el factor limitante, y alcanzar altos niveles de producción será mucho más dependiente del manejo agronómico”, afirmó Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA, al analizar el fenómeno climático ENOS (El Niño-Oscilación del Sur), “que presentó el inicio de su fase cálida El Niño hacia el trimestre abril-mayo-junio y cobró intensidad durante la última parte del año 2023”.

De acuerdo con Mercuri, “sin la limitación del agua, se espera que en lotes donde se pudieron realizar siembras tempranas y ciclos largos, maíces y sojas podrán expresar su potencial genético o superar los techos productivos, incluso dadas las perspectivas de nuevas lluvias durante el periodo de floración y llenado de granos”.

Si bien la disponibilidad de agua es un factor limitante, “en esta campaña veremos las interacciones con otros factores como los riesgos en la aparición de plagas, enfermedades y la competencia de malezas”, indicó Mercuri y agregó que “se requerirá un arduo seguimiento de estas problemáticas durante los próximos meses”.

La evolución del fenómeno El Niño favorece la continuidad de lluvias durante el verano, aunque “en la Región Pampeana y en el Litoral tendrían un mayor espaciamiento y más variabilidad, con un incremento en intensidad y frecuencia en el oeste y el NOA especialmente durante enero”, aseguró Mercuri. Esto sumado a la mayor evapotranspiración hará que no sea tan probable que se produzcan o que continúen los anegamientos en ambientes bajos o planos.

Nuestra región
En lo que al sur bonaerense se refiere, el licenciado Leonardo De Benedictis indicó en su última columna en el programa CAMPO total radio, que “enero puede ser un mes relativamente favorable. Sabemos que para esa región el comportamiento de las lluvias en enero no es el mejor, pero con un evento El Niño vigente puede jugarnos una buena pasada en el sur de Buenos Aires”.

El especialista indicó que “si uno mira lo que son las estadísticas, lo que ha pasado en años anteriores cuando hemos tenido un evento El Niño, en la parte sur de Buenos Aires y La Pampa, en enero en particular -no el resto del verano- puede darse un pico máximo de precipitaciones, un leve aumento en el nivel de las lluvias, y después volver a caer en febrero”.

El mediano plazo
Por su parte, Natalia Gattinoni, especialista del Instituto de Clima y Agua del CIRN, explicó: “Los pronósticos internacionales indican un debilitamiento progresivo de El Niño, con una mayor probabilidad de que el evento llegue a su fin durante el trimestre abril-mayo-junio 2024”.

En ese sentido, afirmó que “los modelos coinciden en apuntar a una mayor probabilidad de una transición a la fase neutral de ENOS a partir de dicho trimestre y por lo tanto perdiendo influencia sobre las lluvias en nuestro país”.

Asimismo, sostuvo que “según la actualización de los modelos a diciembre de 2023 hay un 40% en igualdad entre transitar una fase Neutral y una fase La Niña a partir del trimestre julio, agosto y septiembre de 2024, por lo que no es posible adelantar cuál será la fase que prevalecerá para la segunda parte del año y será importante continuar su seguimiento sabiendo la naturaleza cíclica de este fenómeno y lo que ha ocurrido años donde se presentó un Niño similar”.

En lo que es el mediano plazo, Gattinoni indicó que “en Región Pampeana y el Litoral, la perspectiva climática de temperaturas medias asigna una mayor probabilidad de un periodo con valores en el rango normal para la época”. Y agregó: “Se espera además una menor ocurrencia de temperaturas máximas extremas, mientras que son mayores las chances de días con temperaturas mínimas más bajas sobre la principal zona productiva”.

De esta manera, a diferencia del año pasado, “son menores las probabilidades de ocurrencia de eventos térmicos extremos dando condiciones adecuadas para el desarrollo de los cultivos de veranos que transitarían la época cálida con menores niveles de estrés térmico y con adecuada disponibilidad de humedad en el suelo en general”, concluyó Gattinoni. (La Voz del Pueblo Campo). (12-01-24).

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